30 May
30May

MARTIN ERASTO TORRIJOS ESPINO

Hijo del general Omar Efraín Torrijos Herrera y de la señora Xenia Raquel Espino Durán, su interés por la política tuvo como poderosos estímulos la figura y la obra de su célebre padre, uno de los más singulares caudillos nacionalistas de América Latina, si bien hasta pasados los 30 años no se animó a dar el salto profesional en aquel ámbito. De hecho, cabe decir que, a lo largo de su carrera, el hoy estadista panameño ha ofrecido unos matices de comedimiento e incluso timidez que, unidos a un fondo de pensamiento francamente disímil, han marcado el contraste con el estilo político de su padre, protagonista impetuoso de unas circunstancias y una época muy diferentes. Martín era el fruto único de la relación extraconyugal Torrijos-Espino, aunque a lo largo de su vida el general estuvo emparejado con otras tres mujeres y concibió cinco vástagos más, los hermanastros y hermanastras de Martín. Según personas allegadas a la familia, él era el "favorito" de Torrijos.

En octubre de 1968 el muchacho tenía cinco años cuando su progenitor, entonces teniente coronel y el oficial de más antigüedad en el escalafón de la Guardia Nacional de Panamá, perpetró junto con otros compañeros de armas un golpe de Estado que derrocó al recién instalado presidente conservador, Arnulfo Arias Madrid, líder del movimiento panameñista, e inauguró una dictadura militar de corte nacionalista y progresista, no sujeta a un modelo ideológico claro y que intentó mantener las distancias tanto del socialismo marxista como del imperialismo capitalista. La democracia liberal era el modelo político formal que había regido en Panamá desde la independencia de Colombia en 1903, pero la mayor parte de este tiempo había sido utilizada a su antojo por la oligarquía terrateniente y el capital estadounidense, poderes fácticos que decidieron elecciones y auparon a presidentes en función de sus intereses.

Torrijos hijo vivió en Chitré junto con sus abuelos maternos hasta el golpe de 1968. Después, su madre lo trajo de vuelta a la capital y lo inscribió en el Instituto Pedagógico. Al cumplir los 14 años su padre lo mandó a Wisconsin, Estados Unidos, para terminar la instrucción secundaria en una casa de estudios elitista y estricta, sometida a una disciplina castrense, la St. John’s Military Academy. A la vez que él se matriculó unos de sus hermanastros, Omar José Torrijos Pauzner, hijo de Raquel Pauzner, la esposa del general, quien era casi de su misma edad. El 7 de septiembre de 1977, pocos días después de ingresar en la academia, el muchacho fue testigo presencial en Washington del Tratado firmado por su padre y el presidente Jimmy Carter por el que Estados Unidos se comprometía a retirar de la Zona del Canal sus fuerzas militares y a entregar la administración civil al Estado panameño en un proceso que debía concluir el último día de 1999, fecha en que la soberanía nacional sobre el Canal sería plena.

En marzo de 1979 el autócrata y sus colaboradores pusieron en marcha el Partido Revolucionario Democrático (PRD) como el instrumento de representación institucional del régimen y de organización de la base social del torrijismo, que se deseaba fuera interclasista y libre de sectarismos ideológicos, de cara a los procesos electorales en ciernes. Entonces, Martín continuaba formándose en Estados Unidos, una prolongada estadía que le permitió familiarizarse con la cultura del país y aprender perfectamente el idioma inglés.

De acuerdo con reportajes de la prensa panameña, en mayo de aquel año, Martín, un adolescente que aún no había cumplido los 16 años, aprovechando el comienzo de las vacaciones escolares, le pidió a su padre que le permitiera ir a Nicaragua para unirse a la guerrilla del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que combatía a la dictadura de Anastasio Somoza y conocer la guerra civil que se libraba en el país vecino. Según parece, al principio Torrijos intentó disuadirle, pero el retoño era terco y se salió con la suya. Resignado, el general se aseguró de que su hijo estuviera protegido por los voluntarios panameños que luchaban del lado del FSLN en el frente sur, y nadie mejor que su propio tío materno, Rodolfo Charro Espino, que era el lugarteniente del comandante de los brigadistas panameños, el médico y ex viceministro de Sanidad Hugo Spadafora.

Destinado a la base logística de Estelí, Martín llegó a tiempo para contemplar la huida de Somoza y la entrada victoriosa de los sandinistas en Managua en el mes de julio, y antes de volver a casa se reencontró con su padre, que había acudido a celebrar in situ el triunfo del FSLN y los brigadistas panameños. En Nicaragua, el muchacho también trabó una estrecha amistad con el célebre comandante sandinista Edén Pastora, quien dos años después iba a encontrar en la familia Torrijos hospedaje y protección cuando rompió con la Junta de Gobierno de su país y con el FSLN, y marchó al exilio antes de montar una fuerza guerrillera de oposición.

El 1 de agosto de 1981, apenas unas semanas después de graduarse con el uniforme de cadete en Wisconsin, Torrijos encajó una desgracia familiar, la trágica muerte de su padre en un accidente de aviación en una zona selvática del interior del país. Mientras la incertidumbre política se apoderaba de Panamá, el joven, con los 18 años recién cumplidos, tomó la decisión de volver a Estados Unidos para emprender estudios superiores en la Universidad de Agricultura y Técnica (A&M) de Texas. En 1987 se sacó una licenciatura en Ciencias Políticas y al año siguiente obtuvo el correspondiente título en Economía. Resuelto a hacer carrera profesional en el país norteamericano, a finales de 1988 Torrijos fue contratado como gerente administrativo por la multinacional de comida rápida McDonalds en su sede de Chicago y se puso a trabajar a la diestra de un viejo amigo de su padre, Cirilo McSween, próspero empresario panameño que regentaba la cadena de hamburgueserías en la urbe del estado de Illinois y que en todos estos años había tutelado la formación académica del joven en Estados Unidos.

Para entonces, Panamá se había sumido en una gravísima crisis política y económica, a medida que se endurecía la dictadura personalista y corrupta del general Manuel Antonio Noriega Moreno, el autoproclamado legatario del torrijismo desde su puesto de comandante de las Fuerzas de Defensa de Panamá (nuevo nombre de la Guardia Nacional), a partir de 1983. El PRD, fraudulento vencedor de las elecciones pluralistas de mayo de 1984, el Ejecutivo y el Legislativo se habían convertido en meros tambores de resonancia de las disposiciones arbitrarias del dictador, mientras los presidentes de paja se sucedían uno tras otro.

La animosidad entre el régimen y Estados Unidos y los contestatarios internos llegó a un punto de no retorno con motivo de la farsa electoral de mayo de 1989, celebrada en un clima de violencia e intimidación. Entonces, el candidato conjunto de la oposición, el abogado arnulfista Guillermo Endara Galimany, vio escamoteada su evidente victoria con la anulación de los comicios, tras lo cual las fuerzas norieguistas descargaron una brutal represión. En diciembre se produjo la invasión del Ejército de Estados Unidos, que, además de provocar enormes daños humanos y materiales -lo que agravó la calamitosa situación social y económica del país- se saldó con la detención de Noriega, acusado de narcotráfico por la justicia de la superpotencia, y la instalación de Endara como presidente legítimo.

En los años de Noriega, el apellido Torrijos había continuado en el candelero político a través de una tía paterna de Martín, Berta Torrijos de Arosemena, que fue integrante del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRD de 1982 a 1985 y luego rectora de la Universidad Especializada de Las Américas (UDELAS). Mientras Panamá intentaba recuperarse de los estragos padecidos de los últimos años, levantar una economía destrozada y que arraigaran las instituciones democráticas, Martín pasó un trienio más en Estados Unidos, donde sin duda se sentía a gusto. En 1990 contrajo matrimonio con Vivian Fernández Bello, hija del empresario publicitario y compositor de boleros cubano-panameño Tony Fergó, y ella misma publicista de profesión. En la década siguiente la pareja iba a tener descendencia, dos chicos y una chica.

Los 15 años de estadía casi ininterrumpida de Torrijos en el país norteamericano tocaron a su fin en 1992, cuando, junto con su esposa, regresó a Panamá con la intención de quedarse. Aunque atrás dejaba un buen puesto laboral en McDonalds, Torrijos deseaba participar en la reorganización del PRD, que atravesaba por una etapa francamente difícil, relegado a la oposición al Gobierno de Endara y luchando por deshacerse del pesado fardo electoral que suponía ser señalado como un cómplice clamoroso de Noriega y los militares en la ominosa década de los ochenta.

A la vez que se hacía un hueco profesional en el sector privado panameño, tomando parte en negocios de exportación agrícola y otros comerciales, y vendiendo equipos de iluminación industrial, Torrijos fue captado para el proselitismo perredista por uno de los más estrechos colaboradores que había tenido su padre, Ernesto Pérez Balladares, antiguo ministro de Hacienda y de Planificación Económica, amén de secretario general del partido que había ayudado a fundar, todo ello antes de tomar cuerpo la dictadura norieguista.

En marzo de 1991 Pérez Balladares, apodado Toro, había vuelto a tomar las riendas del PRD y ahora estaba embarcado en un proyecto de modernización doctrinal y orgánica. Torrijos era conocido por todos por ser el hijo de quien era y Pérez Balladares lo asesoró políticamente, si bien en ese momento la opinión pública difícilmente podía vislumbrar en aquel veinteañero de buena planta, discreto, de aspecto sutil y sonrisa difícil, no ya los rasgos de su enérgico padre, sino simplemente madera de dirigente. Comparado con Omar, líder que traía inmediatamente a las mientes el mestizaje racial que, en mayor o menor grado, comparte la gran mayoría de los habitantes de la nación caribeña, Martín exudaba una latinidad blanca con los modales de un estadounidense.

Inicialmente, Torrijos se hizo cargo de las Juventudes del PRD, mientras su mentor se preparaba para la próxima liza en las urnas. Las elecciones generales del 8 de mayo de 1994 sonrieron a los perredistas: en las legislativas, el bloque tripartito por ellos encabezado, Pueblo Unido, obtuvo una mayoría relativa de escaños, mientras que en las presidenciales Pérez Balladares se proclamó vencedor sobre la candidata del gobernante Partido Arnulfista (PA) y sus aliados liberal-conservadores, Mireya Elisa Moscoso Rodríguez, viuda del ex presidente Arias.

Tras tomar posesión el 1 de septiembre, Pérez Balladares nombró a Torrijos viceministro de Gobierno (Interior) y Justicia, teniendo como superior inmediato al ministro Raúl Montenegro. Desde esta oficina, esencialmente burocrática y gestora, Torrijos adquirió una valiosa experiencia gubernamental que le confirió la seguridad necesaria para aspirar a metas políticas más ambiciosas, a la vez que vio realzada su notoriedad popular.

Se convocó un proceso interno de elecciones primarias, inédito en el PRD, y al punto lanzó su postulación Alfredo Oranges Bustos, ex ministro de Desarrollo Agropecuario y dirigente mal avenido con el mandatario saliente. Resuelto a pararle los pies a Oranges, Pérez Balladares se sacó de la manga un as en la persona de su amigo, que aceptó gustoso el envite. Las primarias perredistas, desarrolladas en un ambiente de nerviosismo por los malos sondeos electorales, fueron una carrera de obstáculos para Martín, pero la movilización en su favor de los resortes presidenciales y las invocaciones emocionales del apellido que portaba le brindaron una ventaja decisiva.

Así, el 25 de octubre de 1998 el ex viceministro consiguió derrotar con un margen más holgado de lo esperado, el 57% de los votos, a Oranges y otros ocho rivales, entre los que, circunstancia harto singular, estaban su hermanastro Omar José y un primo carnal, Hugo Torrijos Richa, director de la Autoridad Portuaria Nacional (APN), quien resultó tocado por un escándalo de corrupción y quedó en tercer lugar. La elección presidencial del 2 de mayo de 1999 presentaba, por tanto, el aliciente de enfrentar a los familiares directos, el huérfano Torrijos y la viuda Moscoso, de los dos grandes estadistas panameños de la segunda mitad del siglo XX. Además, quien saliera vencedor se apuntaría como gran hito de su mandato la retrocesión del Canal y las últimas Áreas Revertidas que lo rodeaban. Lógicamente, el PRD quería cerrar bajo su égida el proceso histórico que había emprendido el general Torrijos. Y nadie mejor que Martín para usufructuar este magno colofón, se pensaba en el partido.

Con el 37,6% de los sufragios, Torrijos fue batido por su adversaria arnulfista por más de siete puntos de diferencia, aunque en la votación a la Asamblea Legislativa la coalición capitaneada por el PRD, esta vez cuatripartita y bajo la etiqueta de Nueva Nación, no sólo aguantó el tipo, sino que, con 42 de los 72 escaños y el 57,7% de los votos, derrotó sin paliativos a la Unión por Panamá nucleada en torno al PA. Nada más anunciar el Tribunal Electoral los resultados, Torrijos notificó que reconocía su derrota, despejando de cualquier sombra la toma de posesión de Moscoso, prevista para el 1 de septiembre. Antes de producirse aquella, el 8 de agosto, Torrijos se hizo con la Secretaría General del PRD en el VI Congreso ordinario del partido, cuando Pérez Balladares se resignó a tirar la toalla. Después de 18 años, un Torrijos volvía a ser el líder indiscutible del PRD.

En los años siguientes, Torrijos se desenvolvió como un cabeza de la oposición sólido, articulado y moderadamente constructivo, reacio a las expresiones de pugnacidad y las maniobras de desgaste gratuitas, aunque muy crítico con diversos aspectos de la gestión gubernamental, en especial con los casos de presuntas irregularidades y corruptelas aventados por los medios.

En agosto de 2000 el PRD y el Partido Demócrata Cristiano (PDC, luego llamado Partido Popular, PP), superando desconfianzas y rencores mutuos que se remontaban a los años de Noriega, suscribieron el Acuerdo para el Mejoramiento y la Transformación de la Asamblea (Acuerdo META), el cual fue presentado por los signatarios como una iniciativa para dar fluidez a los trabajos del Legislativo, si bien su objetivo conspicuo era repartirse los puestos de dirección del hemiciclo. Por su parte, Moscoso lo denunció como una estocada mortal al llamado Pacto de la Pintada, suscrito en agosto del año anterior por el PA y el PDC con la adición de otras formaciones del centroderecha.

El Acuerdo META, que de entrada supuso los saltos de Laurentino Cortizo Cohen, del Partido Solidaridad (PS), a la Presidencia de la Asamblea, de la democristiana Teresita Yaniz de Arias a la Vicepresidencia Primera y del perredista Mateo Castillero Castillo a la Vicepresidencia Segunda, fue firmado por los respectivos presidentes partidarios, el veterano Ricardo Arias Calderón –esposo de Teresita Yaniz- por el PDC y Balbina Herrera Arauz por el PRD, y aunque estaba programado para cuatro años, hasta el final de la legislatura, sólo llegó a durar dos. Entonces, en agosto de 2002, una facción disidente del PRD encabezada por el diputado Carlos Alvarado, hombre allegado a Pérez Balladares y que arrastraba una causa disciplinaria interna, adoptó con el PA por su cuenta y riesgo el llamado Pacto de Boquete, que permitió al oficialismo recobrar el control de la Asamblea, para cuya presidencia resultó elegido el mismo Alvarado.

Este revés no amilanó a Torrijos, que afrontaba con plena confianza las elecciones generales de 2004. De hecho, Alvarado, sin renunciar a su rebeldía frente al CEN perredista, respaldó abiertamente a Torrijos de cara a la proclamación del candidato presidencial del partido. Más allá de las peleas por el control de ciertas palancas de poder político y del choque de ambiciones personales, en el PRD no existía una verdadera fractura que diera lugar a escisiones e hiciera peligrar las excelentes perspectivas electorales. En el VII Congreso ordinario, celebrado justamente en agosto de 2002, Torrijos fue reelegido secretario general y perfiló sus propuestas de Gobierno.

Fue la ocasión para anunciar un "pacto social" destinado a combatir la pobreza, el desempleo –en torno al 14%-, la corrupción y la delincuencia espoleada por el narcotráfico, problemas los cuatro que estaban cobrando notoriedad bajo la cada vez más criticada presidencia de Moscoso, y con el acento puesto en cuestiones tales como la transparencia en la gestión de la cosa pública, los valores morales, la descentralización administrativa y la situación de la mujer y la minoría indígena en la sociedad. El 30 de marzo de 2003, el año del centenario de la independencia, Torrijos fue elegido sin oposición candidato a la Presidencia de la República en la convención del PRD.

El futuro Gobierno perredista haría compatibles los programas de generación de empleo y combate a la pobreza, basados en parte en las subvenciones y en parte en los estímulos crediticios al pequeño y mediano empresariado para la puesta en marcha de negocios y la contratación laboral, con una política económica de estabilidad y crecimiento que pusiera coto al déficit fiscal y la deuda pública total -que eran, junto con el paro, los aspectos más negativos del balance del quinquenio arnulfista-, avanzara en las desregulaciones y removiera obstáculos a las inversiones.

Según Torrijos, si llegaba a la Presidencia, haría lo posible para "erradicar" la pobreza combinando la "ayuda directa a los pobres" con un modelo de "desarrollo viable" respetuoso con el medio ambiente y donde "a la inversión productiva la acompaña la decencia". Toda vez que la pobreza presentaba "un rostro económico y un rostro cultural", se hacía necesario atacarla con una "estrategia de desarrollo integral", desarrollada en cuatro frentes: aumentando la productividad y la competitividad; cimentando el crecimiento del PIB; saneando las finanzas públicas; y, mejorando los servicios del Estado-providencia, hasta asegurar la solvencia y la cobertura universal de la Caja de Seguro Social (CSS), cuya privatización quedaba descartada no obstante padecer una grave crisis financiera. Sin embargo, no explicó cómo corregiría él los números rojos de la CSS.

El turno le llegó a la Caja de Seguro Social, el reto político y social más sensitivo que debe encarar la
actual administración. Los sindicatos, los jubilados y demás gremios advirtieron de que no cederían sus"derechos". Algunos, como el sindicato de la construcción (SUNTRACS), advirtieron que estaban dispuestos a dejar la vida en las calles.
Los estamentos de seguridad, por su parte, empezaron a armar sus estrategias para afrontar las manifestaciones.
"Las cosas podrían volverse violentas", dijo un alto oficial de seguridad del Estado. El país se inquietó.
En el mundo, todos los gobiernos que han reformado la seguridad social han pagado altos costos. Incluso, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, no se atrevió a tocar el tema en su primer mandato, temía por su re-elección presidencial.
El Ministro de Economía dijo que las reformas a la seguridad social tenían que ser profundas, que la situación no permitía parches. El Gobierno puso en marcha una campaña de concienciación que eventualmente cayó en un limbo.

Mientras tanto, aparecieron otros elementos que turbaron los ánimos: el anuncio de aumento de las tarifas de electricidad producto de los altos costos del crudo.
En el ambiente todavía resonaba la confesión de la firma INDESA del brillante desempeño de la economía en el primer cuatrimestre. Horas después, la Presidencia confirmó el anuncio. El mensaje no había llegado por los canales apropiados, pero eran buenas noticias para el país. Así se cumplían las proyecciones hechas en enero.
Aunque la opinión pública se distraía con las noticias del Camino de Cruces y los escandalosos fallos de la Corte Suprema de Justicia –que frenaron importantes investigaciones–, el tema de la CSS volvía al tapete.

Ebrahim Asvat, secretario de Metas de Gestión, en ese entonces dijo que culminnarían el periodo de consultas con los distintos sectores del país. "Las reformas que se requieren para estabilizar el programa de Invalidez, Vejez y Muerte se harán en el tiempo; es decir, no se trata de cambios inmediatos... El sistema seguirá siendo solidario y no se privatizará".

Panamá, al ritmo de los mercados y el comercio
En el área económica, la administración de Martín Torrijos ha tenido que enfrentar alzas históricas de los precios del combustible en los mercados internacionales. El aumento de los derivados del petróleo hizo que Torrijos anunciara un subsidio del impuesto del combustible, lo que implica un sacrificio fiscal de 16 millones de dólares.
La medida fue aplaudida por las empresas y los consumidores, pero las rebajas no llegaron a la velocidad esperada. El Ente Regulador de los Servicios Públicos dijo que el aumento de la energía era inminente.
Pese a ello, la economía doméstica creció 9%, según el Gobierno. Los principales motores fueron las actividades los puertos y el trasiego de petróleo y la Zona Libre (compra de inventarios).

Hilando un poco más fino, Torrijos explicó que la ejecución de dicha estrategia pasaría por una profunda reforma del Estado en aras de la eficiencia y la seguridad jurídica. Los cambios afectarían al poder judicial, a
Por otro lado, Torrijos abordó la realización de una serie de grandes proyectos de inversión en infraestructuras consideradas fundamentales para el desarrollo económico de un país que basa en el sector servicios tres cuartas partes de su PIB, proyectos que no habían fraguado o se habían empantanado en el quinquenio de Moscoso por falta de financiación y estudios técnicos adecuados. En primer lugar, estaba la ampliación, juzgada perentoria por los agentes económicos, del Canal mediante la construcción del tercer juego de esclusas, para dar abasto con el constante crecimiento del tráfico naval y el tamaño de los buques. La tesorería del Estado ingresó en 2004 386 millones de dólares por el cobro de peajes y otros servicios conexos del conducto interoceánico, pero este aporte era muy inferior, por ejemplo, al servicio anual de la deuda externa (por no hablar del monto de la misma) y al volumen de las exportaciones, aun tratándose Panamá de un país que vendía muy poco al exterior.

Torrijos quería aumentar los ingresos fiscales del Canal y, en principio, era favorable a ampliar su capacidad, pero antes de emprenderse las obras deberían estudiarse cuidadosamente el gigantesco coste de las mismas, del orden de varios miles de millones de dólares, y las modalidades de la financiación, que apuntaban a un esfuerzo combinado del Estado y el capital privado. No descartaba la participación de la banca multilateral y la cesión a empresas privadas de la prestación de determinados servicios, pero la última palabra la tendría el pueblo panameño, que sería consultado en referéndum cuando los partidos parlamentarios consensuasen una decisión al respecto.

El candidato del PRD contemplaba también el fomento de la prometedora industria turística, los servicios de registro de buques en la Autoridad Marítima de Panamá (AMP, ex APN) y los recursos de puerto franco de la Zona Libre de Colón, en la entrada atlántica del Canal, amén de la ejecución en la misma Zona Libre de otro gran proyecto acariciado desde tiempo atrás y no exento de fuertes controversias por su incierto impacto sobre el ecosistema y las denuncias de sobornos en las licitaciones, el Centro Logístico Multimodal de Transporte y Servicios Internacionales, cuyo componente más ambicioso era el Centro Multimodal, Industrial y de Servicios (CEMIS).

En cambio, Torrijos negó la viabilidad del tan traído y llevado Centro Multilateral Antidrogas (CMA), una estructura de vigilancia del narcotráfico procedente de Sudamérica reclamada por Estados Unidos desde la invasión de 1989 para suplir la retrocesión del Canal. Como dando el carpetazo definitivo al asunto, Torrijos aseguró que, ciertamente, Panamá necesitaba entablar una nueva relación con Estados Unidos, pero que ésta debía basarse sobre todo en el mutuo beneficio económico y no dar pábulo a unos aspectos militares que él asociaba a un pasado periclitado. Torrijos convirtió su plataforma Patria Nueva en una alianza donde el PRD se dio la mano con el PP (ex PDC), notorio partido de derecha y, como se apuntó arriba, otrora un enemigo jurado. Este binomio electoral, impensable hasta hacía bien pocos años, ejemplificaba el gran trecho que la clase política panameña, sin menoscabo de sus diferencias ideológicas, había recorrido en pro de la reconciliación nacional y la superación de los viejos sectarismos.

El pacto adoptado por Torrijos y los populares estableció que la Vicepresidencia Primera de la República y la Cancillería (el Ministerio de Exteriores) serían para el empresario Samuel Lewis Navarro, y la Vicepresidencia Segunda y la administración de la AMP para el sucesor de Arias Calderón al frente del PP, Rubén Arosemena Valdés. El cantante salsero y actor Rubén Blades, candidato presidencial en 1994 y miembro de la coalición Nueva Nación en las legislativas de 1999 a través de su Movimiento Papa Egoró, fue fichado también por Torrijos, que le reservó el puesto de gerente general del Instituto Panameño de Turismo (IPAT), con rango de ministro de Estado.

A lo largo de la precampaña y la campaña, Torrijos fue frecuentemente interrogado por los periodistas sobre sus actividades empresariales privadas, de las que no se sabía gran cosa. Sin entrar en detalles y sin resultar muy convincentes, el matrimonio Torrijos aseguró que Martín era dueño de constructoras, de negocios de alquiler de equipo pesado y de fincas rústicas, así como consultor económico de multinacionales navieras, de la comunicación y la agroexportación, entre las que mencionó la firma Panama Maritime. También, que poseía participaciones accionariales en una empresa regentada por el poco menos que su padre adoptivo, Cirilo McSween, e inversiones en bolsa con "buenos rendimientos".

Finalmente, se hizo notar cómo Torrijos deseaba marcar las distancias del régimen político fundado y mandado por su padre, a quien situó en un contexto histórico específico y evocó con un tono más respetuoso que apologético. Las apelaciones sentimentales a la figura del dictador no abundaron y las declaraciones de admiración fueron escuetas y contenidas. Ahora bien, el candidato perredista no aclaró si levantaba sus reparos a los trabajos de la Comisión de la Verdad, el panel oficial de investigación puesto en marcha por Moscoso en 2001 para sacar a la luz los abusos del poder y las violaciones de los Derechos Humanos cometidos por el Estado en el período 1968-1989. En particular, Torrijos guardó mutismo sobre si el Estado debería indemnizar a los familiares de las 110 víctimas, entre muertos y desaparecidos, de la dictadura documentadas por la Comisión. Más elocuente fue Torrijos en el anuncio de que un eventual Gobierno del PRD ordenaría una auditoria exhaustiva de la situación financiera de las agencias estatales que permitiese esclarecer la verdad de muchas de las denuncias de corrupción recibidas por la administración saliente.

Torrijos llegó a la recta final de la campaña encabezando las encuestas con holgura. Su principal adversario era el ex presidente Endara, candidato arnulfista que concurría con el aval del PS tras romper con el oficialismo. Mucho más relegado en los sondeos aparecía el postulante del PA y persona de confianza de Moscoso, el ex canciller José Miguel Alemán Healy, respaldado también por el Partido Liberal Nacional (PLN) y el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (MOLIRENA). El 2 de mayo de 2004 los pronósticos se cumplieron y el aspirante del PRD se proclamó presidente con un voluminoso 47,4% de los votos, seguido por Endara con el 30,9% y Alemán con el 16,4%. En un distante cuarto lugar, con el 5,3%, quedó Ricardo Martinelli Berrocal, de Cambio Democrático (CD). En los comicios a la Asamblea, la victoria del PRD fue también resonante y, con 41 escaños, conquistó la mayoría absoluta: desde la restauración democrática, ningún partido había logrado esta cuota de poder en solitario. A esta bancada debía asociarse el diputado metidos por el PP, lo que conformaba una confortable mayoría parlamentaria para el ejecutivo en ciernes.

La jornada democrática resultó más dulce para Torrijos porque el nivel de participación, el 77%, había superado el de anteriores ediciones. Nada más conocer los datos del escrutinio, Torrijos proclamó que Panamá vivía "los últimos minutos de una pesadilla de cinco años" y que "a partir de hoy comienza una nueva etapa en nuestro país". Aquietada la euforia que se desató en las filas perredistas al cierre de las urnas, Torrijos se concentró en los preparativos de la mudanza gubernamental.

A finales de junio, el PRD y el PP adoptaron con el PA un pacto de colaboración para introducir una serie de enmiendas en la Constitución sobre las que Torrijos y Moscoso estaban básicamente de acuerdo, entre ellas la reducción del número de legisladores, la limitación de su inmunidad, la eliminación de uno de los puestos de vicepresidente de la República, el cambio en la forma de elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, el establecimiento del mecanismo de una Asamblea Nacional Constituyente para acometer futuras reformas de la Carta Magna y la obligatoriedad del referéndum vinculante sobre cualquier ampliación del Canal. A tal fin, se ponía en marcha una Asamblea Constituyente Paralela integrada por 41 miembros de representación partidaria y de libre postulación designados por iniciativa popular.

En vísperas de la toma de posesión del 1 de septiembre, Torrijos se topó con un conflicto de política exterior, comenzado el 22 de agosto, que dañó las relaciones con Cuba y Venezuela, y que le iba a tocar resolver a él. Primero, la presidenta saliente instruyó al canciller Harmodio Arias para que trajera de vuelta a casa al embajador en Cuba y de paso exigiera al Gobierno de la isla caribeña la retirada de su embajador en Panamá. Era la doble reacción a la amenaza lanzada por La Habana de romper las relaciones diplomáticas porque, a su entender, Moscoso estaba lista para otorgar el perdón a cuatro exiliados cubano-estadounidenses encarcelados en Panamá con penas de siete y ocho años de prisión por los delitos de tenencia de explosivos y falsificación de documentos.

Cuba demandaba la extradición de los emigrados sobre la acusación de haber planificado el atentado contra Fidel Castro que los servicios de seguridad consiguieron desbaratar antes de su comisión con motivo de la X Cumbre Iberoamericana de noviembre de 2000 en Panamá. El más notorio de los cuatro, Luis Posada Carriles, veterano activista anticastrista y ex agente de la CIA, estaba buscado por la justicia cubana desde los años setenta por terrorismo y subversión, y tenía cuentas pendientes también con Venezuela.

En efecto, Moscoso terminó indultando a Posada y sus compañeros, según ella por "razones humanitarias", pues creía que la nueva administración perredista podría entregarlos a Cuba o Venezuela, donde corrían riesgo de ser ejecutados ("los habrían matado"). La reacción de las capitales concernidas fue fulminante: el 26 de agosto La Habana declaró la ruptura de las relaciones diplomáticas y al día siguiente Caracas retiró a su embajador. Torrijos, que no tenía más remedio, terció en la trifulca para criticar las decisiones de Moscoso y asegurar que tan pronto como se hiciera cargo de la Presidencia iniciaría las gestiones tendentes a restaurar las relaciones panameño-cubanas y panameño-venezolanas.

El 1 de septiembre Torrijos prestó juramento de su mandato hasta 2009 en presencia de diez mandatarios extranjeros, entre los que no estaban Castro ni Hugo Chávez, quien sí tenía prevista su asistencia pero que la canceló a raíz de las declaraciones de Moscoso. En su discurso inaugural, Torrijos lanzó una "declaración de guerra a la corrupción y la impunidad", recordó a su padre con palabras de agradecimiento, estimó que el "lamentable" indulto de los reos cubanos había "desfigurado" la imagen internacional de Panamá y confirmó que el Ejecutivo entrante se disponía a restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba y a normalizar las relaciones con Venezuela.

"En mi Gobierno, el que robe que se atenga a las consecuencias", avisó Torrijos, quien debió imponerse a la vieja guardia del PRD, poco proclive a su heterodoxia. De hecho, acudió a las urnas coaligado con el Partido Popular (PP, derecha), enemigo jurado del torrijismo en el pasado.

El plan de Gobierno tenía como metas prioritarias hacerle frente al desempleo y a la pobreza extrema. En estos sectores, el presidente logró avances sustanciales. Disminuye el desempleo y crea un sistema de subsidios para personas de pobreza extrema. Esto conllevó al Desarrollo de instrumentos operativos de focalización de la inversión y a las creación de mecanismos tales como: PRODEC, PROINLO, PRODEM. También se utilizaron como estrategias para las políticas sociales mecanismos consultivos de participación ciudadana y la reorganización institucional y creación de nuevas instituciones como el MIDES, MIVI, INADEH, SENACYT, SENADIS, SENAPAN, entre otros.

En este camino de construcción de la Patria Nueva, las reclamaciones legítimas de las comunidades alcanzaron soluciones oportunas en el marco de un nuevo estilo político social dirigido a la edificación de una sociedad más libre, justa, solidaria, moderna e incluyente. La participación ciudadana así como las oportunidades y libertades impregnaron toda la acción del Gobierno en todos los aspectos de la vida de la sociedad panameña.

Muy especialmente llevó adelante el programa Red de Oportunidades, donde el 96% de los hogares en pobreza extrema quedaron bajo la cobertura de la red; en ese período abarcó 73 mil 338 hogares en 609 corregimientos del país.

Otras de sus primeras acciones fue crear dos importantes Secretarias a nivel presidencia: una para integración de las personas con discapacidad (SENADIS) y otra para la Innovación Gubernamental.

Otros programas de innovación fueron, por ejemplo: Panamá Compra. Panamá Emprende. Panamá Tramita. Conéctate al conocimiento. Consultas en el Registro Público por internet. Gaceta Oficial Digital. Sistema Legisdata.

Las reformas más importantes fueron: Reforma Fiscal. Reforma del Sistema de Seguridad Social. Reforma del sistema bancario. Reforma del régimen aduanero. Reforma de régimen migratorio. Reforma del sector turismo. Reforma del régimen de contrataciones públicas y reformas profundas en el tema de seguridad.

Asimismo, el Canal en manos panameñas es administrado durante su período con altos grados de eficiencia y logró crear las condiciones para llevar adelante los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, sometiendo a una consulta popular que fue respaldada por ocho de cada diez panameños.
Sólo dos semanas después de haberse posesionado como presidente, la administración Torrijos enfrenta el 17 de septiembre de 2004, en el área este de la Ciudad de Panamá un desastre producido por las inundaciones, demostrando una capacidad de respuesta gubernamental y sensibilidad social que marcaron la pauta de su gobierno.

Torrijos habló de uno de los problemas que aqueja a los panameños; “Este año también se ha reforzado la seguridad, la salud y la educación”, dijo el presidente, cumpliendo así con resolver parte de los principales problemas que afectan al país y que los ciudadanos claman por mejoría. Sobre el desempleo el presidente dijo que "hace cuatro años teníamos una situación de desempleo agobiante, unas finanzas públicas que realmente no le servían al país y que no servían para que la propia sociedad pudiera generar sus recursos".

El presidente se refirió a los logros de su política exterior, indicando que se ha logrado que inversionistas de todo el mundo vengan a Panamá, traduciéndose en nuevas plazas de trabajo, crecimiento de la economía y un número sustancial de nuevos cotizantes a la Caja del Seguro Social. "Panamá ha sido, entre muchos países, el que más ha crecido en Latinoamérica y eso ha sido ratificado por los organismos internacionales", acotó.

Sobre sus frecuentes viajes al extranjero, Torrijos dijo que Panamá ha estado presente en todos los foros internacionales, y que sus viajes representan la competitividad de Panamá frente a otros destinos que estudian los inversionistas. “No es que uno quiera viajar, uno compite por la inversión. Quien pretenda gobernar quedándose encerrado en el Palacio de Las Garzas sin visitar el interior de su país para conocer sus problemas, y luego enfocar las soluciones, no logrará atraer inversionistas",

Anteriormente se escuchaba hablar de corrupción y desempleo; temas que quedaron en el pasado. El presente implica ayudar a los panameños a resolver los problemas en el precio de la canasta básica y la seguridad, dijo el presidente; Torrijos explicó que existen buenas proyecciones de crecimiento para Panamá para 2009, pero que ha pedido a su equipo económico cautela, ya que existen informes de CEPAL y el Banco Mundial que señalan variaciones económicas, sin poder medir su magnitud, debido a la crisis financiera y económica que afecta a Estados Unidos, Europa, y Asia.

Reconoció que el tema de la seguridad necesita solución, y refiriéndose a la salud recordó que Panamá es la nación de América Latina, después de Estados Unidos, en tener dentro del cuadro de vacunas del sistema de atención pública de salud cuatro importantes vacunas que previenen muertes en niños y adultos, y esto ha sido reconocido por los organismos internacionales. "Aquí esto pasa desapercibido, pero ahora los panameños humildes pueden acceder a vacunas que sólo podían pagar los que tenían plata. Hoy hay más hospitales y mayor atención médica a nivel nacional y en las comarcas", concluyó.

Finalizando el mandato de Torrijos corresponde una evaluación de la política social de su gobierno. Al margen del respeto hacia la ministra Roquebert, cuya honestidad no ponemos en duda, hay que buscar un balance entre dos extremos: los cantos de “victoria” sobre la pobreza y la percepción de desastre que tienen los ciudadanos.

Iniciando por lo último, los más extremos señalan las grandes tragedias de estos años:

1- Una decena de ahogados en Prados del Este. Sólo dos semanas después de haberse posesionado como presidente, la administración Torrijos enfrentó su primera crisis. El 17 de septiembre de 2004 en el área este de la Ciudad de Panamá se suscitaron inundaciones en una área baja y cercana al mar, en una urbanización mal construida, que no contaba con muros de contención para el Río Cabra; el desastre dejó como saldo diez personas muertas y una docena de desaparecidos.

2- El Jarabe de la Muerte: Los envenenados con medicinas de la Caja de Seguro Social. Se saldó con unos 400 muertos según cifras oficiales, el doble de acuerdo al comité de víctimas, y miles de afectados, entre ellos 250 menores. El brebaje debía contener glicerina, pero en lugar de ello estaba hecho a base de dietilenglicol, un refrigerante industrial altamente tóxico. no solo es el peor escándalo de salud del país, sino también el mayor envenenamiento por dietilenglicol de todo el mundo. 200,000 frascos de jarabe adulterado. La historia se remonta a 2003, cuando la Caja del Seguro Social compró cerca de 9.000 kilos de lo que se pensaba era glicerina pura a la empresa panameña Medicom. Ésta, a su vez, la había adquirido de la farmacéutica española Rasfer Internacional S.A., quien se la compró al grupo chino CNSC Fortune Way Company. Con esa supuesta glicerina pura, el Seguro Social elaboró un jarabe para el resfriado y la gripe que resultó no apta para consumo humano. Las autoridades sanitarias distribuyeron en el país 200,000 frascos, pero no fue hasta 2006 cuando empezaron a identificar los primeros casos de envenenamiento. Hasta entonces, las muertes las habían achacado a una enfermedad atípica, denominada síndrome de insuficiencia renal. En un principio fueron imputadas 27 personas, pero la cifra se redujo a 11.
En julio de 2016 seis de ellas fueron absueltas y cinco condenadas, un empresario y cuatro exfuncionarios.
Así, Ángel Ariel de la Cruz, el director de Medicom (fabricante del jarabe), fue sentenciado a cinco años de prisión y a las otras cuatro personas halladas culpables les correspondió 12 meses de prisión conmutable, según informó en aquel momento el Órgano Judicial de Panamá.
11 de abril de 2018:
Presentan nuevas demandas por el envenenamiento masivo en la CSS
En horas de la mañana, el abogado Victor Orobio presentó ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), más de 100 nuevas demandas en contra del Estado por el caso del envenenamiento con dietilenglicol a pacientes de la Caja de Seguro Social.

Con estas nuevas demandas, se suman más 250 acciones legales contra el Estado de las víctimas que reclaman una indemnización por $300 millones por daños y perjuicios, a raíz de la ingesta de los medicamento de la CSS contaminados.

Orobio, explicó que estas demandas individuales y no colectivas representan a que cada víctima tiene antecedentes e historias diferentes. A su vez anunció que el próximo 19 de abril se enviaran unas decenas de demandas a la Procuraduría General de la Administración.

El abogado presentó estas nuevas demandas en compañía de los afectados y sus familiares .

Cabe destacar que por este caso se han condenado a varios exfuncionarios de la CSS, como el exdirector de la entidad Rene Luciani y Linda Thomas Martín, exjefa del laboratorio de producción de medicamentos.

3- 18 incinerados en un autobús, La Tragedia de La Cresta o la Tragedia de la Martín Sosa fue un incendio declarado en un autobús de servicio público ocurrido en la ciudad de Panamá el 23 de octubre de 2006, específicamente en la Avenida Martín Sosa, en el área de La Cresta. Este accidente marcó un cambio social al demostrar el colapso evidente del sistema de transporte público en el país.

Este suceso ocurre principalmente por un desperfecto mecánico en el sistema de refrigeración del bus 8B-06 de la ruta Mano de Piedra - Corredor Norte. Al llegar el bus a dicha avenida comenzó a arder; debido a que el bus no tenía las medidas de seguridad tales como extintor o puertas de emergencia, muchos pasajeros no tuvieron tiempo para escapar, y en total unos 18 pasajeros murieron calcinados en la parte trasera del bus (13 mujeres y 5 hombres, 2 de los cuales son niños). El resto de los pasajeros pudieron escapar por las ventanas, donde hubo 25 heridos y dos de estos quedaron con severas quemaduras de segundo y tercer grado y fueron enviados al Hospital Santo Tomás, donde tuvieron que ser operados con injertos de piel.

4- Una exponencial ola de criminalidad

5- Durante su mandato, Torrijos Espino enfrentó la tragedia del Helicóptero SAN 100 del Servicio Aéreo de Panamá, donde el General Director de Carabineros de Chile, José Alejandro Bernales y otros integrantes de la Delegación Oficial Chilena y de Panamá fallecieron trágicamente.
6- Solamente una hora después de haber tomado el control de la nación, Torrijos y su gobierno se enfrentaron a la primera huelga de indígenas provenientes de la Región Interoceánica el 1 de septiembre de 2004.

No es que “Martín está sala’o” , sino que estas tragedias son producto del efecto acumulativo de 20 años de nefastas políticas neoliberales, cuya responsabilidad recae no solo en este gobierno, sino también en los que le precedieron. En el extremo de los “optimistas”, tenemos al propio Martín diciendo que deja al país “en ruta al desarrollo”, que ha disminuido la pobreza y nos ha acercado al cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio (reducir la pobreza extrema a la mitad). Según el gobierno, apoyado por la CEPAL, entre 2001-2007, la pobreza bajó de 36.7% a 28.6% y la indigencia de 19.2% a 11.7%. Lo cual probaría el éxito de la política económica y social. Pero la población no tiene la misma percepción.

¿Cómo el gobierno explica este “milagro”, disminuir la pobreza sin tocar el fondo de un sistema económico injusto en que prevalecen la especulación, las privatizaciones, el lucro por encima del bienestar social, la violación a los derechos laborales?

Simple: la manipulación de las estadísticas (que incluye no publicar lo que contradice la propaganda gubernamental, como pasó con el informe de PNUD de 2007) y las “transferencias condicionadas”.

La metodología cuestionable de CEPAL, basada en decir que en el área urbana, se puede comer dignamente con $1.58 persona/día, y una familia con $190.00 por mes; y el área rural, con $1.23 persona/diario y $147.20 familia/mensual. Si a las familias ubicadas en ese rango se les dan $50.00 mensuales (Red de Oportunidades) “ya los sacaste de la pobreza”?

Ni es cierto que se pueda vivir con las cifras señaladas, que no toman en cuenta una inflación acumulada del 20 al 30%, ni tampoco se sale de la miseria con $50.00.
Para que haya “un verdadero cambio” se requiere un gobierno dispuesto a tocar los intereses de quienes se enriquecen con la actual situación: aumentando los impuestos a quienes más ganan, aumentando los salarios y congelando los precios, fomentando y protegiendo los sectores que crean empleos permanentes y bien pagados, sobre todo en la industria y agricultura, redirigiendo los gastos superfluos del Estado a la inversión en salud y educación.

Torrijos cambia a cinco ministros del Gobierno panameño
El presidente de Panamá nombró a los titulares de Presidencia, Gobierno, Educación, Trabajo y Salud

El secretario de información del Estado, Eric Auherbach, indicó que como nuevo ministro de Gobierno y Justicia fue designado Daniel Delgado Diamante, quien desempeñaba hasta el momento el cargo de director general de Aduanas. Delgado, quien fue un oficial de las fenecidas Fuerzas de Defensa y posteriormente se graduó de abogado, reemplaza en el cargo a la también letrada Olga Golcher.

El vicepresidente segundo y director de la Autoridad Marítima de Panamá (AMP), Rubén Arosemena, fue nombrado como nuevo ministro de la Presidencia, en sustitución de Adonai Rivera, mientras que en el de Educación fue designado Belgis Herrera, quien reemplaza a Miguel Angel Cañizales. Herrera trabajaba como director del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (IFARHU).

Las carteras de Trabajo y de Salud, por su parte, tienen como nuevos titulares a Edwin Salamin y Rosario Turner, quienes llegan al cargo para sustituir a Reynaldo Rivera y Camilo Alleyne. Salamin era el actual viceministra de Trabajo, mientras que Turner era directora de prestaciones médicas de la Caja de Seguro Social (CSS).

También se anunció el nombramiento de los nuevos viceministros de Trabajo, Felipe Cano; de Economía, Gisela Alvarez de Porras; de Desarrollo Social, Diana Molo y de Desarrollo Agropecuario, Adonai Ríos. Además, Torrijos hizo cambios en cerca de una veintena de instituciones, como la Dirección General de Aduanas, en la que la nueva directora es Vilma de Luca, en reemplazo de Delgado, y en la AMP, que tiene como nuevo director a Fernando Solorzano, en sustitución de Arosemena.

El 28 de abril de 2006, en el marco del debate por la ampliación del Canal de Panamá, Torrijos cambió a los ministros de Gobierno Héctor Alemán y de Economía y Finanzas Ricaurte Vásquez, a quienes reemplazó por Golcher y Carlos Vallarino.

Vallarino, hasta ese entonces, era ministro de Obras Públicas, cartera en la que se nombró como nuevo titular a Benjamín Colmarco, mientras que Vásquez fue sustituido por Héctor Alexander.

Para los nuevos cambios anunciados hoy, los 14 ministros de

Estado pusieron sus cargos a disposición el pasado lunes, para dejar a Torrijos "en plena libertad" de hacer reajustes a sólo dos años de que finalice su mandato.

EL ÚLTIMO DISCURSO:

Previo al discurso de Torrijos, se distribuyó a los presentes, excepto a los periodistas, un “informe pormenorizado” de los grandes proyectos y las pequeñas obras realizadas durante los cinco años de mandato.

En el último discurso de su mandato, Torrijos, cuando entregó el mando al opositor Martinelli, un empresario ganador de las elecciones del 3 de mayo, reconoció que aún quedan muchas tareas por hacer.

"No pretendo describir un país idealizado y sin problemas. Todavía quedan muchos retos por delante, que Gobiernos sucesivos, comenzando mañana, tendrán que afrontar", reconoció el mandatario, del Partido Revolucionario Democrático (PRD).

Según él, la Administración de Martinelli "contará con los recursos necesarios" para hacer frente a los retos gracias a la ampliación de la vía interoceánica, refrendada por los panameños en un referéndum, y añadió: "de manera que se convierta en el eje sobre el cual gire nuestro desarrollo futuro".

Aseguró que el nuevo Gobierno contará también "con una hoja de ruta, un camino trazado, no por el Gobierno que hoy termina, sino por toda la sociedad y por la gran concertación nacional".

Tras sus cinco años de Gobierno (2004-2009), el expresidente de Panamá afirmó haber "sentado las bases para construir un país diferente, un país que no tolera la discriminación ni la exclusión".

En ese sentido, destacó el programa social Red de Oportunidades, el programa de asistencia social del que se siente más orgulloso, con el que se ayudó a "las familias menos favorecidas a romper el ciclo de la pobreza".

También apuntó que su Administración permitió a las distintas comunidades decidir "cómo invertir" la parte de los ingresos que les correspondía de los recursos generados por el Canal.

Torrijos aseguró haber dejado un país "en que no hay cuentas del Estado que no estén abiertas al escrutinio público, donde la acción del Gobierno llega por igual a los grandes núcleos de población y las comarcas indígenas largamente olvidadas".

En los asuntos exteriores, subrayó que la comunidad internacional "mira con respeto" a Panamá, y en el plano económico afirmó que "miles salen de la pobreza todos los años" y que el país centroamericano registra el crecimiento más alto de la región.

A pesar de que el PIB de 2008 creció a un ritmo del 9 por ciento, analistas políticos consideran que en las áreas más relevantes para luchar contra la pobreza, como son la salud y la educación, el Gobierno fracasó.

El presidente saliente de Panamá aprovechó el último discurso de su legislatura para desear "el mejor de los éxitos" a su sucesor.

"Dentro de algunas horas, un nuevo presidente será juramentado y otros diputados ocuparán las curules (escaños) de esta cámara. Esa es la cautivante belleza de la democracia, los poderes públicos se renuevan sin traumas de acuerdo con lo que el electorado haya dispuesto en las urnas", apuntó Torrijos.

"Por todo ello, es que puedo decir hoy con la cabeza erguida y sin dubitaciones que dejamos un país en marcha", remarcó Torrijos en su último discurso como presidente de la República de Panamá, antes de dirigirse al Palacio presidencial de las Garzas para bajar las escalinatas y despedirse de sus seguidores.

Período que tuvo una peculiaridad, sólo duró 58 meses y no los cinco años (60 meses) que manda la Constitución. La razón: el propio Torrijos promovió una reforma constitucional para que el período de transición fuera más corto y que el presidente electo pudiera tomar posesión dos meses después de su elección.

Un día antes de que finalizara su mandato, miembros de organizaciones populares, sindicales, grupos estudiantiles y educadores dieron su "último adiós de repudio" al presidente panameño al que tildaron de "fracasado", por no cumplir con su promesa de combatir la pobreza, el desempleo y la corrupción.

Uno de los momentos más negros de su Presidencia fue el envenenamiento masivo por la distribución de un medicamento contaminado con una sustancia no apta para el consumo humano por parte del sistema de sanidad pública que en 2006 causó la muerte de más de cien personas.

A consideración de sus críticos, Torrijos no pudo con los problemas de inseguridad, corrupción, y el desbarajuste del transporte público, la salud y del sistema educativo, temas que le tocará intentar resolver a su sucesor, Ricardo Martinelli.

En la actualidad Martín Torrijos se dedica a sus negocios personales y a participar activamente dentro del Partido Revolucionario Democrático, PRD.

Qué opina Usted de su mandato?

Biografía
https://www.cidob.org/…/ameri…/panama/martin_torrijos_espino
Panamá América, La Prensa

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO