La pepita esta rodeada por una doble cascara que contiene una resina fenólica alergénica, que se llama acido anacardico. Químicamente se relaciona con el urushiol que es la toxina que se encuentra en la hiedra venenosa. Es un potentísimo irritante de la piel por lo que no se puede abrir la cascara de la semilla así como así. Tradicionalmente lo asan para destruir la toxina.
Se construye un fogón con tres piedras o ladrillos, usando leña como combustible, dicen que la leña de nance es el mejor. Se enciende el fuego con la ayuda de unas hojas secas y ramitas y luego se pone encima una lata para echar encima las pepitas.
Con un palo de bambú Ana revolvió con tranquilidad las pepitas. Empezó a salir un humo bastante toxico que también libera de esa toxina así que había que tener cuidado de inhalarlo.
Las pepitas empezaron a liberar un aceite y ese aceite se prendió con muchísima combustión, ese era signo que ya estaban listas. Se tiran al piao y cuando ya se habían enfrian un poco. Con la ayuda de una piedra y la superficie de un tronco me motive a pelar todas las pepitas.