Cuando eres criado por tus abuelos la conexión con las costumbres de antaño es mas evidente. Por el lado de mi abuela (chiricana de nacimiento) tuve la fortuna de, en lo cotidiano, saborear mucho de la cocina panameña. No tenía la necesidad de esperar alguna fiesta para saborear las ricas frituras panameñas en alguna fonda, la celebración siempre estaba en casa gracias a mi abuela.
Para mi abuelo, en cambio, las celebraciones se resumían a los cumpleaños y cuando regresaba de visitar a sus familiares en Penonomé, provincia de Coclé. Profesor de electricidad retirado, donde la educación era lo primero, lo segundo y lo tercero, no le daba oportunidad a las actividades de recreación, pero de regreso de Penonomé siempre me traía cabanga. Así fue que conocí lo que para mi fue un delicioso manjar, a pesar de la seriedad de mi abuelo el regalo se convertía en una celebración al recibir en mis manos esa delicia siempre envuelta en hojas secas.
Quizás fue su dulce preferido en la infancia, pero sin premeditarlo me conectó con el pueblo donde nació. Por ese sabor dulce y las delicias de la cocina de mi abuela comencé a apreciar lo nuestro. Fue un método eficaz que siempre involucró lo visual, lo auditivo y el gusto.
La cabanga es un dulce hecho de papaya, coco, guayaba, raspadura y canela. Visualmente se parece a una barra de lo que llamamos raspadura en Panamá (azúcar panela), pero con una combinación de sabores que se convertían en una delicia para mi. En mi infancia tuve oportunidad de lo que ahora considero un privilegio, saborear ricas golosinas con sabor a lo nuestro.
Actualmente es más difícil conseguir cabangas en Penonomé con el sabor tradicional. Soy de esos que a penas ve unas a la venta queda comprándolas, pero no siempre tienen ese sabor de antaño. Mi esperanza es que no se pierda la receta de un dulce 100% panameño.
Cabanga también tiene otro significado en Panamá y la usamos para denotar nostalgia. Si abusamos y comemos mucha cabanga lo más probable es que se produzcan trastornos digestivos, cuentan que con el tiempo ese trastorno lo trasladaron hacia la nostalgia, pena o angustia al separarnos de seres queridos. Por eso comenzó a usarse está comiendo cabanga o con cabanga para describir el estado de ánimo de las personas nostálgicas.
Sin duda recibí una herencia cultural de mis abuelos por medio de todos esos días que compartimos, en sus relatos, en mis visitas a Penonomé en mis vacaciones escolares, el dormir en casa de quincha (casas de barro, paja y bejuco), en ese despertar inigualable al ver penetrar la luz mañanera entre las tejas del techo y al disfrutar del río que ya no es igual porque el progreso no perdona nada.
Compartir nuestra herencia cultural es un compromiso de todos, un tesoro que debemos seguir protegiendo a pesar del progreso, como lo hicieron nuestras abuelos y sus antepasados, eso impedirá que sintamos cabanga. Mas bien disfrutemos del rico sabor que produce, como el de la cabanga, el compartir y disfrutar de nuestras tradiciones.