27 Apr
27Apr

William Walker.

El incidente de la tajada de sandía, según muchos historiadores centroamericanos, exteriorizó la gran preocupación que existía por entonces en Nueva Granada por la presencia filibustera estadounidense en la región. El más conocido de todos estos ‘piratas’ de la segunda mitad del siglo XIX que intentaron someter parte de México y Centroamérica al poder de EEUU fue sin duda William Walker.

Nacido en Nashville, Tennessee, en mayo de 1824, Walker era un convencido de la causa esclavista de los Estados confederados y de que la supervivencia de su “mundo” pasaba por la expansión territorial del mismo. En 1853 en México intentó conquistar los territorios de Sonora y Baja California, lo que lo llevó a fundar una “república” que terminó en fracaso. Fue juzgado por violar las leyes de neutralidad pero fue absuelto. Muchos en EEUU lo habían recibido como un héroe.

En 1855, junto a un grupo de reclutas conocidos como Los Inmortales, se dirigió hacia Nicaragua, país que se encontraba inmerso en una guerra civil, y luchó junto al bando liberal, que pretendía derrocar al presidente Fruto Chamorro Pérez. Derribó al gobierno conservador pero, en vez de entregar el poder, Walker amañó unas elecciones para lograr la presidencia. Obtuvo el reconocimiento diplomático norteamericano, pero las protestas de España, Francia y países americanos como Brasil, Chile y Perú forzaron al presidente Franklin Pierce a darle la espalda.

Debido a la amenaza que representaba su presencia en Centroamérica, varios países de la región iniciaron una ofensiva para expulsarlo del territorio. En mayo de 1857, acorralado por las tropas centroamericanas, Walker puso pies en polvorosa hacia EEUU. Si embargo, incapaz de aceptar la derrota por una alianza de pueblos a los que consideraba inferior, Walker desembarcó en 1860 en Honduras decidido a reconquistar el poder. Fue nuevamente acorralado por los locales y se rindió a las tropas británicas para obtener su protección. Se presentó como presidente derrocado de Nicaragua y los ingleses, que ya no lo soportaban, lo entregaron a los hondureños. Estos lo fusilaron sin más trámites a las 8 de la mañana del 12 de septiembre.

El incidente de la tajada de sandía y la lucha en contra Walker en Centroamérica y de otras expediciones de filibusteros fueron clave en la renovación de las ideas bolivarianas de unidad continental. Ejemplo de ello fue el memorable discurso de Justo Arosemena, considerado “el padre de la nacionalidad panameña, en julio de 1856 en Bogotá. Arosemena declaró: “Señores: Hace más de 20 años que el Águila del Norte dirige su vuelo hacia las regiones ecuatoriales. No contenta ya con haber pasado sobre una gran parte del territorio mexicano, lanza su atrevida mirada mucho más acá. Cuba y Nicaragua son, al parecer sus presas del momento, para facilitar la usurpación de las comarcas intermedias, y consumar sus vastos planes de conquista un día no muy remoto”.

“Siga la del Norte desarrollando su civilización, sin atentar a la nuestra. Continúe, si le place, monopolizando el nombre de América hoy común al hemisferio. Nosotros, los hijos del Sur, no le disputaremos una denominación usurpada, que impuso también un usurpador. Preferimos devolver al ilustre genovés la parte de honra y de gloria que se le había arrebatado: nos llamaremos colombianos; y de Panamá al Cabo de Hornos seremos una sola familia, con un solo nombre, un Gobierno común y un designio. Para ello, señores, lo repito, debemos apresurarnos a echar las bases y anudar los vínculos de la Gran confederación colombiana”. El cambio de nombre nunca prosperó pero la idea de un frente común contra la América sajona, para tratar con esta en pie de igualdad, sigue latente.

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