05 Jul
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Vida de ‘Panamá Al Brown' destaca en la prensa europea

Una obra del pintor y escritor español Eduardo Arroyo retrata la historia de injusticias, desvaríos y excentricidades del pugilista panameño Alfonso Teófilo Brown. La información se desprende del Análisis Informativo Panamá en Europa del Foro Arekuna

Sesenta y siete años después de su muerte, la vida del pugilista panameño Alfonso Teófilo Brown es un libro abierto: sus pasiones homosexuales y excentricidades están expuestas en una obra que destaca la prensa europea.

La historia trazada por el pintor y escritor español Eduardo Arroyo está entre las noticias sobre el istmo en Europa. La obra sobre el boxeador fue publicada por primera vez en Francia en 1982, pero hasta ahora es publicada en idioma español.

En su sección cultural, el diario español ABC expone la vida de un boxeador de inmenso talento que soportó todo tipo de prejuicios por su extravagancia y homosexualidad.

El libro Panamá Al Brown. Una vida de boxeador asegura que el panameño era el peso gallo más talentoso de su generación (delgado como un insecto y dotado de una envergadura que le permitía atacar a sus rivales sin apenas sufrir castigo). Pero su camino al campeonato del mundo estaría bloqueado por el racismo, una predominante ideología que haría hasta lo imposible para evitar que un boxeador negro destronara a uno blanco.

El panameño logró convertirse en campeón del mundo del peso gallo a finales de los años veinte en el estadio Queensborough de Long Island, Nueva York, Estados Unidos, tras vencer al español Gregorio Vidal por decisión. Pero tuvo que emigrar a París, Francia, para conseguir el reconocimiento que le negaban en Nueva York.

El panameño enfrentó cualquier cantidad de contrincantes, incluso de pesos superiores al suyo. Vivió rodeado de estafadores y ladrones, sablistas profesionales y un apoderado (Dave Lumiansky), considerado un perfecto sinvergüenza.

El escritor del libro se apasionó por la figura del pugilista panameño al que llegó a calificar como un ‘Don Quijote Negro' por sus extravagancias. Un boxeador que, según la publicación del diario español, odiaba entrenarse y prefería beber champán en la esquina del ring.

Alfonso Teófilo Brown (1902-1951) fue el primer hispano campeón del mundo de boxeo profesional. Además, fue artista, bailarín y poeta.

Le llamaban araña porque era todo brazos. Fue campeón del mundo de los pesos gallo, sin interrupción, desde 1928 a 1935. En el centro del cuadrilátero, exhibía un magnífico repertorio de boxeador. Derribó a un buen número de rivales –Émile Milou, Eugène Criqui, Gustave Tiger, Eugène Huat o Roland Toutian–. En su encuentro con el valenciano Baltasar Sangchilli, perdió.

Era conocido como la maravilla de ébano. Era un personaje muy pintoresco. El púgil llegó a París con traje beige claro, gorra de cuadros y zapatos de ante. Boxeaba con kimono azul celeste y pantalón casi hasta los hombros. Mandaba lavar las camisas a Londres.

Se compró un Bugatti y lo quemó a los tres kilómetros. Inmediatamente, se compró otro. "Cuando llegó a París era un perfecto desconocido. Empezó una carrera fulgurante. En una semana, por problemas de dinero, boxeó en tres sitios", destacó Arroyo.

Su biografía está plagada de anécdotas. En su tierra, lo recibieron 20.000 personas. Le concedieron la posibilidad de liberar a cuatro presos. En París, fue amigo de Baker, Chevalier y Cocteau. Este último estaba totalmente deslumbrado. Usaba el agua del baño donde se había bañado.

Peleó envenenado, con el puño roto, con sífilis, con artrosis, con tuberculosis y hasta con una droga para resistir cuyo efecto sólo duraba diez minutos.

"Para vivir, lo primero que necesito son 20.000 botellas de champán. Lo demás vendrá después. Un día sin champán es un día perdido. No comprendo que se pueda vivir sin beber una botella de champán al día", dijo.

Hay una frase que lo retrata a la perfección: "Desgraciadamente, nunca he podido considerar la prudencia una virtud". Murió pobre y solo en Nueva York. Sus amigos pasearon su ataúd por los bares de Harlem pidiendo dinero para enterrarlo.

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