Un reconocimiento que tardó 20 años
En abril de 1921, por fin, Colombia reconocía la existencia de la República que había nacido en 1903
¿Qué pasó después de los hechos del 3 de noviembre? ¿Qué hizo Bogotá, tras enterarse, el 5 de noviembre de 1903, de que había perdido una de sus más vitales posesiones y uno de los sitios más estratégicos del planeta?
La respuesta es simple: tuvo que conformarse. O, en todo caso, esperar a que los vientos le fueran favorables para obtener una especie de compensación por la pérdida del istmo, respaldada por la mayor potencia del continente.
Relatos de los periódicos de la época dan cuenta de que tan pronto conoció los hechos, el gobierno de Bogotá envió a una comisión de alto nivel a Panamá para intentar convencer a las nuevas autoridades istmeñas de dar marcha atrás y dejar ese relajo de la independencia.
La comisión, encabezada por los generales Rafael Reyes y Jorge Holguín, arribó a la ciudad de Colón en el buque ‘Canadá', a bordo del cual se reunió, el 20 de noviembre de 1903, con los representantes del nuevo gobierno de Panamá.
Ya para entonces, se había firmado el tratado Hay Bunau Varilla, situación que los colombianos desconocían, y que les causó gran disgusto, que trataron de disimular, sobre todo, el hecho de que, según el convenio, la soberanía e independencia de Panamá estaban ‘garantizadas' por el gobierno de Estados Unidos.
Al parecer, la conferencia continuó en un tono amable hasta las 8 de la noche, cuando el general Holguín preguntó, finalmente, si había algo que los colombianos pudieran hacer para evitar el descontento de los istmeños.
Tal vez podrían considerar, propuso el general, que Colombia rectificara su actitud ante el tratado Herran-Hay (rechazado por el Congreso Colombiano el año anterior) o que la capital de la República se trasladara a Panamá.
Los representantes del gobierno panameño (no queda claro en la transcripción de los diarios quiénes eran, ya que solo se menciona a un ‘señor Arias') rechazaron todas las ofertas y expresaron que, por el contrario, no querían más comunicación con ningún representante colombiano hasta que este país estuviera listo para reconocer a la nueva República.
‘Entonces, de la manera más correcta y amistosa, los integrantes de la comisión colombiana y la panameña caminaron hasta el final de la cubierta del buque, desde donde observaron los ejercicios de unos cien soldados que formaban dos líneas y presentaban armas', relatan los diarios.
TRATADOS FALLIDOS
A pesar de la conducta civilizada de los generales colombianos, el gobierno de Bogotá nunca se resignó a la pérdida del Departamento del Istmo.
Si a Estados Unidos solo le tomó diez días reconocer a Panamá, y a Francia, solo 11, a Colombia le tomaría casi 20 años. La aceptación se llegaría a formalizar con la ratificación del tratado Thompson Urrutia, en abril de 1921.
El tratado tuvo varios antecedentes, el Cortés-Root y Cortés-Arosemena, ninguno de los cuales fue finalmente ratificado.
No fue sino hasta 1913, durante la presidencia del líder del partido demócrata estadounidense, Woodrow Wilson, cuando el Canal de Pananamá estaba casi terminado y se sentía la erupción de una gran guerra (I Guerra Mundial) cuando Estados Unidos intentó seriamente poner fin a las dificultades diplomáticas entre los dos países.
El presidente urgió a su secretario de Estado William Jennings Bryan para que negociara un convenio y obtuviera concesiones de Colombia con el fin de asegurar que este país no ejercería ninguna acción para poner en riesgo el Canal durante la guerra.
De esta manera, en marzo de 1913, se acreditó en Colombia al abogado y diplomático texano Thadeus A. Thompson, quien, como primer acercamiento envió una nota al presidente colombiano Carlos Restrepo, en la que reconocía el error que había cometido Estados Unidos en 1903 y ‘pedía disculpas a nombre del pueblo estadounidense'.
De esta forma, Thompson allanó el camino para negociar un acuerdo con Francisco Josué Urrutia, que fue firmado el 6 de abril de 1914.
En su artículo I, este declaraba lo siguiente:
‘Deseando poner fin a las controversias y diferencias que surgieron a raíz de la constitución de la República de Panamá, el gobierno de Estados Unidos expresa, en su nombre y en el del pueblo estadounidense, su sincero arrepentimiento de que ello haya tenido que ocurrir e interrumpiera o perjudicara las cordiales relaciones que habían subsistido durante tanto tiempo entre ambas naciones. El gobierno de la República de Colombia, a su nombre y a nombre de su pueblo, acepta esta declaración, con la completa promesa de que será removido cada obstáculo para restaurar la completa armonía entre los dos países'.
Otras cláusulas del tratado incluían beneficios para Colombia, nada deleznables: una indemnización de $25 millones (que daba idea de cierta culpabilidad del gobierno norteamericano), además de la facultad de transportar tropas, buques y materiales de guerra sin pagar peaje por el Canal de Panamá, y la exoneración de impuestos a los productos que pasaran por el Canal.
Así mismo, obligaba a Colombia a reconocer y respetar los límites fronterizos con Panamá.
Panamá, que no había sido tomada en cuenta, emitió una protesta formal y no reconoció los límites acordados en ese tratado.
Pese a todo, el convenio fue presentado ante el Congreso colombiano, donde se aprobó el 1 de mayo, sin objeciones.
Pero aún debía ser discutido en el Senado estadounidense, donde las cosas adquirirían un cariz totalmente diferente.
EL PODER DE ROOSEVELT
En 1914, a sus 56 años, el expresidente Teodoro Roosevelt, quien consideraba su decisión de ‘tomarse Panamá' ( ‘I took Panama' ) como uno de los mayores logros de su presidencia, era todavía un ‘peso pesado' en la política estadounidense.
Al expresidente no le gustó para nada que sus gestiones para construir el canal, un punto estratégico para el poderío norteamericano, quedasen en ese convenio bajo una luz negativa.
De esta manera, decidió ponerse en ejercicio todo su liderazgo para impedir que los senadores republicanos aprobasen el proyecto de ley. Así, el tratado quedó olvidado, hasta el final de la guerra.
CONFLICTO
En el año 1918, la rueda de la fortuna nuevamente se ponía a favor de un tratado de Colombia. Ya para entonces, finalizando la I Guerra, Estados Unidos emergía como entendía que su capacidad de consolidarse como una potencia mundial estaba relacionada con la capacidad de asegurar el flujo de petróleo y mantener bases comerciales y militares en todos los rincones del mundo.
Por el contrario, a Colombia la guerra le había traído el caos financiero, principalmente a raiz de la disminución de sus importaciones y los impuestos aduaneros, casi su única entrada.
En 1918, el presidente Woodrow Wilson llegó a un entendimiento con los senadores republicanos, y el Departamento de Estado decidió enviar a Colombia al secretario Hoffman Philip, quien llevaría al país sudamericano una valija con una propuesta de modificación del tratado Thompson Urrutia de 1914.
Las modificaciones eran doce. La más importante era la supresión del Artículo I, que expresaba el arrepentimiento del pueblo estadounidense.
Los colombianos aceptaron.
1919
Por fin, en las sesiones del verano de 1919, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos dio un informe favorable a la ratificación. Roosevelt había muerto a principios de ese año, de manera que sus amigos, los senadores republicanos, eran libres para opinar.
Además, las empresas petroleras estadounidenses estaban ejerciendo presión para que se aprobase el tratado. ¿Por qué?
El 3 de febrero de 1919, un mes antes de la clausura del Congreso, el diario El Espectador de Bogotá publicaba un reporte sobre cómo un grupo de compañías norteamericanas habían ido adquiriendo, a través de los últimos años, más de 341 mil hectáreas de tierra colombiana, sin que nadie pusiera la voz de alerta.
Según el periódico colombiano, las compañías petroleras estadounidenses se habían apoderado del 90% de la riqueza petrolera del país, que por entonces se consideraba uno de las mayores reservas del mundo.
El escándalo fue mayúsculo. Todos los gremios colombianos protestaron y se urgió al gobierno para que tomara medidas que impidieran este nuevo despojo de los gringos.
El escándalo detuvo la aprobación del tratado por varios meses, pero, por entonces, la situación económica colombiana se hacía cada vez peor.
La crisis de 1920-1921, que afectó a todo el mundo, en Colombia tuvo caracteres dramáticos: además de la disminución de las importaciones, el alza del dólar y la caída de los precios del café, se había encendido una tremenda crisis política por la cercanía de las elecciones presidenciales y la división del partido de gobierno.
Las arcas del estado no contaban con efectivo para pagar a los empleados públicos, al ejército, ni a la policía. Tampoco a los jueces o a los maestros. No se podían sostener las cárceles. El gobierno no podía pagar sus deudas, ni afrontar el manejo de los recientes problemas sindicales.
La única solución eran los $25 millones que había prometido el gobierno de Estados Unidos a cambio de ‘tomarse Panamá'.
Y el gobierno colombiano tuvo que ceder.
En abril 1921, el tratado fue aprobado por el Congreso de Estados Unidos y el 22 de diciembre de 1921 por la Cámara de Representantes de Colombia, con sus modificaciones.
Casi veinte años habían pasado desde los hechos del 3 de noviembre de 1903.
Por fin, la República de Colombia reconocía la existencia de la hermana República de Panamá.
Pero no lo hacía ante el gobierno panameño, sino al de Estados Unidos de América.
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PRIMEROS PAÍSES QUE RECONOCIERON A LA REPÚBLICA DE PANAMÁ
Estados Unidos fue el Primero en hacerlo, el 13 de noviembre de 1903. En los días posteriores fueron muchos más:
Francia 14 DE NOVIEMBRE
China 26 DE NOVIEMBRE
Austria – Hungría 27 DE NOVIEMBRE
Alemania 30 DE NOVIEMBRE
DICIEMBRE
Dinamarca (3), Rusia (6), Suecia y Noruega (7), Bélgica (9), Nicaragua (15), Perú (19), Cuba (23), Gran Bretaña (24), Italia (24), Japón (28), Costa Rica (28), Suiza (28).
Fuente: La estrella de Panamá