OLGA MAYRA CHAMBONETT: OTRA PANAMEÑA, HEROÍNA INVISIBLE
1948. Acaba de terminar la segunda guerra mundial hace poco menos de 3 años. El plan Marshall de reconstrucción de Europa inicia el boom económico de la postguerra en Europa, pero no en España, que sin la ayuda de la nueva superpotencia norteamericana el país cae en recesión. En España la dictadura franquista logra aislarse de la conflagración mundial a pesar del gran apoyo prestado por Benito Mussolini y Adolf Hitler en la guerra civil española, devastación de Guernica incluido, en donde efectuaron el primer bombardeo de población civil en la historia con sus aviones italianos Fiat y los aviones Messerschmitt BF-109 alemanes.
El franquismo, como dictadura de extrema derecha, posee una ideología profundamente antifeminista, acompañada como estaba por la institución machista por excelencia: la iglesia católica. Un país en donde igual que en la Alemania nazi el mundo de la mujer era en ese orden «su marido, su familia, sus hijos, y su casa». En ese momento histórico y en ese país híper conservador, con todas las condiciones en contra, Olga Mayra Chambonet imbuida por el carácter indomable y guerrero de la mujer panameña, decide tomar su licencia de piloto de avión.
Llegó a la península ibérica influenciada por el avasallador movimiento de mujeres en Panamá que no pedían, más bien exigían, un papel social y político protagónico que le estaba vedada en la sociedad machista de la época.
Nacida en el año 1929, seguramente influyeron sobre ella los movimientos femeninos que exigían el voto de la mujer, como el Comité Panamericano de Señoras, la Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer, la Escuela Profesional de Mujeres, la Sociedad de Enfermeras, la Escuela Nacional de Institutoras, la Escuela para Mujeres y la Asociación de Mujeres, pero sobre todo por el Partido Feminista de la chiricana oriunda de Remedios, Clara Gonzalez de Bheringuer, de la dirigente educadora Sara Sotillo, de Enriqueta Morales, Rosa Navas y Elida Campodónico de Crespo.
En 1941 el movimiento feminista había logrado el voto restringido solo a las mujeres profesionales. En 1947 por primera vez una mujer es postulada a la presidencia de la república en Panamá, la abogada y doctora en derecho Clara González. En medio de este ambiente, ese año de 1947 Olga Mayra toma clases de aviación con el capitán Marcos A. Gelabert. El siguiente año, 1948, Olga Mayra se va a la España franquista a la edad de solo 19 años y logra ser aceptada en la academia de pilotos de Madrid. Allí logra su licencia de piloto. Un periodista español ante la sorprendente escena de una mujer piloto en aquellos tiempos, le pregunta asombrado y con cierta dosis de burla, quiénes son mejores piloto los hombres o las mujeres. Olga Mayra le contesta lo siguiente:
“Nosotras, sin ningún género de duda. Estamos tan capacitadas para ello como puede estarlo el hombre y llevamos la ventaja de tener menos nervios o ser menos exaltadas, como usted quiera. No hay más mujeres pilotos porque ustedes se encargan de desanimarlas intimidándolas y diciéndoles que no sirven. Lo sé por experiencia pues a mi llegada a España, a pesar de venir con título de piloto de Panamá y muchas horas de vuelo, me dijeron acá que por qué no me casaba y aprendía a guisar y cuidar mi casa. Yo les dije que sabía hacer todo eso y volar bastante mejor que muchos hombres”
Olga Mayra emigró a Estados Unidos en la década del 70, luego de dejar su profesión de piloto debido a un accidente que casi le cuesta la vida. Era una madre soltera.
Ahora, a la edad de 88 años y sufriendo alzhéimer, vive con su hija en Cayo Hueso, Florida. Una panameña que si hubiera nacido hoy sería la primera mujer en la luna o el primer puesto de honor de Harvard. Quién sabe? Si a los 19 años, en 1948, pudo superar todas las intimidaciones como ella misma dijo en su entrevista, es una mujer que pudo ser cualquier cosa que se propusiera.
Una heroína ejemplo para panameñas y panameños, digna de aplausos de pie y de múltiples homenajes, pero que, sin embargo, nunca recibió ninguno. Olvidada y no valorada por un país con poca memoria histórica, que poco aprecia a sus mejores mujeres… y también hombres, acostumbrados como estamos a rendir homenajes… póstumos.