12 Mar
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‘Obaldía o revolución': crisis electoral de 1908

El primer traspaso del poder presidencial en la República de Panamá se caracterizó por la desconfianza y la intervención clara de Estados Unidos


El presidente Roosevelt ha dejado a un lado toda práctica de ejercicio físico o de actividades al aire libre. Igual sucede con los asuntos de Estado, y concernientes a los 80 millones de habitantes de este país. Ahora lo que parece consumir todo su interés son las elecciones que tendrán lugar el próximo mes en Panamá, anunciaba la prensa estadounidense en mayo de 1908.

La situación era sorprendente. Era la misma administración que dos años antes, pese a la petición de los líderes liberales, que temían un fraude, se había negado a mediar en las elecciones legislativas de 1906 porque ello supondría un ‘irrespeto a la soberanía de Panamá'

En 1908, sin embargo, algunas cosas habían cambiado para Roosevelt. En 1906, había recibido el premio Nobel de la Paz, por sus esfuerzos a favor de la paz entre Rusia y Japón. También pesaba la experiencia ganada en la isla de Cuba, que la potencia norteamericana ocupó por segunda vez a finales de 1906 para sofocar los disturbios ocasionados por el intento de re-elección del primer presidente constitucional Tomás Estrada Palma.

VISITA DE TAFT

La preocupación de Roosevelt sobre las elecciones municipales y presidenciales que tendrían lugar en Panamá en junio y julio de 1908, respectivamente, había sido alimentada por su secretario de Guerra, William Taft, que en abril de ese año había hecho su cuarta visita al Istmo.

Después de cuatro años en el poder, el gobierno de Manuel Amador estaba desgastado y la oposición política, mayormente liberal, confiaba en obtener el respaldo de las grandes mayorías del país en unas elecciones libres y honestas.

Sin embargo, los líderes del partido sostenían que los allegados a Amador, en su mayoría conservadores inscritos en el partido Partido Constitucional, estaban dispuestos a todo por entronizarse en el poder.

Amador respaldaba al candidato del Partido Constitucional, Ricardo Arias, secretario de Relaciones Exteriores, un empresario con intereses económicos en monopolios concesionados por el Estado. Aunque de ideas progresistas, en la práctica estaba identificado con los grupos conservadores que ostentaban el poder económico y político del país.

Su contendiente era el vicepresidente José Domingo de Obaldía, un rico ganadero de la provincia de Chiriquí.

En 1903, como representante de Panamá, Obaldía había defendido el tratado Herrán Hay en el Senado colombiano, y posteriormente fue gobernador del Departamento del Istmo.

Aunque militaba en el partido Conservador, su personalidad atrayente, maneras afables y acogedoras, le habían ganado el favor de los líderes de la oposición liberal durante el periodo de varios meses en que ocupó la presidencia del país, a raiz de una licencia solicitada por el presidente Amador en 1907.

En 1908, Obaldía tenía todo el apoyo de los prestigiosos y populares liberales Carlos A. Mendoza, Eusebio A. Morales y Belisario Porras.

LA CARTA DE TAFT

EL 12 de mayo, poco antes de partir de Panamá rumbo a Washington, Taft había dejado a Amador una carta en la que le manifestaba su posición al respecto de la próxima contienda electoral del país.

‘Cuando surgieron las acusaciones de fraude en relación a las elecciones legislativas de 1906, no pensamos que era necesario más que pedir a su administración el cumplimiento de la ley', decía Taft.

‘Teníamos evidencia de que algunos ciudadanos habían sido privados de su derecho constitucional al voto y de hechos de violencia y amenazas por parte de la policía en las ciudades de Panamá, Colón y otras. Entonces no intervenimos activamente porque suponíamos que las irregularidades se debían solamente al hecho de que las leyes electorales eran nuevas y que se pondría más interés en preservar los derechos de los ciudadanos cuando se tratase de unas elecciones más importantes (presidenciales)'.

‘En esta ocasión, nuevamente le reiteramos el gran interés que tiene el gobierno de Estados Unidos en que los próximos comicios se realicen en completa legalidad'.

‘En su posición de garante de la integridad de la república de Panamá, Estados Unidos debe mantener relaciones con un gobierno de derecho. Si el fraude irrumpe en las elecciones y surgen diferencias sobre quién o quiénes constituyen la autoridad, surgiría la necesidad, en virtud del tratado vigente, de que nosotros determinemos quiénes fueron elegidos legalmente y reconocerlos'.

INVESTIGACIÓN

En un inicio, el gobierno de Amador negó que hubiera algún intento de fraude en la organización de los comicios, pero al ser aireada públicamente la carta de Taft en la prensa de Estados Unidos, el presidente panameño ofreció conformar una comisión conjunta que investigara el proceso electoral.

Roosevelt aceptó y nombró como sus representantes a Herbert G. Squiers, embajador en Panamá, y Joseph Blackburn, gobernador de la Zona del Canal, quienes, a su vez, nombraron un equipo de 18 delegados.

Los representantes del gobierno de Estados Unidos recorrieron el país junto con los funcionarios panameños. Según su reporte, la situación era mucho más difícil de lo que se pensaba.

Entre otras cosas, reconocieron la existencia de amenazas a los votantes liberales, manipulación de los registros de votantes, el despido de más de 50 funcionarios de gobierno que favorecían la candidatura de Obaldía.

‘EL PERIODO DEL QUE NOS OCUPAMOS REPRESENTA LOS AÑOS DEL DIFÍCIL AFIANZAMIENTO DE LA REPÚBLICA, QUE OSCILA ENTRE LA SUMISIÓN A LA PODEROSA PRESENCIA DEL GOBIERNO DE ESTADOS UNIDOS Y LAS LUCHAS PARTIDISTAS INTERNAS'.

PATRICIA PIZURNO Y CELESTINO ARAUZ

‘ESTUDIOS DEL PANAMÁ REPUBLICANO'

La situación, decían, se tornaba más difícil a medida que se acercaban las elecciones. Los radicales amenazaban con volar las obras del Canal o el hotel Tívoli. Los establecimientos comerciales dedicados a la venta de armas agotaban su mercancía.

Los delegados estadounidenses calculaban que al menos un 60% de la población apoyaba al vicepresidente, pero también advertían que, probablemente, cualquiera que fuera el resultado de las elecciones, estallaría una revolución.

‘La gente de Obaldía se negará a reconocer su derrota. Si Arias pierde, la policía hará intentos de revertir la situación'.

El gobernador Blackburn indicó a Roosevelt que el único que podría evitar el fraude electoral o los estallidos de violencia era Estados Unidos y recomendó reforzar las fuerzas militares en el Istmo.

REACCIÓN PÚBLICA

Mientras, algunos medios de prensa locales alimentaban las dudas de la imparcialidad de los Estados Unidos y anunciaban que ‘nunca en la historia del país la situación política había revestido tanto acaloramiento y posibilidades de verdadero peligro'. La Estrella de Panamá, en su editorial del 9 de junio, advertía de las secuelas de una intervención estadounidense en el istmo: ‘Los simpatizantes de Obaldía no pueden ver que la intervención solo beneficiará a Estados Unidos. El día de las elecciones, Dios no quiera, si ocurre en Panamá algo como la voladura del Maine, todos quedaremos involucrados en una común conflagración'.

FLOTA NORTEAMERICANA

Las elecciones municipales del 28 de junio se llevaron a cabo en orden, con el triunfo del los candidatos de la alianza oposicionista. Faltaban ahora las elecciones de la Asamblea Nacional, donde se eligiría al nuevo presidente de la República.

El 6 de julio, con la amenaza de una flota de acorazados del Ejercito de Estados Unidos rodeando las costas panameñas (el Idaho y New Hampshire, en el Atlántico, y el Praisie y Tacoma en el Pacífico), Ricardo Arias renunció a la candidatura.

‘Intento salvar a la república de la ocupación estadounidense' comunicó a la población general del país.

Como estaba previsto, el 12 de julio, se dieron las votaciones para diputados, resultando vencedores los de oposición. El triunfo de Obaldía estaba asegurado.

En las calles de la ciudad capital, las multitudes, encabezadas por una banda de música gritaban vivas por el presidente electo.

Era la primera vez en la historia que el candidato respaldado por el gobierno no ganaba las elecciones sobre el candidato del pueblo.

Amador no acudió a la toma de posesión de Obaldía, pero se despidió con un discurso en el que alegó que las amenazas norteamericanas habían producido ‘la abstención absoluta y patriótica de uno de esos dos grandes bandos', y que ‘el resultado de los comicios no ha podido dejar conocer la verdadera voluntad de los pueblos'.

Obaldía gobernaría solamente durante dos años, pues fallecería inesperadamente el 1 de marzo de 1910.

Terminamos citando a Patricia Pizzurno y Celestino Arauz, quienes en su obra ‘Estudios del Panamá Republicano, recogen las palabras de Ramón Valdés: ‘Clamar contra las tendencias imperialistas de Estados Unidos haciendo a esa nación el único responsable de las humillaciones sufridas por la República de Panamá es tan injusto como absolverlos de toda culpa'.

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