13 Feb
13Feb

MITOS EN LAS PROFUNDIDADES DE PANAMÁ

Cubierto por una delgada plancha metálica, el acceso a la cripta de la Iglesia San José, situada a un costado del famoso Altar de Oro, se encuentra fuera del alcance de las miradas curiosas de las decenas de turistas que diariamente visitan ese templo colonial.

Debajo de ella unas escaleras conducen a un estrecho pasadizo cuyas paredes están cubiertas por inscripciones lapidarias.
La existencia de criptas como esta, y la llamada Cripta de los Obispos en la Catedral Metropolitana, han fomentado toda clase de leyendas acerca de la existencia de túneles o pasadizos subterráneos que supuestamente comunicaban a varias iglesias y edificios del Casco Antiguo de la ciudad entre sí.

El padre Cecilio Iturri, de la Iglesia de San José, no es ajeno a estas teorías, que hablan de la presencia de túneles secretos que comunicaban a la Catedral Metropolitana con la Iglesia de San José y otros sitios. No obstante, el prelado no CONFIRMA NI NIEGA de la existencia de estos túneles...

La Catedral Metropolitana de Panamá es heredera de la Catedral erigida por el Papa Adriano VI en la gran casa del Cacique Cémaco, cuando los españoles lo enfrentaron y ofrecieron fundar una población dedicada a Santa María de la Antigua, en 1510. En 1513 se dicta la bula por la cual La Antigua se eleva al rango de Diócesis, y su iglesia al rango de Catedral, siendo su primer obispo Fray Juan de Quevedo.

Luego de ser abandonada Santa María la Antigua del Darién por orden de Pedro Arias de Ávila, quien en 1519 había fundado Panamá a la orilla del Mar del Sur, la catedral de la nueva población heredó el traslado de insignias, bulas y reliquias de la Antigua del Darién. Posterior al incendio ocasionado para librarse del pirata Henry Morganen 1671, la ciudad fue traslada al actual Casco Antiguo de la ciudad de Panamá en 1673 y con este traslado se dispone el levantamiento de una nueva Catedral, cuya construcción toma 108 años, es decir, de 1688 a 1796.

EN LAS CATACUMBAS

La espesa oscuridad de las catacumbas de la Catedral Metropolitana de Panamá aturde los sentidos. Afuera el sol quema las pupilas, pero en las criptas la humedad colma las fosas nasales y apenas si se alcanzan a adivinar los nichos de los muertos de hace décadas.

La Catedral Metropolitana es un espacioso edificio que se levanta frente a la Plaza de la Independencia. Allí estuvo alguna vez el papa Juan Pablo II y allí reposan los restos de los arzobispos de la Arquidiócesis de Panamá. El último en ser sepultado fue Marcos Gregorio McGrath, arzobispo de Panamá de 1969 a 1994, fallecido el 4 de agosto de 2000.

Como iglesia antigua, fue el destino final de varios habitantes de la ciudad amurallada. A un lado de la nave central se encuentra, por ejemplo, la lápida de un niño: Feliciano Pascual. Nacido el 27 de julio de 1861 y muerto el 20 de enero de 1866, siglo y medio después puede imaginarse el trance de sus padres cuando se leen las palabras que quisieron eternizar: “Los breves días de su existencia colmaron de dicha el corazón de sus padres; su eterna separación les ha dejado un recuerdo lleno de tristeza i de lágrimas”.

El único altar original que se conserva allí, dice, es el llamado “Altar de los Ratones”. Se ven los animales sobre la cubierta de un barco y a unos marineros sorprendidos. La historia cuenta que el barco era de unos buscadores de perlas que se dieron cuenta de que la embarcación se hundía cuando notaron el pavor que sacó a los animalitos de los almacenes.

Las leyendas dicen que todas las iglesias del Casco Viejo se unen entre ellas por medio de túneles subterraneos... será verdad??

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