19 Jun
19Jun

PELÉ ADMIRA UN FUTBOLISTA PANAMEÑO - ORGULLO

A veces el fútbol, como la vida, es de memoria corta. Es cruel. El pasado, las leyendas, en ocasiones, no perduran, los recuerdos se extravían con el transcurrir del tiempo.

Pues esa misma memoria corta nos ha hecho olvidar a muchos que en Panamá tenemos aún con vida y con anécdotas por contar a nuestra versión de “Pelé”, el centroamericano. Hoy su apodo, “Cascarita”, solo se relaciona con un sobreutilizado coliseo de entrenamiento al cual se ha insistido en llamar estadio. Pero Luis Ernesto Tapia es y fue más que eso. “Cascarita” fue un letal delantero istmeño que se cansó de hacer goles en El Salvador, jugando para el Alianza, en la época más dulce de este club.

Su yerno, Maximiliano Agrenta, argentino de nacimiento, ha querido homenajear a su suegro. Montó un restaurante ubicado en Calle 50 llamado “Milanesa House by ‘Cascarita’ Tapia”. En el menú incluso cuenta con dos platillos en los que se hace referencia a la leyenda panameña: las “Alitas Cascarita” y el “Emparedado Cascarita”.

El local, que entrelaza lo mejor de la cocina argentina y panameña tiene, además, grandes pósteres de astros como Diego Armando Maradona y Lionel Messi. Empero, sin duda, las fotografías que más llenan e impresionan son en las que se ve a Luis Ernesto Tapia junto al brasileño Edson Arantes do Nascimento “Pelé”, el considerado por muchos como el mejor futbolista de la historia, y al cual “Cascarita” pudo enfrentar.

Recorrido por el restaurante junto a “Cascarita”. De trato humilde, cálido, sin alabarse de más mientras nos contaba historias suyas. Siempre con una sonrisa, poniéndole ese humor tan particular que existe en cualquier charla entre amigos. “En El Salvador no podía ni salir... Cuando iba a un restaurante a comer y pedía la cuenta, siempre me decían que no me preocupara, que eso corría por la casa”, rememoraba Tapia. Los ojos le brillaban.

Tras conocer mejor el restaurante, tocaba la hora del plato fuerte: una entrevista cara a cara con el que algunos hasta han catalogado como el jugador más grande que ha dado esta patria.

Un placer conversar con usted. Primero quería preguntarle ¿qué ha significado para su vida el fútbol?

Desde muy niño me gustó mucho el fútbol, a pesar de que era beisbolista; jugué mucho béisbol. Pero luego me entusiasmé por el fútbol. Me hice en Plaza Amador con León “Cocoliso” Tejada y demás compañeros. El fútbol me ha dado muchas cosas buenas, no riquezas, pero sí me ayudó mucho en mi decencia, en mi tranquilidad, eso se lo debo mucho al fútbol y, ante todo, a Dios.

Y si le preguntara qué ha significado “Cascarita” Tapia para el fútbol, ¿qué diría?

Creo que aporté siempre mi granito de arena. Nunca me he creído tan importante, siempre he sido muy humilde, pero creo que he aportado al fútbol nacional y al fútbol internacional.

Cuando se habla sobre los mejores jugadores de la historia del fútbol panameño normalmente, en estos tiempos, salen a relucir primero los hermanos Dely Valdés o Rommel Fernández. Sin embargo, hay quienes consideran que usted también debería estar en esa lista.

Agradezco la aprobación de la fanaticada, porque muchos de ellos me dicen que si yo hubiese estado en este fútbol de ahora, ganaría mucho dinero.

¿Considera que usted fue el mejor jugador de su época?

Sí, lo considero, porque llegué a ganar un trofeo Vasco Núñez de Balboa que había antes, me gané también otros premios muy buenos. Las fotos están y esas no mienten.

¿Por qué cree que hoy en día ya no se habla tanto de Luis Ernesto “Cascarita” Tapia?

En mi época no televisaban los partidos y eso fue muy doloroso. A mí siempre me gustó verme jugar, solo me veía en fotos, pero nunca me veía jugar... El periodismo, quizás, no le ha dicho mucho a la nueva generación quién fue “Cascarita” Tapia.

A usted lo llamaban el “Pelé centroamericano”.

(Interrumpe Tapia) Sí, eso salió hasta en un álbum que tengo.

¿Y quién o quiénes le apodaron así?

Periodistas salvadoreños.

¿Supongo que le gustaba mucho ser llamado así?

Eso me halagaba bastante e impulsaba a jugar mejor.

¿Y le decían así por ser tan buen futbolista o porque su manera de jugar se asemejaba a la del brasileño?

Pienso que porque me iba muy bien en las canchas. Hubiera querido ser como “Pelé”, pero no, yo soy yo, “Cascarita” Tapia, Luis Ernesto Tapia.

Usted que jugó contra “Pelé”, ¿tuvo la oportunidad de conversar con él? Y de ser así, ¿qué recuerda que le haya dicho?

Él me decía que mi fútbol no era para estar jugando en San Salvador, que mi fútbol daba para mucho más, que yo tenía que ir a Sudamérica. Mi nivel (Pelé) lo apreció, por eso me escogió como uno de los mejores jugadores.

¿Cómo así? ¿Él declaró eso sobre usted?

Sí, lo dijo.

Y usted pudo comentarle que tenía como apodo el “Pelé centroamericano”?

Nunca le dije. Él no supo nada de eso.

Y aparte de esos halagos de “Pelé” hacia su persona, ¿qué más recuerda de ese encuentro?

Cuando me enfrenté con él lo admiraba, yo me paraba en la cancha a verlo, todos sus dribling, su manera de correr, me quedaba viendo para aprender de él.

¿Es para usted “Pelé” el mejor jugador de todos los tiempos?

Toda la vida. Por su decencia, humildad, manera de cuidarse en lo personal.

Bueno, volvamos ahora a su carrera. ¿Qué es lo que más recuerda en sus años de gloria en el balompié salvadoreño?

Recuerdo cuando iban los equipos internacionales a jugar ante el Alianza como: el Peñarol (Uruguay), el América de México, el Emelec de Ecuador, Flamengo de Brasil, tantos equipos buenos que llegaron a San Salvador a jugar ante Alianza. Eso me satisfacía, porque el público salvadoreño... (Tapia hizo una pausa. Sus ojos se enrojecieron y aguaron. El sentimiento le superaba. Tras unos segundos prosiguió)... El público salvadoreño siempre me quiso como un salvadoreño (Otra pausa necesaria. Mirada hacia arriba y voz quebrada. Era imposible continuar hablando. Un pequeño suspiro y, como pudo, siguió relatando el recuerdo) ...me quisieron como un salvadoreño más.

Tiene que tener muchos recuerdos lindos cuando casi se le salen las lágrimas al hablar de su paso por El Salvador.

(Pausa. Ojos aguados nuevamente. Silencio total. No pudo hablar)...

- ¿Qué tan lindo fue aquello?

¡Inolvidable! Todavía lo recuerdo. (Apenas alcanzó a decir esto. Una palabra más e iba a romper en llanto).

¿Me imagino que la fanaticada le cantaba y gritaba mucho?

Sí, me gritaban: ¡Tapia, Tapia...!

¿Lloró alguna vez al escuchar esto?

Sí, lloré. Me emocionaba (una vez más la voz se le quebró y sus ojos estaban cargados en lágrimas).

Por lo que me cuenta, allá lo querían muchísimo, ¿verdad?

Me estimaron y quisieron más allá que acá en Panamá, aunque aquí hay personas que me alaban, pero nunca como en San Salvador.

¿Le ha hecho falta sentir ese mismo cariño por parte de los fanáticos panameños?

No me ha hecho falta, eso nace del fanático. Pero hay muchas personas en Panamá que me quieren mucho y apreciaron mi fútbol. Pero que un presidente de la República (de El Salvador) baje de su palco a abrazarme y a felicitarme por ser campeón goleador, es un orgullo muy grande.

¿Y cómo era el cariño de la prensa salvadoreña por usted?

Ajo, el periodismo allá nadamás me quería tener en las primeras planas. Nunca pensaron que un panameño se fuera a destacar tanto. Allá había uruguayos, chilenos, brasileños, ticos y, de todos, un panameño vino a sobresalir. Me querían demasiado, todos los periódicos hablaban bien de mí.

¿Podría describirse cómo era en su faceta de futbolista, para los que no pudimos verlo jugar?

Yo usaba el (número) 9. Tenía buen pique, velocidad, una gambeta y dribling tremendos, era muy difícil para las defensas pararme, yo era como un zigzag, no era un tronco, así que no sabían para dónde iba... Yo embestía a los defensas, los encaraba, los retaba.

¿Cómo se dio su llegada al balompié de El Salvador?

Me inicié en el Politécnica (Panamá), en segunda división. Subimos a primera división y ahí fue donde me hice. De ahí emigré a El Salvador. Yo quedé en la selección de Panamá para unos Juegos Centroamericanos y del Caribe, en El Salvador, allá se fijaron en mí, y de ahí vino de una vez el contrato. Pero no firmé al instante, me probaron primero. Pero nadamás jugué un partido y dijeron: a ese no hay que probarlo más ya, ese que venga de una vez.

¿Es cierto que lo quisieron nacionalizar para que jugara en la selección de El Salvador?

Sí, me quisieron nacionalizar para prepararme para el Mundial, pero el embajador del consulado panameño me dijo que no lo hiciera, que yo estaba muy joven, que después iba a tener dificultades en mi país. Pero no hubiese pasado nada, porque allá (en El Salvador) me ofrecían muchas cosas que nunca me dieron aquí (en Panamá), eso sí lo digo.

Entonces, de haberse podido, ¿usted hubiese jugado para el combinado salvadoreño?

Sí, lo hubiese hecho, con gusto y orgullo.

Pasemos de tema. Hablemos de la selección de Panamá. Usted fue parte de ella en algún momento. El año pasado estuvimos cerca de clasificar al Mundial. ¿Qué cree que faltó?

Hubo algunas circunstancias... Si (Julio) Dely no dio las indicaciones de tirarse al suelo, quejarse para matar tiempo (en el partido ante Estados Unidos), eso igual debió ir en los jugadores, ellos tenían experiencia, ya habían jugado contra grandes equipos y todo no se le puede achacar a los Dely. Ellos se culpan por ser los entrenadores. Pero eso va en los jugadores, que tenían que poner de su parte... yo no culpo a los Dely, no los conozco, no he tenido amistad ni conversaciones con ellos, pero los defiendo en esa parte.

¿Y qué opina del nuevo proceso, ahora bajo el mando del técnico colombiano Hernán Darío Gómez?

De ese señor lo he escuchado en Colombia, parece que trabaja bien, es buen entrenador, pero lo que no sé entonces es por qué no está en otros buenos lugares y cayó acá. No lo conozco, no puedo hablar mal de él, pero, ojalá, primero Dios, la selección tenga un buen trabajo bajo su mando.

Ahora, unas preguntas sueltas:

¿Cuántos goles marcó en su carrera?

La verdad es que hice muchos goles, más de 200, o 300.

¿Cuál fue su mejor temporada goleadora?

Una con el Alianza. Hice 35 goles.

¿Cuál es el gol que más recuerda?

Los dos que le hice al Flamengo, de Brasil.

¿Qué le faltó por cumplir en su carrera?

Jugar en Sudamérica. El Peñarol (Uruguay) mandó los tiquetes de avión para que fuera a prueba allá, pero el Alianza no me dejó ir.

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