12 Dec
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Los Diablos Rojos, Cultura Panameña Popular Rodante

En Primera instancia definamos el término Cultura Popular; Cultura; es todo lo que concurre en el mundo, y que ha sido concebido por la mente y la mano humana. Por ejemplo, las fiestas, los alimentos, los sistemas políticos, la manera de pensar, la ropa y las modas, los medios de convivencia, etc. Todos éstos son productos culturales porque han surgido de la creación humana y de su manera de razonar, sentir y vivir el mundo.

En la ciencia de la Antropología, cultura es el conjunto de elementos de índole material o espiritual, organizados lógica y coherentemente, que incluye los conocimientos, las creencias, el arte, la moral, el derecho, los usos, las costumbres, y todos los hábitos y aptitudes adquiridos por los hombres en su condición de miembros de la sociedad.

Para la Sociología, cultura es el conjunto de estímulos ambientales que generan la socialización del individuo.
Para la Filosofía, cultura es el conjunto de producciones creativas del hombre que transforman el entorno y éste repercute a su vez modificando aquel.
Cultura Popular -para la Antropología- es la producción intelectual o material creada por las capas populares de una sociedad. Comprende el folklore, el mito, la leyenda, la fábula, las canciones y la música popular, la artesanía y la indumentaria.


Los estudiosos del folklore distinguen entre el folklore auténtico y otras manifestaciones culturales como las canciones populares o las historias o leyendas del pasado. Este tipo de material, considerado a menudo por los medios de comunicación como parte de la herencia folclórica, es definido por algunos folkloristas como conocimiento popular o cultura popular. Sin embargo la tradición folklórica y la popular enmascaran, las representaciones populares, emplean de manera continua formas legítimamente folklóricas para inspirarse y el conocimiento popular, a veces llega a ser tan conocido que los grupos folklóricos lo adaptan a su tradición oral.

Ahora hagamos un recuento histórico en la evolución de nuestro transporte público, el cual tiene sus orígenes en las llamadas "chivas", y cómo éste se fue apoderando de un sitial importante en nuestra cultura popular, además su notoriedad trascendió nuestras fronteras, siendo admiradas por todos aquellos extranjeros que diariamente visitan nuestro país. Sin duda alguna este fenómeno cultural no es ajeno a nuestra idiosincrasia, al carácter alegre, jovial y colorido que nos representa.

Las famosas "chivas" de la década del 50 eran busitos pequeños, que en su interior contaban con dos bancos largos ubicados de forma horizontal uno frente al otro, costaban un real, los pasajeros no iban de pie, pues eran bajitas y un adulto hubiera tenido que ir prácticamente agachado, sólo había dos bancos largos y los pasajeros viajaban unos frente al otro.

No se podía ser orgulloso o altanero, humilde sí, pues al entrar y salir había que bajar la cabeza. No faltaba alguna despistada que al pedir a gritos la PARADA, se levantaba intempestivamente y se pegaba tremendo cabezazo con el techo.

Los interiores de las chivas eran estrafalarios, los mismos contaban con un profuso repertorio de recortes, checheritos y calcomanías. El área que rodeaba el asiento del conductor era especialmente decorativa, irradiando el “sentimiento mosaiquista” que se pone de manifiesto en los altares de santería y en otros elementos de expresión de la cultura afro-americana. De hecho, figuras religiosas aparecían con frecuencia en estos espacios, colocadas al lado de muñecas, plumas, juguetes e hilos con bolitas. Todo este ambiente contribuía a cautivar a los usuarios y hasta atraparlos en este espectáculo, cuya seducción se acrecentaba por el alcance de las bocinas, los silbatos, los mambos y boleros que se transmitían por la radio. A veces los pasajeros escuchaban un partido de béisbol, los campeonatos de boxeo o las carreras de caballos y en otras ocasiones, se entretenían con una seductora novela.

Los observadores frecuentemente reseñaban en cuanto a sus características y su capacidad para unir a todos. Los pasajeros reaccionaban moviendo los pies o hacían comparaciones de las imágenes. Los estudiantes eran fanáticos de las chivas y esperaban pacientemente la llegada de su preferida, que casi siempre se identificaba con un nombre tomado de una canción o de una película famosa.

El nombre de “Chiva”, se atribuye según el desaparecido sociólogo Raúl Leis, a que en los primeros tiempos de nuestra República, cuando inició ese tipo de transporte público en Panamá, había unos conductores que procedían de la India. A ellos se les ocurrió pegar encima del panel del frente del conductor, alguna imagen de la diosa SHIVA. Cuando la gente les preguntaba qué era esa imagen (o pequeña estatuilla), ellos respondían "Shiva". Por supuesto, se panameñizó la pronunciación y el significado, dando como resultado el llamarle "Chivas" a esos minibuses.

Sin embargo en otras investigaciones realizadas en cuanto al origen de este singular nombre también se puede deber a:

Los pequeños autobuses al transitar por las calles adoquinadas de la ciudad de Panamá, saltaban como saltan los chivos o las chivas.
Debido a que los pequeños autobuses eran de marca Chevrolet terminaron por llamarles chivas.
La relacionada con los conductores hindúes y la deidad Shiva.
La vinculada con el parecido del sonido producido por el claxon de los pequeños autobuses parecido al balido de una chiva.
Las "chivas", abrieron paso a los llamados o reconocidos "diablos rojos", de esta forma llegan a Panamá, los primeros buses importados de los Estados Unidos, los cuales eran utilizados en este país como transporte para colegiales, siendo inicialmente de color amarillo, para luego ser convertidos por los artistas del patio en los llamativos y auténticos buses panameños.

Los motivos identificadores de los llamados "diablos rojos" han ido variando a lo largo del tiempo, al igual que la población panameña, adaptándose a las necesidades del momento; se ha llegado incluso a utilizar el decorado de los buses para transmitir mensajes políticos, movilizar a la población a eventos, presentaciones y hasta como vallas publiscitarias.

A los turistas que arriban a nuestra metrópoli, les llamaba poderosamente la atención, el colorido con que están pintados y decorados los autobuses que circulaban por nuestras avenidas. Es bastante común, que en las ventanas de los mismos, se exhiban una serie de nombres por lo general, femeninos; en las puertas traseras de éstos se pueden apreciar frecuentemente retratos de personalidades de la cultura popular, el cine y la política. En la defensa posterior no es infrecuente que aparezcan proverbios. Tres de ellos, quién sabe basados en cuales experiencias dicen: “Feliz Adán, que no tuvo suegra”, “Al saber le llaman suerte” y “Confórmate con lo que tienes”. Otros indican: “La lengua no rompe hueso” y “Seguir adelante es la clave del éxito”. En algunas defensas hay las siguientes expresiones de cinismo superlativo: “Graduado de Sinvergüenza” y “Agitador de las nenas” y otros sentencian: “El que a “yerro” mata a “yerro” muere”, “El hombre que cae y se levanta es aún más grande que el que no ha caído”, “La perseverancia es la clave del éxito”. Un conductor pesimista y escéptico, proclama a los cuatro vientos: “En el amor y la guerra la hipocresía está en el orden del día”.

Su nombre tiene su origen en las danzas coloniales, que los españoles utilizaron para introducir el cristianismo en el istmo y que se bailan en fiestas religiosas con la actuación de demonios, así mismo de sorprendentes. Hoy en día, la costumbre de los popularmente renombrados "diablos rojos", cuya existencia se remonta por lo menos a hace seis décadas, se enfrenta a su desaparición, llevándose consigo parte importante de una fuerte y arraigada cultura popular patrimonio de todos los panameños.

Ahora la mayoría de los panameños vemos con nostalgia como poco a poco los “diablos Rojos”, desaparecieron de nuestro paisaje cultural, ya no tararearemos nuestras canciones favoritas, que escuchábamos a todo sonar mientras nos transportábamos a nuestros hogares, muchas veces en largos y asfixiantes trayectos, ya no escucharemos al “secre” ó “pavo”, vocearnos gratuitamente la ruta que lleva, no escucharemos frase como; "sobran caballeros, faltan puestos", “hechense pa’tras”, entre otras elementos que formaban parte de nuestra cotidianidad, algunas insoportables, tediosas, pero sin ninguna duda muchas de ellas formaban parte de nuestra esencia particular de panameños y las "vamos a extrañar".

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