Leyenda del Cristo Negro de Portobelo
Corrían tiempos coloniales, cuando una tormenta obligó a un barco que se dirigía a Cartagena de Indias a encontrar refugio en la bella bahía de Portobelo.
Tras el mal tiempo, el capitán decidió seguir rumbo a su destino pero cada intento resultaba infructuoso porque se desataba muy mala mar. A pesar de ello, el barco zarpó en el quinto intento, pero las olas crecieron y la tripulación, temiendo por sus vidas, decidió tirar por la borda parte del cargamento entre el que había un gran baúl que iba en la bodega. Al poco tiempo el temporal amainó, y siguieron rumbo a su destino.
El baúl flotó hasta que fue encontrado, según la leyenda, por el indio Kichimbanchi que al llegar a tierra forzó la cerradura encontrando la imagen del Cristo. Ante tal hallazgo, decidió llevarla al pueblo y entregarla a la Iglesia.
Otra leyenda narra que la iglesia de Taboga ordenó una imagen de Jesús Nazareno a un proveedor en España. Al mismo tiempo, la iglesia de Portobelo pidió al mismo artesano una imagen de San Pedro. Al llegar el barco a Portobelo, la imagen de Jesús Nazareno se quedó en el pueblo y la de San Pedro marchó para la isla del Pacífico. Todos los intentos por subsanar el error fueron infructuosos, ya que algo impedía al Cristo abandonar el pueblo. Un hecho que provocó en los portobeleños una gran devoción.
Lo que sí se sabe es que corría el año 1658 cuando el 21 de octubre el Cristo Negro llegó al pueblo. Aunque hay otras fuentes que basan esta fecha en que, ese día, se sacó al Cristo de procesión para pedir el fin de una epidemia de viruela que cesó a la mañana siguiente. Independientemente de cuál versión es la más ajustada a la historia de su llegada, lo cierto es que hoy es parte del pueblo de Portobelo y de la cultura panameña ya que gran cantidad de la población lo venera.
Cada año, miles de peregrinos se dirigen hasta esta pequeña localidad costera para pedirle algún favor al Cristo Negro o por simple devoción a este Cristo que fue fabricado en Europa. En esa época las imágenes constaban de cara, dos manos y un pie, si no, no era una talla de cuerpo entero. Tanto en Europa como en Centro y Suramérica, los santos e imaginería de esos años son de este tipo, si no son tallas enteras con el torso desnudo. Desde su llegada hace 350 años, más o menos, el Cristo Negro de Portobelo ha sido un referente y congrega a su alrededor a gran número de devotos que se reúnen cada vez que abandona la urna donde está ubicado en la iglesia para recorrer este poblado, considerado uno de los más pintorescos de la provincia de Colón.
Muchos afirman que este posee rasgos europeos, ya que según la tradición fue tallado en Europa. En aquella época, como no había barniz, se usaba la clara de huevo para dar brillo a los cuadros y a las imágenes. Una práctica que con el paso de los años –y el uso desmedido de la clara de huevo– ha provocado que cientos de obras de arte hayan perdido su color y se hayan ennegrecido.
Con independencia de este hecho, el Cristo Negro es de los portobeleños y de los panameños. También es de los miles de devotos que se desperdigan por el mundo y llevan en sus carteras la imagen que ha ayudado a mucha gente que, con sus peregrinaciones, le agradecen su apoyo.