La fuerte lucha para el mejoramiento sanitario de las ciudades de Panamá y Colón.
El saneamiento de Panamá fue un proyecto de ingeniería social y ambiental. Para lograr su objetivo de limpiar la región aledaña al Canal, el Departamento de Sanidad de la Zona del Canal dividió la región en 25 distritos sanitarios que eran visitados por equipos de entre 20 y 100 hombres (el número variaba según la población) que eran liderados por un inspector sanitario.
De esta manera llegó Gorgas a Portobelo, en donde conoció a los indìgenas kunas de Guna Yala que iban a Colón a abastecerse. Los indìgenas contactaron a Gorgas y le pidieron ser visitados en su comunidad para determinar si la enfermedad que los estaba atacando era efectivamente la fiebre amarilla.
En su libro Sanitation in Panama, Gorgas cuenta impresionado su experiencia durante la visita que realizara a las islas, donde pudieron determinar que los indígenas eran afectados por neumonía, y no por fiebre amarilla.
Además de combatir la fiebre amarilla se hizo lo mismo contra la malaria, y durante la campaña contra esta enfermedad se cavaron millones de pies de zanjas de tierra, se hicieron zanjas cubiertas de concreto y zanjas cubiertas de piedra para drenar el agua de las lluvias y evitar así que los mosquitos anósfeles tuvieran dónde reproducirse.
Otro aspecto relevante de los aportes que se hicieron en el tema salud es la gran cantidad de investigaciones sobre el tema, cuyos resultados surgieron de los laboratorios del hospital de Ancón y fueron publicados en la revista Medical Association of the Isthmian Canal Zone, primera publicación médica de Panamá.
Esto dio la oportunidad a médicos panameños a hacer y publicar en este medio las primeras investigaciones médicas en el país.
A partir de 1905, una gran cantidad de médicos recibió entrenamiento en el hospital Ancón. Una enfermedad que no se suele mencionar y que atacaba a los trabajadores de origen africano era la pulmonía cuya tasa de mortalidad llegó a 16 por cada mil en el año 1906; esta tasa logró reducirse considerablemente, hasta casi desaparecer, cuando Gorgas ordenó que todos debían construirse una casa, aunque fuera una choza, en lugar de vivir hacinados como lo hacían.
En 1917 el Departamento de Salud del Canal de Panamá editó un folleto en inglés y español que contenía la reglamentación para diversos aspectos de la sanidad pública, entre ellos, el del manejo de mercados públicos y privados; los reglamentos para restaurantes, hoteles, teatros, salones y vehículos públicos; el reglamento para lecherías y venta de leche en las ciudades de Panamá y Colón; y el reglamento para los mataderos.
En el caso de los mercados, para cumplir las especificaciones se contaba con un inspector sanitario que las garantizaba, y se responsabilizaba al portero como encargado del aseo y del estado sanitario del lugar. El incumplimiento de las reglas podía resultar en multas de entre 5 y 25 balboas.
Llama la atención especialmente en este reglamento el artículo que imponía multas de 1 a 10 balboas a aquellas personas que escupieran en el suelo de calles o aceras, en los carros del ferrocarril, en cualquier otro vehículo público, en teatros, hoteles, almacenes, imprentas, fábricas, talleres o cualquier otro lugar público.
Interesante también resulta la medida que estipulaba que el conductor de cualquier vehículo público era responsable por la limpieza de este; de no cumplir ese cometido, el conductor podía recibir una multa de entre 5 a 100 balboas.
Las lecherías también requerían de autorizaciones especiales y debían cumplir los requerimientos del inspector de sanidad. Las vacas eran inspeccionadas cada seis meses para garantizar que se encontraban en buen estado de salud y se establecieron normas para el almacenamiento y pasteurización de la leche.
Otro tanto se hacía con los mataderos a los que se les especificaban las condiciones y requerimientos, así como el tipo de transporte que trasladaría la carne hacia los lugares de expendio.
Todas estas medidas contribuyeron al mejoramiento sanitario de las ciudades de Panamá y Colón.