14 May
14May

HUBO UN TIEMPO... QUE EL PARQUE OMAR SE LLAMABA PARQUE HECTOR GALLEGO

A mediados de la década de 1980, un movimiento estudiantil universitario enarboló en la entrada principal del espacio público denominado por la dictadura militar Parque Recreativo Omar, una pancarta con la siguiente inscripción: Parque Héctor Gallego. Al día siguiente, una imagen del letrero apareció en la portada de La Prensa. A partir de ese momento, la ciudadanía consciente, civilista y comprometida con valores democráticos, republicanos y humanitarios, empezó a llamar al bien público en cuestión, Parque Héctor Gallego.

La acción estudiantil tenía sólida argumentación y dijeron:

¿Cómo es posible que un parque donde juegan los niños panameños –y en el que las familias istmeñas obtienen sano esparcimiento– tenga el nombre de un tirano con las manos manchadas de sangre, líder máximo de un régimen represivo y violador de los derechos humanos?

En vez, lo justo es denominar ese espacio público en recuerdo de la más emblemática de las víctimas del dictador, un sacerdote bueno, que si alguna huella tenía en sus manos era la de la tierra que estrujaba a la par de sus hermanos campesinos y cuya corta vida, cruelmente truncada por la tiranía, constituyó un testimonio de apoyo solidario a los niños panameños y las familias istmeñas de nuestra campiña interiorana. La propuesta, evidentemente, tuvo mucha resonancia.

Tras el derrocamiento del régimen militar, el gobierno del presidente Endara devolvió el nombre de Tocumen al aeropuerto que también había sido designado en honor a omar Torrijos.

Además, en un acto de justicia, designó al gran parque de la vía Belisario Porras en recordación del malogrado sacerdote, cuya muerte es el más terrible ejemplo de lo que fue capaz de realizar la sanguinaria dictadura.

Después del descalabro electoral de 1994, cuando el abanderado del partido de los cuarteles llegó al poder con tan solo el 33% del voto popular y siendo este uno de los mayores beneficiarios del dictador, una de sus primeras acciones fue quitarle al espacio recreativo el nombre de Héctor Gallego y ponerle el de Omar Torrijos. Algunos, a manera de burla chabacana, empezaron a llamarle Omar Gallego al sitio en referencia, confundiendo en una sola designación a víctima y victimario.

Foto; panamaviejaescuela

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