Historia de los judíos en Panamá
La historia de los judíos en América existe desde Cristóbal Colón y su primer viaje transatlántico que tuvo lugar el 3 de agosto de 1492, cuando salió de España y eventualmente "descubrió" el Nuevo Mundo. La fecha de su partida correspondió con el día en que los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando I de Aragón mandaron que los judíos de España se convirtieran al Catolicismo, o que salieran del país, o que fueran condenados a la muerte por la desobediencia de la monarquía.
Había al menos seis judíos - judíos-crípticos o marranos (así los españoles los catalogaban), convertidos al catolicismo - que viajaron con Colón en su primer viaje incluyendo a Rodrigo de Triana, Maestre Bernal, quien trabajó de médico para la expedición, y Luis De Torres, el intérprete que hablaba hebreo y árabe, que se creían lenguas útiles en el Oriente, su destino original (ya que pensaban que iban a Las Indias). El registro más antiguo de presencia judía en Panamá fue en Santa María la Antigua del Darién. Aquí un obispo y gobernador disputaban mientras que uno protegía a los conversos el otro le hacía la vida imposible.
Como muestra de la influencia judía en nuestro Istmo, tenemos que el Primer Gobernador de la Castilla del Oro, Pedrarias Dávila era nieto del judío converso Diego Arias Dávila, de las personas más influyentes en la Segovia del Siglo XV.
Hay un episodio poco conocido del portugués Sebastian Rodríguez quien intentó abrir una sinagoga en la antigua ciudad (Panamá La Vieja) escondida del gobierno local detrás de una barberia.
En los siguientes años, judíos o criptojudíos se establecieron en Nueva España y en las colonias Portuguesas del Caribe, donde se creían fuera del alcance de la Inquisición, incluyendo los territorios de Castilla de Oro y Veragua, lo que corresponde a la actual Panamá.
Otro ejemplo de presencia judía en Panamá es la fundación de la ciudad de David. Se le considera a Juan López de Sequeira como el actor INTELECTUAL del sitio de David y a Francisco de Gama como autor FÍSICO. Ambos eran judíos conversos por lo que se piensa que la razón de que no les reconocían el lugar se debe a diferencias religiosas con la Real Audiencia de Panamá. Para 1736, David recibe su reconocimiento como pueblo al denominarse La Ermita San José de David.
Así tenemos que son comunes en Panamá apellidos como Silvera, Pereira, Castro, Castroverde, Plata, Oro, Robles, Henríquez, Bejarano, sin siquiera mencionar la larga lista de apellidos patronímicos terminados en “ez”.
Si bien descendientes de los “anusim” o criptojudíos procedentes de la Península Ibérica, han vivido en Panamá desde comienzos del siglo XVI, no existió una comunidad judía que haya practicado abiertamente su religión hasta que pasaron siglos.
Judíos, tanto sefaradim como ashkenazim, comenzaron a arribar a Panamá en cantidades importantes, recién a mediados del siglo XIX, atraídos por alicientes económicos tales como la construcción del ferrocarril bioceánico y la fiebre del oro en California.
La primera congregación – Kol Shearit Israel – fue fundada en 1876 por judíos sefaradim de culto religioso liberal procedentes del Caribe y Holanda. Hoy en día está identificada con el judaísmo reformista y suma aproximadamente unas 160m familias. Entre estas familias pioneras encontramos a los Maduro, Fidanque, Toledano, Piza, Lindo, Ehrman, Cardoze, Delvalle.
Esta comunidad prosperó mucho e incluso fundó bancos en Panamá, tal como lo hicieron las familias Piza, Lindo y Ehrman.
Los hebreos tuvieron una gran participación en el movimiento de separación de Colombia, ayudando a que Manuel Amador Guerrero pudiese tener aquella cita en el Waldorf Astoria para finalizar los detalles de la misma. Este encuentro fue un trabajo conjunto entre judíos de Panamá y Nueva York. En el norte, Joshua Lindo fue quién tramitó los cables desde su oficina en la firma Piza, Nephews & Company. Otra figura en Nueva York fue Féliz Ehrman, quien era viseconsul de USA y quién intercedió para que los Estados Unidos no dejaran pasar las tropas colombianas de Colón a Panamá.
Los lienzos que usó María Ossa de Amador se compraron en el almacén La Dalia propiedad de David Cardoze quien luego seria alcalde.
Luego de separada Panamá fueron los judíos Isaac Levy Toledano y Michael de León quienes ofrecieron respaldo económico a la nueva nación. David Brandon obsequió banderas a la Junta de Gobierno como simbolo de apoyo y solidariedad al país.
Asimismo, una de las marchas patrióticas más importantes del Istmo, la “Marcha Panamá” fue escrita y compuesta por Eduardo Maduro, miembro de dicha comunidad.
Les siguieron otras olas inmigratorias: durante la Primera Guerra Mundial procedentes del Imperio Otomano en desintegración; antes y después de la Segunda Guerra Mundial desde Europa; desde países árabes debido al éxodo provocado en 1948; y más recientemente desde países sudamericanos que sufrieron crisis económicas.
Así se fundó la Sociedad Israelita de Beneficencia Shevet Ahim en 1933, con judíos de origen sirio (mizrahim). Luego con la llegado del recordado rabino Tzion Levy en 1951, se consolida como Congregación siguiendo una línea ortodoxa, según las directrices de la Halajá.
Luego, cerca de 1940, un grupo de judíos ashkenazi empieza a reunirse en casas de feligreses, hasta que cerca de 1960 adquieren el inmueble que se constituye como su Sinagoga, estableciendo con el tiempo la Comunidad Bethel.
Los Aportes de la comunidad judía a Panamá
Gracias a las colaboraciones de la comunidad judía de Panamá se estableció el Cuerpo de Bomberos de Panamá, la Orquesta Sinfónica Nacional, La Universidad Tecnológica, El Biomuseo (con una sustanciosa donación de la comunidad judía).
Y no puedo terminar sin antes mencionar el gran amigo del pueblo panameño que nos dió tantas alegrias, y que lo conociamos como “Don Colchón”, el Sr. Rubén Gerschfield, pues jamás le decía "NO" cuando le pedían ayuda para una persona de escasos recursos, quién murió producto de un paro cardio respiratorio.
Gerschfeld, fue gerente ejecutivo de Grupo Tova S.A y se ganó el aprecio de todos los empleados.