Historia de la Provincia de Coclé
La historia de la provincia de Coclé se remonta a aproximadamente 11,000 años cuando se da la llegada de los primeros paleoindios procedentes de Norteamérica que penetraron al Istmo. Sin embargo, los primeros indicios reales de la presencia humana en la provincia de Coclé, los encontramos en el Cerro Guacamaya, donde se pudieron hallar vasijas de cerámica de hace aproximadamente unos 2,800 años de antigüedad, correspondiendo estas a las cerámicas más antiguas encontradas en el Istmo de Panamá.
Sería precisamente en esta provincia donde se desarrollaría una de las culturas más asombrosas de la baja Mesoamérica, y de la cual deriva el nombre actual de esta provincia, la Cultura Coclé, caracterizada por su rica alfarería, piezas maestras donde destacan los ricos diseños antropomorfos, zoomorfos y geométricos que decorarían tanto las delicadas piezas de cerámica, como las asombrosas piezas de orfebrería labradas por estos hábiles artesanos, y a través de los cuales se les rendía culto a dioses como el sol, el lagarto o la rana, motivos estos que sobresalen dentro de las variadas manifestaciones artísticas de su cultura.
Varios son los sitios dentro de la provincia de Coclé que destacan por guardar valiosas muestras de esta cultura, pero son dos de ellos los que más destacan por haber logrado fama internacional a inicios del siglo XX, debido a las excavaciones de famosos arqueólogos como Alden Mason y Sammuel Lothrop, quienes llegaron a develar parte de los misterios de esta enigmática cultura.
Uno de estos sitios, y el más famoso aún dentro de la arqueología nacional e internacional, en lo que se refiere a las antiguas culturas panameñas precolombinas, es el Sitio Conte, lugar donde entre 1930 y 1940 se llevaron excavaciones que develaron la magnitud, importancia y complejidad de la cultura Coclé, en aspectos tan diversos como su organización social, sus relaciones comerciales con otros pueblos y la delicadeza de su trabajo en cerámica y orfebrería, y del cual se pueden encontrar piezas, en museos de renombre internacional, como el Museo del Indio Americano, en los Estados Unidos.
El otro sitio, es el sitio arqueológico El Caño, el cual destaca por ser un centro ceremonial y sede principal del cacicazgo de Natá, el cual dominaba buena parte de las llanuras coclesanas, al momento de la llegada de los españoles.
Penonomé, por qué hablar de establecimiento y no de fundación
El poblado de Penonomé se formó como reducción de índigenas establecida el 30 de abril de 1581. No existe un acta oficial de su fundación, pero si la carta relación que el Dr. Diego López Villanueva y Zapata, envió al Rey Felipe II. Según esta carta el “establecimiento” de Penonomé se dio como una manera de recoger a los indígenas que vivían dispersos entre Penonomé y Olá, “quienes vivían sin razón y sin que hubiesen sido adoctrinados a la religión cristiana”. Diego Lopez señala la ubicación del poblado indígena de Penonomé más al norte de su ubicación actual.
Sin embargo, más tarde se hizo que los indios se reunieran en un poblado más al sur, ubicado cerca del río Zaratí, al cual se le dio el nombre de Penonomé, cacique indio de estas regiones. De esta forma, Penonomé no es fundada, sino establecida. La diferencia puede parecer trivial, pero no lo es, ya que la existencia de un Acta o no destaca la importancia que daba la corona a un poblado dentro del contexto de la estructura de sus territorios. Por ejemplo, lugares como Panamá y Natá tienen un Acta de Fundación, un documento en el que expresamente se recogía la formalidad del acto de crear un poblado y donde se establecía la distribución de los solares que conformarían la nueva población. Por el contrario, en el caso de Penonomé, Villa Nueva y Zapata solo indica en una carta dirigida a los Reyes de España que había establecido el poblado de Penonomé, como una forma de recoger o 'reducir' a los índigenas que estaban dispersos entre lo que ahora es Penonomé y Olá.
En este respecto la ubicación de los poblados fue uno de los puntos más importantes en cuanto a la política de poblamiento del Istmo de Panamá. Tal es la importancia que la Corona Española envía indicaciones precisas a Pedrarias en 1513 en cuanto a la fundación y ubicación de los poblados españoles. Así se acostumbraba ubicar los poblados cerca de ríos, en llanuras que permitiesen el desarrollo de la agricultura, con suficiente precipitación, pero sin que esto significase demasiada humedad que pudiera perjudicar los cultivos que realizaban los españoles.
De este modo tenemos que, mientras los poblados de indígenas o de reducción, como es el caso de Penonomé, se ubicaban hacia la zona de contacto entre las llanuras y las montañas, los poblados de españoles se ubicaban en medio de las sabanas, más cercanos al mar.
La fundación de poblados cumplía también una misión estratégica para la Corona Española, ya que los mismos se ubicaban a una distancia prudente, por lo general unas 6 leguas(unos 30 km) entre poblados. Esto se hacía con la intención de reforzar la política de poblamiento y a la vez de que sirviesen como estaciones de descanso para los viajeros y funcionarios del gobierno español. Así se aseguraba el dominio político y económico de la Corona sobre el territorio conquistado.
Durante la colonización, los pueblos se establecían con caminos que los interconectaban o que llevaban al mar, hacia los puertos de salida para la ciudad de Panamá. Para el fin del siglo XIX la red urbana de pueblos y villas que miraban al Pacífico ya estaba completa, con lo que la configuración actual de nuestro país queda asentada, entre pueblos principales como Penonomé y Aguadulce, quienes rivalizan por el poder político de la región, y ciudades secundarias o satélites que permanecerán relegadas a un segundo plano desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad.