Suele ocurrir que muchos nombres en la República de Panamá tienen una historia desconocida y, desafortunadamente, su verdadero origen se ha perdido en el tiempo. A pesar de eso, entre los lugareños existen varias historias que merecen ser conocidas.
De plano están quienes afirman con vehemencia que el último cacique en habitar esa región, de carácter fuerte e incansable luchador, era conocido como "Boka Toro".
Otros aseguran que durante su cuarto y último viaje, el almirante Cristóbal Colón quien estuvo la mayoría del tiempo postrado en cama debido a una visión deficiente y aunado a la posible fiebre reumática, navegó con sus dos Carabelas hacia una amplia entrada de agua circular, la bahía de "Carabaro", llamada así por los indígenas, hoy rebautizada en su honor como bahía de Almirante.
En octubre 6 de 1502, según navegaba con su tripulación desde el Mar Caribe rumbo a la isla Carenero para hacer reparaciones de la carenera (composturas del casco) en una de sus naves debido a las fuertes tormentas desatadas a lo largo de la costa y abastecerse de víveres en la vecina isla Bastimentos, Colón divisó un peñasco, el cual presenta la forma de un “toro acostado con la boca abierta”.
Esto podría explicar algunos nombres de las islas caribeñas Bastimentos y Carenero, que significan abastecimiento y carenar, respectivamente.
Una variante de lo anterior indica que, al hacer la entrada del mar hacia tierra firme las inmensas olas que golpean los peñascos en la isla Bastimentos (mismos que son de origen volcánico) asemejan el sonido de un toro bramando con gran fuerza.
Historia
Archipiélago de Bocas del Toro.
Los europeos llegaron por primera vez a este territorio el 6 de octubre de 1502, durante el cuarto viaje del almirante Colón a América. Desde la época colonial, a partir de dicha fecha, fue parte de la gobernación de Veragua, en 1537 fue parte de la Veragua Real y en 1540 quedó dentro de la Provincia de Nueva Cartago y Costa Rica, cuyos territorios se extendían hasta el este de Honduras.
Se intentaron fundar poblados, pero éstos no duraron más que meses. En 1540 se fundó el poblado de Badajoz, a orillas del río Sixaola, pero fue destruido. En 1560, en la bahía de Almirante se fundó la villa de Castillo de Austria, pero fue abandonada al año siguiente por su ubicación inhóspita y malsana. En 1577, se fundó en las orillas del río Cricamola la Ciudad de Artieda del Nuevo Reino de Navarra, que quedó bajo jurisdicción de la nueva provincia de Costa Rica, pero fue abandonada al año siguiente por las mismas razones.
En 1605 fue fundada en el margen sur del Sixaola, la efímera Santiago de Talamanca por el conquistador Diego de Sojo y Peñaranda, y tuvo cierta prosperidad llegando a ser capital de la nueva provincia de Duy y Mexicanos en 1610, que se extendía desde el Sixaola hasta la isla Escudo de Veraguas, pero en ese mismo año una rebelión indígena encabezada por los cabécar que terminó en una masacre, obligó al abandono de la ciudad y la disolución de Duy y Mexicanos.
Durante el siglo XIX, la zona de Bocas del Toro quedó inmersa en una disputa fronteriza entre Costa Rica y Colombia, debido a interpretaciones de la Real Cédula de 1803, que traspasaba la jurisdicción de la Costa de Mosquitos hasta Escudo de Veraguas, del virreinato de Nueva España al Virreinato de Nueva Granada. Con la independencia del istmo de Panamá (y su posterior adhesión a la Gran Colombia) y el surgimiento de la República Federal de Centro América, la disputa por Bocas del Toro se hizo más evidente.
En 1836, temiendo la creciente influencia inglesa en el Caribe, Centroamérica proclamó la autoridad en la isla de Bocas de Toro y nombró a Juan Galindo para el establecimiento del distrito de Morazán. No obstante, la República de la Nueva Granada envió dos buques y un destacamento para expulsar a las fuerzas centroamericanas, lográndolo el 18 de diciembre, sin ninguna acción militar. Costa Rica protestó por la acción, considerándolo como una «usurpación», pero temiendo el poderío militar neogranadino se abstuvo de tomar acciones hasta la Separación de Panamá de Colombia en 1903, y permaneció como un reclamo fronterizo.
El 26 de mayo de 1837, la Nueva Granada denominó a Bocas del Toro como un cantón de la provincia de Veragua y en 1843 fue renombrado como territorio nacional, con beneficios tributarios y atribuciones sociopolíticas especiales. En 1850 fue abolido el territorio y fue anexado a la provincia de Chiriquí (luego departamento de Chiriquí). En 1855, el archipiélago de Bocas del Toro, la laguna de Chiriquí y algunos caseríos en el continente fueron agrupados en la comarca de Bocas del Toro hasta 1894, cuando fue convertido en distrito de la provincia de Colón.
Pocos días después de la separación de Panamá de Colombia, el 16 de noviembre de 1903, se promovió a Bocas del Toro como provincia de la nueva República de Panamá.
Durante la guerra de Coto fuerzas costarricenses recuperaron brevemente la provincia, llegando hasta la ciudad de Almirante, donde el 6 de marzo se preparaban los últimos detalles para tomar la capital de la provincia, situada en un extremo de la isla Colón, y que aún permanecía bajo control panameño, cuando llegó la noticia de que la lucha había terminado mediante la imposición del fallo White de 1914. Por esa razón los soldados costarricenses concentrados en Almirante fueron trasladados a la vecina provincia de Limón, terminando la ocupación costarricense de Bocas del Toro.
En 1991, un terremoto de escala 7,6 MW azotó Bocas del Toro y la vecina Costa Rica, causando 79 muertos, 1061 heridos y numerosos daños estructurales.
Mediante la Ley No.10 de 7 de marzo de 1997 más de la mitad de su territorio fue asignado a la comarca Ngäbe-Buglé, según fuera impreso en la Gaceta Oficial #23,242 publicada en 11 de marzo de 1997.