28 Aug
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El Tratado del Wisconsin es el documento con el que oficialmente se pone fin a la guerra civil en Colombia, que se inició el 17 de agosto de 1899, conflicto que hoy se conoce como la guerra de los Mil Días.

Después de la efímera victoria de Peralonso, en que las fuerzas liberales retomaron el brío perdido en la batalla de Bucaramanga, el liberalismo no volvió a conocer de victorias que hubieran podido cambiarle el curso a la guerra. En el centro del país los grandes ejércitos se esfumaron quedando, en el mejor de los casos, conformados por una sumatoria de guerrillas, con la cuota de desorden y brutalidad que esto implicaba. El apoyo de Cipriano Castro (presidente de Venezuela) y Eloy Alfaro (presidente del Ecuador) no fue suficiente para evitar una consistente pérdida de batallas por parte del liberalismo. En la frontera sur fue imposible consolidar una fuerza operativa que pudiera dominar ese estratégico espacio, y en el norte el general Rafael Uribe Uribe no logró recoger más que derrotas. Sólo en Panamá, a donde el general Benjamín Herrera se había trasladado con una importante unidad naval, el Almirante Padilla, y con un número significativo de hombres y fogueados generales que habían hecho campaña en los departamentos de Cundinamarca y Tolima, el liberalismo aparecía triunfante.

Las fuerzas del general Herrera contaron con el apoyo decisivo que le dieron los aborígenes del Istmo comandados por Victoriano Lorenzo. Herrera combatió desde las Bocas del Toro hasta las goteras de la ciudad de Panamá, logrando arrinconar a los conservadores detrás de sus murallas, donde recibieron el amparo de los cañones de los barcos y de los fusiles de los marines estadounidenses apostados en la vía férrea que unía los dos océanos.

Pero mientras la suerte acompañaba a Benjamín Herrera, en el centro del país el desánimo liberal cundía, al punto que el general Uribe Uribe decidió buscar la paz por medio de un tratado. Su firma, el 24 de octubre de 1902 en la finca Neerlandia, de donde toma su nombre, induce a Benjamín Herrera a pensar en una fórmula similar. El Tratado de Neerlandia, los cañones estadounidenses apuntados hacia los puertos y la amenaza de su intervención directa llevan al general Herrera a aceptar el ofrecimiento de los norteamericanos para que en su buque insignia, el Wisconsin, fondeado en el puerto de Ciudad de Panamá, se reúnan las comisiones de las fuerzas beligerantes para acordar un tratado de paz. Allí durante varios días se reúnen las comisiones respectivas y el 21 de noviembre de 1902, los conservadores Víctor M. Salazar y Alfredo Vázquez Cobo y los liberales Lucas Caballero y Eusebio Morales firman un acuerdo que, ratificado respectivamente por sus jefes Nicolás Perdomo, ministro de Gobierno, y Benjamín Herrera, director de la guerra en Cauca y Panamá, pone fin al conflicto (ver Credencial Historia Nº 7, julio de 1990).

No hubo brindis fuera del celebrado por firmantes y anfitriones. Al resto del país la noticia llegó tarde. Panamá estaba demasiado lejos, y en el interior del país el telégrafo escaso e interrumpido en muchos sitios dejaba las comunicaciones en manos de los estafetas y los comerciantes trashumantes. Los telegramas de la Dirección liberal informando del hecho y ordenando la presentación a las guarniciones conservadoras de las fuerzas que aún combatían, así como los avisos pegados por el gobierno en las plazas de los pueblos, llegaron y se aplicaron de manera desacompasada, por lo que el Tratado del Wisconsin, con el que oficialmente se puso fin a la guerra, no logró concluir de un tajo con ella; ésta se fue extinguiendo paulatinamente.

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