El otro Omar Torrijos Herrera
Del panameño que firmó los tratados que nos devolvieron el Canal, muchas cosas se han escrito.
Que si fue un dictador, que si fue un humanista, que si persiguió a sus adversarios, que si supo ayudar a los que más lo necesitaban... en fin: dependiendo del talante y la inclinación de quien hable, así mismo será su visión sobre el legado del desaparecido.
Un Omar Torrijos diferente:
CON MARIO VARGAS LLOSA
El mundialmente reconocido y popular escritor peruano, Premio Nobel, también compartió con Torrijos muchas horas de diálogo, debate, polémica y análisis. Normalmente, sus encuentros ocurrieron en los alrededores de la hermosa playa de Farallón, en la provincia de Coclé. Ha contado don Mario que una semana antes de su muerte, estuvo precisamente en aquel punto. Allí le preguntó a Omar por sus problemas personales y este le reveló que habría decidido firmemente que se retiraba del ejercicio del poder público, pero que el gran drama era que la gente no se lo creía ni un poquito. Agregó el distinguido huésped que el otro problema revelado por Omar era la necesidad de esconderse para que las nuevas autoridades pudieran asumir sus roles y resolver los problemas públicos. Con una sonrisa en los labios, recordó que Torrijos soltó una sonora carcajada cuando contó que en ocasiones se escondía tan bien, pero tan bien, que ni él mismo sabía dónde realmente estaba. Concluyó Vargas Llosa que, irónicamente, una semana después de aquellas ricas pláticas, Torrijos se escondería para siempre de quienes le buscaban, al estrellarse contra el Cerro Marta el avión FAP 205 que le transportaba hacia Coclesito, su tierra amada.
CON ARMANDO HART DÁVALOS
Contó para la historia una anécdota narrada, a posteriori, por un miembro de la escolta y del cuerpo de seguridad del general Torrijos. Dijo que antes de viajar por primera vez a la isla de Cuba, Omar los reunió para dictar instrucciones precisas. Algunos no estuvieron muy de acuerdo con las órdenes y solicitaron permiso para cuestionar la decisión. Al final, como era de esperarse, la orden terminante del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas panameñas se impuso. Así, llegaron todos los de la escolta a La Habana: uniformados de fatiga verde, con sus zambrones y sus cantimploras. Absolutamente nada más. Las autoridades cubanas se extrañaron de que no portaran armas de ninguna clase y las cosas no se aclararon hasta que un alto oficial del régimen castrista lo preguntó directamente. Esta fue la respuesta: “El comandante Torrijos lo ha prohibido. Ha dicho que a la casa de un amigo NO se llevan armas. Jamás”.
CON HUGO CHÁVEZ FRÍAS
El legendario expresidente venezolano dijo que para tomar conciencia de los cambios que adelantó en su país se inspiró en cuatro importantes figuras: Simón Bolívar, Fidel Castro, Omar Torrijos y Juan Velasco Alvarado. En vida, Chávez aseguró que el derrocamiento de Salvador Allende, en 1973, en Chile, por Augusto Pinochet, provocó en él un gran desprecio hacia los gorilas de ese tipo. Entonces, confesó que luego de haber estudiado a profundidad el trabajo y la obra de Omar Torrijos en Panamá pudo confirmar la existencia de otro tipo de militares y de fuerzas armadas, de vocación nacionalista y convicción en el servicio a los más necesitados.
CON JOHN WAYNE
Cuenta el comunicador español Zoilo Martínez de la Vega que en un principio el famoso y querido actor de cine de los Estados Unidos se inclinaba por encabezar una campaña nacional en el Norte para impedir que a los panameños nos cedieran el Canal. Quería desprestigiar a Omar y apoyar a Jimmy Carter en las negociaciones. Los panameños, vía Gabriel Lewis Galindo, pudieron llegar hasta la casa del “cowboy” más conocido del mundo. Con muchos documentos, videos, testimonios y pruebas, pudieron demostrarle que Torrijos no quería el Canal “para entregárselo a los comunistas”. John Wayne convocó a sus asesores de confianza, visitaron Panamá y confirmaron sobre el terreno la veracidad de la documentación a él entregada. A partir de ese instante, hizo siempre campaña sobre el Canal, pero a favor de la causa panameña.
CON GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Para la firma de los tratados, Omar autorizó un pasaporte oficial de panameño al Nobel de Literatura. Al llegar a Washington, D.C., la comitiva fue hospedada frente a la Casa Blanca, en la Mansión Blair. La misma tarde del arribo, un grupo de exiliados chilenos se presentó para invitar a García Márquez a protestar, en las aceras de la Casa Blanca, contra la presencia de Augusto Pinochet en la ceremonia de la firma de los Tratados Torrijos-Carter. Todos los presidentes de América Latina estaban invitados. Al rato, el Gabo daba vueltas frente a la mansión presidencial, portando una pancarta que decía: “¡Fuera Pinochet asesino!” Un miembro de la delegación de Panamá lo vio y se lo fue a contar a Torrijos. El comentario de este fue: “Y yo que me muero de envidia”. A la hora de trasladarse a la sede de la OEA, donde la ceremonia exigía traje formal, el Gabo se presentó con su acostumbrada e impecable guayabera blanca. Nervioso, el jefe de protocolo de Panamá corrió a informarle a Torrijos, quien se limitó a decir: “Déjenlo. Gabriel será el único que participará vestido como un verdadero panameño”.
CON EDWIN FÁBREGA
El inolvidable arquitecto, quien fue director del IRHE y se hizo famoso construyendo hidroeléctricas, para después participar en la negociación de los nuevos Tratados del Canal, a menudo contaba que siendo niños de 12 años de edad, ambos, él y Omar, allá en Santiago de Veraguas, decidieron, sin permiso de sus dueños, treparse a un palo de mangos frente al parque de la iglesia para apropiarse la rica fruta. Los descubre el policía Efraín Castillo y ordena que se los lleven presos. De inmediato, mandaron a buscar al papá de Omar para que aconsejara y garantizara el castigo correspondiente. Llegó el educador don José María al cuartel y le dice: “Hombre, Omar Efraín. Tú siempre andas buscándome problemas”. Y este, mirando indistintamente al papá y al policía Castillo, respondió: ¿Cuál es el problema, papá, acaso no es cierto que las frutas son para los niños y para las aves?
CON GUILLERMO RÍOS VALDÉS
Muy temprano, Torrijos comprendió que, sin el respaldo unitario de la población, la lucha por la soberanía terminaría en un rotundo fracaso. Por ello, convocó a reunión de trabajo a los principales líderes del movimiento estudiantil de la época, nada afectos a su régimen. Ellos fueron muy duros en sus planteamientos, y convencido de que les necesitaba, Torrijos fue muy complaciente y tolerante. Conversaron civilmente, aterrizaron posiciones, establecieron precondiciones irrenunciables y en una decisión histórica, llegaron a entendimientos formales por Panamá. Pero Omar también plantearía sus solicitudes. Y dijo: “Muchachos, les quiero pedir un favor. No uno, tres favores. No mienten tanto a mi madre. No me digan dictador y no me llamen traidor. Les juro que yo quiero a este país, tanto como lo quieren ustedes”. Olimpo Sáez, entendiendo todo lo que estaba en juego, aseguró a Omar que se haría el mejor de los esfuerzos en ese sentido. El resto es historia. Los tratados pudieron firmarse.
El reconocido jurista trató a Omar desde el inicio de la toma del poder. Considera que una de sus principales habilidades fue saber rodearse de gente muy talentosa y menciona a colaboradores de la talla de Reina Torres, Luis H. Moreno, Tony Tack, Nicky Barletta, Edwin Fábrega, los Lewis Galindo, Rory González, Omar Jaén, Royo, Materno, Mario De Diego, Roberto Alemán y tantos otros. Revela que pocos saben que Torrijos, desde antes del comienzo de todo, ya había decidido librar una verdadera y amplia “guerra diplomática” contra los Estados Unidos. Siempre estuvo convencido de que sus armas para ganar esa batalla serían el respaldo del pueblo y el apoyo del resto del mundo. La estrategia le funcionó.
CON CARLOS VILLALOBOS
A este sacerdote católico le tocó caminar con Torrijos por senderos cuasi vírgenes en el Norte/Norte de la provincia de Veraguas. De aquellos recorridos, no olvida una tarde en la que, arriba de una roca, conversando con amigos cercanos, aseguró que el mar Atlántico era tan duro, fuerte y rebelde que rechazaba tractores y conquistadores con fuerza y vehemencia indomables. Sin embargo, Omar, que le tenía una fe inenarrable al proyecto de conquistar las riberas del océano Atlántico para desarrollar las costas del norte del Istmo, supo pronosticar que “llegará pronto el día en que un tractorcito de mala muerte se paseará por sus alrededores, sin que ola alguna se le resista”. Así de grande era el magnetismo que, sobre el dirigente, ejercía aquel plan. El tiempo demostró que el reto tenía todo el sentido del mundo: se trataba de rescatar a miles de compatriotas que todavía hoy continúa marginados y la “Conquista del Atlántico” sigue esperando por sus tractores.
CON ANNA GRAU
En su obra “Piensa lo Peor”, la destacada periodista madrileña reseña lo que calificó como un pasaje fascinante pero verosímil. Narró que familiares y amigos de cuatro periodistas franceses que se encontraban bajo terrible arresto en las ergástulas chilenas tocaron a la puerta de la casa de Omar en la playa de Farallón, allá en Coclé. Frente a frente, le hablaron de los arrestados en Santiago de Chile por el régimen del general Augusto Pinochet, de sus ideales y de la necesidad urgente de liberarlos. Su intercesión consistió en levantar el teléfono, y luego de localizar al mandatario suramericano, expresarle en directo: “Mi general: de dictador a dictador, tiene usted que hacerme un favor…”. Periodistas progresistas de Europa jamás olvidaron ese gesto. Y mucho ayudaron posteriormente a la gran causa por la soberanía, divulgando los esfuerzos panameños frente al gran Coloso del Norte.
CON NICOLÁS ARDITO BARLETTA
De antología es el pasaje entre el economista y el militar. Visitando comunidades al sur de la provincia de Veraguas, entran un día a la casa de una modesta familia campesina y allí, medio broma y medio en serio, Omar le pide un juicio sobre la condición económica de la familia, en particular sobre el jefe de la morada. “Nicky, ¿tú crees que él es un buen sujeto de crédito?”. El expresidente se deshizo rápidamente en conocimientos financieros e hizo un análisis sobre la cantidad de siembra, valor de la cosecha, su comercialización y la capacidad de pago de aquel hombre del campo. Desde otra óptica, Omar le llamó la atención sobre el orden en la casa, el aseo de todos, la actitud y uniformes de los hijos estudiantes, los libros cada uno en su lugar y el nivel de atenciones que les brindaron. Otra manera de apreciar su potencial personal. Por ese y otros episodios, Ardito Barletta es el primero en reconocer que la inteligencia de Torrijos era no solo política. Era sociológica y sicológica.
Fuente: La Critica