11 Jun
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El cuestionado primer triunfo electoral de Arnulfo Arias Madrid

A finales de mayo y principios de junio de 1940, mientras que los países europeos daban comienzo a la II Guerra Mundial, en Panamá llegaba a su recta final lo que en su momento se llamaría la "contienda electoral más cruda y enconada de la historia republicana".

En ella se batían a duelo dos gigantes de la historia del país: el inquietante y contradictorio doctor Arnulfo Arias Madrid y el diplomático y reflexivo abogado y diplomático Ricardo J. Alfaro

Los turbulentos acontecimientos que tomaron lugar eran consecuencia de un periodo presidencial pleno de agitaciones, que arrastraba las cicatrices de los cuestionados resultados electorales de 1936, en los cuales se había declarado vencedor, para sorpresa de muchos, al candidato del Partido Nacional Revolucionario Juan Demóstenes Arosemena.

Los cuatro años de gobierno de Arosemena estuvieron marcados por las tramas y conspiraciones y las acusaciones contra figuras como Francisco Arias, Domingo Diaz y Enrique A. Jiménez, representantes de sectores tradicionalmente dominantes, que perdían fuerza frente a nuevos grupos profesionales, comerciantes e industriales.

En su mensaje a la Asamblea Nacional, el 1 de septiembre de 1938, Arosemena se quejaba de que en lugar de invertir el dinero del estado en el bienestar de la población, se veía obligado a gastar en armar a la policía con el fin de proteger al gobierno de "las actividades revolucionarias" de la oposición.

Situación social

En 1940, la ciudad de Panamá llegaba a los 96 mil 129 habitantes, con un crecimiento acelerado en la ultima década, producto de la inmigración interna y externa, especialmente de españoles que huían de la Guerra Civil y otros europeos que hacían lo propio a raiz del conflicto que se ahora iniciaba en Europa.

Panamá no estaba preparado para incorporar a tan elevado número de inmigrantes, que dominaban el comercio de las ciudades de Panamá y Colón, dando razón a un creciente resentimiento entre los panameños que decían enfrentar una competencia desleal.

En lo económico, aunque las finanzas del estado no atravesaban un buen momento, se cernían esperanzas sobre una nueva etapa de desarrollo industrial. En 1939, el Congreso de Estados Unidos había, por fin, aprobado el Tratado Arias Roosevelt, negociado por Harmodio Arias y Franklin Del Ano Roosevelt, que abría el mercado de la Zona del Canal a la productos locales, especialmente la carne de res, cerveza y productos lácteos.

Por otra parte, había inquietud con respecto al movimiento obrero, que organizaba frecuentes huelgas , en medio de la propagación de las ideas socialistas y la conciencia de su poder tras el Movimiento Inquilinario de 1925.

Llega Arnulfo Arias Madrid

Ese era el ambiente en Panamá, cuando, en octubre de 1939, arribó al país Arnulfo Arias Madrid, procedente de Francia, donde había actuado como enviado extraordinario y ministro plenipoteciario del presidente Arosemena.

Arias venía a asumir la candidatura a la Presidencia, apoyado por los partidos Nacional Revolucionario, Demócrata Liberal Unido, Demócrata y Liberal Unido, que integraban la Coalición Nacional.

Se enfrentaba al Frente Popular, formado por los partidos Liberal Doctrinario, Socialista y Liberal Renovador, que tenían como candidato a Ricardo J. Alfaro.

Empieza proceso electoral

Las seriedad de las intenciones del gobierno comenzaron a ser cuestionadas desde el 1 de diciembre de 1939, al formarse la Junta Nacional de Elecciones, compuesta por Enrique Cotes, Octavio Fábrega, Rafael Samudio, Jacinto López Pablo Alvarado, Harmodio Arias y Enrique A. Jimenez. Todos ellos eran, según el embajador de Estados Unidos en Panamá, William Dawson, "ardientes arnulfistas".

Si la situación había empezado mal, pronto se puso peor. El 16 de diciembre de ese año, moría el presidente Juan Demóstenes Arosemena y asumía el poder Augusto Samuel Boyd, dando inicio a un turbulento periodo de 5 meses.

Campaña

Los calificativos y campañas sucias iniciaron desde el principio. Los arnulfistas acusaban al Frente Popular de "seguidores de doctrinas comunistas y estalinistas". Los opositores tampoco escatimaban epítetos. "El gobierno prepara el fraude más grande de la historia, aseguraba el candidato Alfaro, quien tachaba a Arias de "fuhrer criollo" y se quejaba constantemente de cómo el gobierno favorecía a su candidato ‘oficial'.

Bajo el gobierno de Boyd, la oposición no estaba representada en las juntas electorales. No había, decía el expresidente Alfaro, derecho a la movilidad, ni inviolabilidad de la residencia ni de la correspondencia. El gobierno le quitaba a los funcionarios públicos el 10% de su salario para sufragar los gastos de la candidatura de Arias. Se multiplicaban las cédulas de los extranjeros, de los menores de edad y de los residentes de la Comarca de San Blas.

Cuando sus seguidores organizaron una manifestación proselitista en la Plaza de Santa Ana, con oradores y un enorme retrato de su líder, el gobierno hizo gala de sus inclinaciones totalitarias, según reportó Temístocles Diaz: "todo iba normal, cuando se apareció un grupo de funcionarios seguidos de la Policía Nacional a pie y a caballo y empezaron a disparar para dispersar a los manifestantes. Los miembros de la policía tumbaron el retrato de Alfaro, lo pisotearon y lo destrozaron a sablazos".

Los simpatizantes de Alfaro aseguraban que "sin libertad y sin derechos constitucionales, la única forma de ganar es una revolución".

El embajador de Estados Unidos en Panamá coincidía. Según reportes de Dawson al Departamento de Estado, la única forma en que Alfaro puede ganar es "con la intervención de Estados Unidos".

De forma similar pensaba el capitán L.A. Mc Intyre, a cargo de la seguridad de la Zona del Canal, quien reportaba a Washinton que la Policía Nacional de Panamá tomaba parte activa en la política, apoyando al Dr. Arnulfo Arias. Según Mc Intyre, entre los 1600 miembros de la policía había "muchos elementos criminales" y sus miembros tenían orden de tirar a matar.

DECOMISO DE BOMBAS

A inicios del mes de abril comenzó a circular la noticia de que el Frente Popular preparaba una sublevación. El gobierno incrementó las medidas de seguridad y la vigilancia a los líderes de la oposición.

El 28 de abril se hicieron varios arrestos. Se decomisaron armas y bombas. Los cabecillas del movimiento, entre ellos Homero Ayala, Félix Oller, Maximiliano Arosemena, Antonio de Reuter, Pedro J. Icaza, Demeterio Porras y Felipe Castro, se refugiaron en el Hotel Tívoli.

En ese momento, Alfaro decidió recapitular. En un manifiesto en el que solicitaba a la población "no votar", anunciaba el retiro del Frente Popular de las elecciones. En todo momento negó que hubiese un movimiento subversivo, y alegó que la renuncia se debía a que no existían las garantías debidas y que él mismo estaba en peligro de muerte.

Al día siguiente, faltando horas para las elecciones, Arnulfo Arias capturó la atención de los 150 mil votantes del país, a través de un largo y provocador discurso emitido por radio, en que delinió los propósitos de su gobierno y su doctrina panameñista.

‘Se acabó la era del dolor y la miseria de nuestra masa trabajadora', indicó, prometiendo transformaciones fundamentales para el país, justicia social, distribución de las riquezas entre todos los panameños, la difusión de la cultura y la defensa de los panameños de la competencia desleal foránea.

El 2 de junio se celebraron las elecciones y Arnulfo Arias obtuvo su primer triunfo electoral, con 88 mil votos, el mayor número alcanzado en algún comicio electoral en el país. "Hasta los alfaristas votaron por él", escribió el embajador Dawson.

Arias tenía apenas 40 años y era el primer presidente de la llamada "generación republicana".

A pesar del triunfalismo de su gente, sobre el horizonte se cernían negros nubarrones. Como le sucederia en varias ocasiones en su vida política, su carácter era su principal enemigo.

Así fue captado por el embajador Dawson, quien lo describiría en los siguientes términos: "Arias es inteligente, valiente, fuerte, de gran voluntad, de maneras agradables, buen conversador y un líder extraordinario". Pero proseguía: también es violento, impulsivo, vengativo, inescrupuloso, egoísta, volatil, impulsivo, con tendencias depresivas, ‘madera de dictador y tendencias facistas'.

En su libro, el Drama de América Latina, el escritor John Gunther lo llamaba ‘uno de los hombres más contradictorios de las Américas'.

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