El Back Punch y las injusticias realizadas a los trabajadores afroantillanos (y demás etnias - no estadounidenses) en la construcción del Canal.
Se realizaron meticulosas investigaciones sobre los porcentajes de muertos de los trabajadores antillanos y el recuento de individuos enterrados en los antiguos Cementerios Silver Roll reforzando la Ley 348 que se convirtió en Ley # 7 del 15 de marzo de 2012, declarando así los tres antiguos Cementerios de la Zona del Canal de Silver Corozal, Gatún y el Patrimonio Histórico Nacional Mount Hope.
La parte OSCURA de la construcción del Canal:
George Washington Goethals, hijo de John y Marie Baron Goethals, nació en Brooklyn Nueva York el 29 de junio de 1858. El ingeniero a cargo de las obras, se convertía en un héroe nacional. Las ciudades de Brooklyn y Nueva York lo reclamaban como uno de los suyos. El gobierno del presidente Theodoro Roosevelt, que había empeñado su prestigio en el proyecto, lo proclamaba “producto de la democracia” estadounidense -dada su condición de hijo de inmigrantes de primera generación, educado en las escuelas públicas del país.
En la sección de fotos del autor encontramos una foto antigua titulada "El hogar de Goethals en Culebra ha sido removido" del republicano de Arizona, 20 de julio de 1914, Despacho de Associated Press. En ésta foto de cinco trabajadores antillanos aparentemente excavando tumbas y moviéndolas o arando para acomodar la casa del coronel George W. Goethals. Aquí publicaremos un recorte de periódico de hace más de 100 años para que comprenda la magnitud de lo que acontenció:
"La casa en Corte Culebra, que durante siete años ha sido el hogar del coronel Goethals, ha sido eliminada. Probablemente se volverá a erigir en Ancón en el sitio del cementerio desde el cual se desenterraron los cuerpos recientemente, y nuevamente servirá como la casa del gobernador de la zona del canal hasta que se construya una imponente mansión. La destrucción de la residencia del ingeniero marca el comienzo del final de Culebra, que será abandonada junto a otras ciudades de la zona del canal".
Enterrados en el cementerio de Ancón había aproximadamente 5.000 trabajadores blancos estadounidenses "Gold Roll" que murieron mientras trabajaban en el canal entre 1903 y 1914. Como sugiere el término, estos trabajadores eran pagados en dólares estadounidenses (en ése entonces era en oro). En el otro extremo estaban aquellos en el "Silver Roll", trabajadores no blancos, en su mayoría antillanos, pagados en monedas de plata panameñas locales. En realidad, la diferencia entre los trabajadores de Gold Roll y Silver Roll fue de índole de descriminación racial y no por sus habilidades. Los trabajadores no blancos de Silver Roll ganaban alrededor de 10 centavos por hora, 72 hombres apiñados en cabañas de 50 X 30 pies, comían alimentos desagradables y dañados ( llegar al punto de comer ratas), en asquerosos pasillos que no tenían mesas ni sillas y se alimentaban hasta 8,000 hombres por día; no recibian salario si estaban enfermos y tampoco curas médicas adecuadas. Gold Roll recibia, en cambio, 42 días de vacaciones pagas, más de 30 días por enfermedad, tratamientos médicos de vanguardia, viviendas modernas y confortables con plomería y electricidad, caminos pavimentados, bibliotecas e iglesias.
Además de los trabajadores del American Gold Roll, Ancon Cemetery ( el cemeterio para los blancos) había recibido los cuerpos de los soldados estadounidenses que Ulises. S. Grant, un "joven pero veterano teniente" había descansado durante su horrendo tránsito del istmo en 1853 rumbo a California. A Grant se le había asignado la tarea de dirigir un grupo de aproximadamente 350 soldados, la 4ª Infantería de los EE. UU. Y sus familiares en el Istmo de Panamá. El viaje fue un desastre. Un tercio de su partido murió de cólera o fiebre amarilla. Él escribió en su diario: "Los hombres morían cada hora". En total, les tomó más de seis semanas a los soldados estadounidenses (los que sobrevivieron al brote mortal inicial de cólera) completar el pasaje. El resto de la compañía estaba "enterrado en el istmo de Panamá o en la isla Flamingo en la Bahía de Panamá". Cuando los estadounidenses tomaron el Canal de Panamá, los cuerpos fueron trasladados al Cementerio de Ancón ( en la sección solo para BLANCOS estadounidenses), ya que éste cemeterio era dividido por una cerca entre blancos y no blancos.
La razón por la cual la Comisión del Canal del Istmo se haría cargo de los gastos, sin mencionar el riesgo de mala energía “kármica” de perturbar el reposo pacífico de miles de almas que descansan en Ancon Hill, se puede sintetisar de manera simple: “la ubicación”, desterró a todos los difuntos que se encontraban enterrados porque el “señor” Gobernador estaría a salvo de las inundaciones, y tendría una vista magnífica con vistas a la ciudad de Panamá y el Océano Pacífico.
Antes de la era estadounidense en Panamá, especialmente durante la construcción del Ferrocarril de Panamá, decenas de miles de trabajadores -tanto blancos (no estadounidenses)- como no blancos - morían en las condiciones más atroces imaginables, sin embargo, los hombres de las Indias Occidentales y China morían en cantidades mucho mayores. Los carromatos (carros de dos ruedas grande y cubierto, diseñado para ser tirado por uno o más animales), arrastraron las fosas de los esclavos y las fosas de los chinos, los arrojaron a fosas comunes, sin registrar y sin contar. Los 5,000 trabajadores enterrados en el cementerio de Ancón eran solo la punta del maldito iceberg. En 1875, la revista Popular Science Monthly, como docenas de publicaciones del día, alegaba que "el ferrocarril de Panamá costó 81,000 vidas humanas destruidas por la malaria; esta tasa de mortalidad es igual a un hombre por cada yarda de pista ". Había tantos cuerpos que desechar que los funcionarios del ferrocarril comenzaron a tratarlos como una mercancía. También había tráfico de los cadáveres sin nombre en barriles de madera y los vendió a las escuelas de medicina. Los ingresos generados por el negocio de cadáveres fueron suficientes para mantener el nuevo y reluciente hospital solo de blancos del ferrocarril ".
El Back Punch.
Desde 1904, este camposanto que hace poco fue declarado patrimonio histórico de Panamá por la Asamblea Nacional, junto con el de Monte Esperanza y el de Gatún en Colón, “funcionaba como una granja destinada a los hombres del Silver Roll (no estadounidenses) que resultaban lisiados, enfermos o muertos por la fiebre amarilla o la malaria durante la construcción del Canal de Panamá”, dice John Smith II, un veterano de guerra norteamericano.
Poco después de la inauguración de la vía acuática, en 1914, el antiguo cementerio de Ancón, donde hoy funciona el Centro de Capacitación Ascanio Arosemena, fue clausurado.
Según datos obtenidos en la biblioteca-museo de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), el cementerio de Ancón ocupaba una gran extensión de terreno al pie de la loma de la administración.
“En Ancón había cadáveres de soldados de la Guerra Civil que fueron traídos desde EE.UU. por familiares de estos que vinieron a Panamá para abrir la zanja”, manifiesta Smith. Además, mencionó que los dolientes exhumaron los restos y volvieron a enterrarlos en Corozal.
El panameño James Dixon, el abuelo del Sr. Smith, llegó en barco a éste país desde Jamaica, sufrió -según declara- uno de los abusos más controversiales de la época de la construcción del Canal: “EL BACK PUNCH”.
¿Qué fue eso?’
Dixon y Smith se miran. Smith es el primero en dar su versión. “Consistía en aplicar un pinchazo en la parte inferior lumbar del paciente para extraerle líquido cefalorraquídeo. Esta sustancia transparente era llevada a laboratorios médicos en EE.UU. y se estudiaba con el fin de detectar las cualidades inmunológicas de los trabajadores de color para poder hacerles frente a las enfermedades tropicales que estaban acabando con los blancos”, declara.
Pero Dixon sostiene que las intenciones del gobierno de la antigua Zona del Canal eran otras. “Primero obligaban a los trabajadores que estaban apunto de jubilarse a firmar un documento en el que se desglosaba sus honorarios, pero además era una especie de cláusula para dar fe de que estaban de acuerdo en dejarse extraer el líquido cefalorraquídeo ; el que no lo firmaba no recibía su pago”.
El líquido, explica Dixon, quien además es poeta, era comercializado entre la alcurnia europea como un afrodisiaco para contrarrestar los problemas de incapacidad sexual. “Los mezclaban con otro medicamento. Era el viagra de ese entonces. Claro que eso lo ocultaron igual que otros abusos”, dice.
El cemeterio de Corozal (Corozal Silver):
Luego de cruzar por un sendero donde las hojas y pequeñas ramas traquean como frágiles huesos, el gringo Smith resucita más historias. “Esto siempre fue un lugar de segregación racial, eso no se puede negar”. Y sigue contando: “Ningún negro podía ser enterrado en el mismo cementerio de los blancos. Por eso se conoció como Corozal Silver porque una vez se formalizó el uso de este terreno como cementerio en 1914, el Gobierno americano decidió hacer una cerca para categorizar a los difuntos. Era discriminación hasta después de la muerte”.
“Ya no se iban a necesitar las caravanas de los famosos trenes funerarios que viajaban con tanta frecuencia desde el cementerio de Monkey Hill, hoy conocido como el cementerio de Monte Esperanza en la costa Atlántica, ya que se había inaugurado el nuevo cementerio de Corozal en la costa Pacífica”.
Ahora solo podemos encontrar múltiples lápidas devoradas por líquenes, musgos e insectos no dejan ver fechas ni nombres. El viento y la erosión han desgastado tanto aquellas criptas de piedra que es imposible rescatar un dato.
En el Instituto Nacional de Cultura (Inac), que hace poco administra el deplorable sitio, dicen no tener cifras de tumbas porque el Municipio les acaba de entregar el cementerio.
En la Gaceta Oficial 26994, del 15 de marzo de 2012, se publicó el texto de la Ley 7 del 13 de marzo de ese mismo año, que declara patrimonio histórico nacional los cementerios de Corozal Silver, Monte Esperanza y Gatún.
***Por ahora, la inmensa soledad y la maleza son dueñas absolutas de aquellas siete hectáreas que permanecen en espera de ser recuperadas por las autoridades panameñas pero al parecer los tienen olvidados, sin darle el justo valor que se merecen... si no Hoy, no existiría ningún Canal sino hubiera sido por ellos...****