COINCIDENCIA O REALIDAD?
El incendio de la Casa Boyacà tiene alguna finalidad que no sabemos todavìa?
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‘Se vende el edificio del Teatro Tropical. Papeles en regla, terreno grande y disponible para obras', anuncia un clasificado, que se pierde en la marejada de oferta y demanda que absorbe los espacios de publicidad de un diario. Es la antesala de la revolución inmobiliaria que ocurre en el céntrico y todavía inseguro barrio de Santa Ana.
En menos de tres años, desembarcarán al menos 900 nuevos residentes que se instalarán en tres edificios en construcción. En promedio, cada uno de ellos consiguió a $1,500 el metro cuadrado, en preventa. El precio supone una ventaja doble: cuesta menos que San Felipe ($3,000), El Carmen ($2,000) o El Cangrejo ($1,880).
Mientras los interesados apuntan a comprar barato, los residentes temen correr con la suerte de la de sus vecinos del Casco Viejo: ‘pronto nos sacarán pero nadie hará nada', dice una que hace el blower en su casa, a $5, y tiene 29 años viviendo allí.
En una ciudad chica y con precios precios de viviendas desorbitantes, no sorprende que la zona sea tomada como oportunidad. Eso pasó en otros barrios. En Santa Ana, donde burbujean los ‘terrenos en venta', Ingeniería Municipal ha entregado seis permisos para obras en ocho meses.
Aunque aún parezca poco, en Santa Ana eso puede sonar a mucho: según el Instituto de Estadística y Censo, en los últimos 20 años la población del barrio se redujo en 35%. En dos décadas se perdió una quinta parte de la vivienda disponible.
Ahora resurge. La cuestión será cómo.
DE SINÁN Y BELLA VISTA
El barrio promete convertirse en un nuevo art distric , según Brian Wagner, dueño de Casco View, un proyecto de apartamentos entre la calle 16 y la Plaza Amador. Impulsado por su centralidad, la cercanía al metro y la terminal de buses de El Marañón, lo de Santa Ana será ‘la extensión del fenómeno (de vivienda) de San Felipe', dice.
Muchos coinciden. El administrador de proyectos de Planificación Urbana de la Alcaldía, Carlos Rodríguez, asegura que están enfocados en que el centro de la ciudad sea repoblado sin echar a los pobres. Sería como llevarse el barrio mismo: en Santa Ana, el 46% de la gente gana salario mínimo, ‘la tasa de desempleo es la más importante de la ciudad', la mayoría es hombre, menor de 31 años, y con baja escolaridad.
Wagner piensa que será una transición a un barrio donde convivirán pobres, clase media y ricos. ‘Tardará pero ocurrirá', insiste.
Lejos del debate que se viene, una mujer cose con sofoco una sabanilla, en un balcón del edificio José María Chato, sobre la calle 17, el lado ‘bellavistino' de Santa Ana. Los inmuebles tienen pórticos amplios, balcones ornamentados y lobbis altísimos.
En el de la costurera el agua cae a la acera, sigue por una cuneta y se desborda a la calle dañada. Según la alcaldía, la mayor parte de la zona no se conecta con la red sanitaria.
‘Es necesario trabajar toda la infraestructura del barrio, es un asunto de identidad', sostiene Elda Sansón, presidenta de Activentas. Su compañía construye Aires del Ancón, otro edificio sobre la calle Estudiante, que desemboca en el Instituto Nacional.
Centenario ya, el Instituto es la joya del barrio. Fue diseñado por el italiano Genaro Ruggieri y tiene esfinges esculpidas en Italia. Sin embargo, necesita de obras urgentes. Frente a él, donde se dice que vivió Rogelio Sinán, se levanta un residencial más.
EL ‘NUEVO ARRABAL'
También, a una cuadra del mítico Café Coca-Cola, un inmueble condenado pasará a ser una galería de arte contemporáneo. Cuatro cuadras al norte, donde ‘Teen Challengue' solía tratar alcohólicos, se erigirá otro edificio.
Más al este, por la calle 12 —donde en 1989 Guillermo Ford pasó a la historia, ensangrentado tras una golpiza del batallón de la dignidad—, la plaza de Santa Ana, la bajada del Salsipuedes, y la Avenida Central esperan ser revividas para completar un circuito con la Plaza 5 de Mayo y el Casco Viejo.
En 500 metros cuadrados coexistirán historia e innovación. La Alcaldía sostiene que pondrá en marcha un plan (llamado preliminarmente ‘Santa Anactiva') que despertará el comercio, limitará la gentrificación, intervendrá asentamientos informales y salvará inmuebles.
Según el administrador de proyectos urbanos de la Alcaldía, habrá intervenciones en el estadio de béisbol de Santa Rita y en la Plaza Amador, sede del equipo de fútbol Plaza, con cinco copas LPF.
A esto Sansón llama generar ‘puntos de cohesión' cultural. ‘Se necesitará también un plan de comunidad, que haya líderes, que se promuevan centros comunitarios'.
Las nuevas obras inyectarán vida y capital a la zona, pero, según los expertos, no serán determinantes sin planificación territorial.
‘El gobierno tiene que analizar cómo proyecta el barrio', insiste Sansón, que cree que la zona soportará hasta edificios de media densidad.
Hace cuatro años Wagner pidió al Ministerio de Vivienda permisos para que su proyecto, de 13 pisos, se ajustara al estilo de urbanización conocido como ‘desarrollo orientado al transporte', en el que se incentiva el uso de transporte público, por ejemplo, reduciendo plazas de estacionamientos.
Ese modelo, insiste, encajaría al detalle en el barrio.
DEBATES PENDIENTES
En el plan de ordenamiento el gobierno debe levantar una marginal impuesta hace medio siglo a casi la mitad de Santa Ana, que ralentiza la compra de terrenos, porque debe ser aprobada por el Miviot.
La gente del barrio también pide ser parte del ‘cambio': ‘que nos tomen en cuenta', reclama un joven, que con la Fundación Luz y Vida dejó las pandillas y aprendió soldadura bajo el agua.
‘Cuando consiga mi trabajo de mil y pico me voy... quiero salir del barrio', sigue, con una obligada indiferencia a Santa Ana que en nada se parece a lo que los niños dibujan en las paredes de la zona: una cancha de fútbol con un oso de felpa en el medio y árboles surreales. Ellos quieren su barrio.
Los empresarios piden incentivos para la construcción de viviendas baratas y que se frene la especulación que el barrio ya padece: hay lotes por $5 mil el metro.
Según ONU-Hábitat, repoblar el centro hace segura la ciudad y tranquiliza la siquis urbana, afectada por los problemas de tráfico. En la zona metropolitana, la gente consume hasta tres horas viajando desde y hacia casa. De ese argumento se guindan los que invierten en obras en Santa Ana.
‘El barrio está cambiando', insiste Elda Sansón. El barrio está en plena revolución.
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CASAS CONDENADAS
El deterioro del barrio
Según el Ministerio de Economía y Finanzas, el 7.3% de los inmuebles condenados del país está en Santa Ana. Lo superan solamente El Chorrillo, Barrio Norte y Barrio Sur.
Esto, dice el urbanista Gerónimo Espitia, radica en la debacle que trajo la imposición de un tope en el precio de alquileres, en la década de los años 60.
‘Con eso los dueños de inmuebles no sacaban lo suficiente para invertir', asegura Espitia.
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EL PERFIL DEL SANTANEÑO
Santa Ana tiene 5,919 viviendas, y de ellas 639 están en ruinas
el 51% de la población es masculina, y el 74% tiene más de 18 años.
según el Instituto de Estadística y Censo, en 2010 el promedio de habitantes por vivienda era de 2.9. En 2000 era de 3.4.
***Nos guste o no nos guste, irremediablemente todo el sector viejo de la ciudad se ira transformando paulatinamente y serán desplazados los que no tengan entradas económicas sustantivas, la ciudad de Panamá y todos sus sectores están sufriendo un elevado costo de vida difícil de sostener por la mayoría popular. Lo preocupante es que comienzan a destruir las casonas o edificios propios de la época, los cuales deben restaurar o derrumbar del todo pero construirlos con el mismo estilo arquitectónico. De no hacer esto estamos borrando nuestro pasado y la esencia de nuestras raíces.****