Cándido Aizprúa, ‘Niño Millón' y esperanza de un pueblo
Por caprichos del destino, se convirtió en el ‘Niño Millón' y como tal se le pronosticaba un futuro brillante. Este mes cumplió 60 años
Era la una de la mañana del 3 de septiembre de 1958, cuando Pablo Aizprúa supo que su esposa Florentina, de 18 años de edad, estaba lista para dar a luz.
El campesino de 25 años, se aseguró de que Elsa, su hija de dos años, estuviera dormida y salió a la intemperie, para, alumbrado solo con su guaricha, adentrarse en el bosque y caminar hasta la casa de su vecina Rupertina Pimentel y regresar con ella minutos después.
De vuelta al rancho de 20 metros cuadrados, observaron cómo Florentina se retorcía del dolor en el improvisado rincón que servía como cama familiar. La partera se le acercó y midió con sus dedos la distancia entre el esternón y el bulto de su vientre, tratando de calcular cuánto tiempo faltaba. El nacimiento era inminente, por lo que procedió a lavarse las manos con el agua caliente de la olla que Florentina había puesto en la estufa de leña.
Ya asomaba la cabeza del bebé. Rupertina la sostuvo con cuidado y se dispuso a esperar que saliera su cuerpo resbaladizo. Cuando terminó de salir, lo mantuvo en un ángulo de 45 grados para descartar los fluidos de la boca y nariz; cortó el cordón, umbilical. Lo vistió y lo acomodó en el pecho de su madre.
Estaba completamente sano y respiraba tranquilamente. Se llamaría Cándido, dijo Pablo. Florentina asintió.
En los días siguientes, Pablo tomó su caballo y se dirigió a Ocú para inscribir a su hijo en el Registro Civil. No era una costumbre muy arraigada en la comunidad de Las Flores, de apenas 84 habitantes, y 24 ranchos de quincha, a dos horas y media a caballo de la civilización. Decidió hacerlo porque durante los meses anteriores las autoridades advertían a los campesinos que debían registrar a sus hijos. También lo había oído en la radio. Era algo relacionado con un ‘Niño Millón'.
LOS OLVIDADOS
En 1958, no se vislumbraban demasiadas esperanzas para niños campesinos como Cándido, nacidos en la campiña interiorana, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin escuelas cercanas, ni caminos de penetración.
Ellos formaban parte de lo que el historiador colombiano Germán Arciniegas había descrito en su libro El Estado de América Latina (1952) como la ‘población silenciosa e invisible' del continente.
La llamaba así para distinguirla de la América Latina de la opulencia: ‘la de los presidentes, las embajadas, los ejércitos, las oficinas de negocio, las grandes haciendas…'.
La de los Aizprúa era la de los indios, los mulatos, los mestizos, ‘la gente muda y reprimida que no ha sido tomada en cuenta por los beneficios de la civilización, que vive fuera de la economía y de la política partidista'.
‘Son 150 millones de hombres y mujeres, pero nadie sabe exactamente cómo piensan, sienten, sueñan o qué guardan en las profundidades de su ser...' escribió el historiador.
Pero como Pablo y Florentina sabrían al mes de su nacimiento, Cándido no era un niño cualquiera. Él había tenido más suerte. Una suerte única.
Así se lo comunicaría, ese 11 de octubre, una comitiva de funcionarios de la Contraloría y miembros del Club de Leones que llegaría con mucha pompa a la comunidad de Las Flores para anunciarles la gran noticia: Cándido había nacido a la hora ‘M'. Era el ‘Niño Millón'.
Lo esperaban grandes cosas. Premios. Un viaje a la capital. Fama. Reconocimiento. Una vida llena de oportunidades.
PANAMÁ, PAÍS POCO POBLADO
Desde los tiempos de la colonia, Panamá había sido uno de los territorios menos poblados de América Latina. A través de la historia republicana, fue una constante la preocupación de los diferentes gobiernos por fomentar la inmigración de familias trabajadoras y deseosas de radicarse en los campos y arar la tierra, conquistar las selvas y poner la naturaleza a producir.
En 1958, un año de grandes disturbios políticos y protestas estudiantiles, el país llegaría a su habitante número millón, una cifra que creaba todo tipo de expectativas. El hermano país de Costa Rica había alcanzado ese mítico número en el año 1956 y lo había celebrado con un concurso para elegir a su ‘Niño Millón'. La Contraloría General de la República, bajo la dirección de Roberto Heurtematte, decidió hacer algo similar.
En julio de 1958, los funcionarios del Departamento de Estadística y Censo de la institución, tomando como base la tasa de crecimiento anual de 2.9 - una de las más altas del mundo-, designaron el 4 de septiembre a las 2:15 am como la hora ‘M'. El bebé que naciera a esa hora sería el ‘Niño Millón'.
La fecha y hora fueron anotadas en un sobre cerrado que se guardó en la caja de seguridad de una notaría pública. Se abriría el 11 de octubre, cuando los nacimientos registrados estarían ya disponibles para inspección. Se empezó una promoción en radio y prensa.
OCÚ
El día 13 de octubre, los funcionarios de la Contraloría y el Club de Leones recogieron a la familia Aizprúa en su rancho de Las Flores para llevarla a Ocú y prepararlos para el viaje a Panamá.
Los orgullosos habitantes del poblado, satisfechos de ser el centro del acontecimiento que conmocionaba al país, recibieron al Niño Millón al son de cornetas y tambores y lo escoltaron hasta el centro de salud.
Un grupo de ellos, con el apoyo del alcalde municipal, Bolívar Octavio Ochoa, anunció la creación del Comité pro Niño Millón, que velaría por su bienestar.
Cuando el comité supo que Cándido no había sido bautizado y que los padres no estaban casados, se apresuraron a organizar aceleradamente las correspondientes ceremonias religiosas, que tomaron lugar el día anterior al viaje a la capital, y fueron seguidas por unos cuatro mil curiosos.
EL VIAJE A LA CAPITAL
Como estaba programado, el 19 de octubre, a las 9 de la mañana, partía una caravana de vehículos organizada por la Contraloría y el Club de Leones para llevar a Cándido a la capital.
‘El niño millón y sus padres viajarán cómodamente en el carro con aire acondicionado del Contralor General de la República' publicaba La Estrella de Panamá ese mismo día.
Quienes vivieron esos momentos, sin duda recordarán perfectamente el paso de la entusiasta caravana del Niño Millón por la carretera Interamericana. Los habitantes de Divisa, Aguadulce, Penonomé, Capira, la Chorrera se volcaron a rendirle homenaje.
A las 4 de la tarde, hacían su entrada triunfal en la ciudad de Panamá. Miles de personas lo esperaban colocadas a lo largo de la Avenida Central y especialmente en los alrededores de la Plaza Cinco de Mayo, frente al Hotel Internacional donde se hospedarían los Aizprúa, un obsequio del gerente, apellido Zarak.
Al día siguiente, a las diez de la mañana llegaba el momento cumbre de la vida del pequeño Cándido, de apenas 45 días de nacido. Ese lunes sería llevado al Palacio de las Garzas donde lo esperaba el presidente Ernesto de la Guardia, su esposa Mercedes Galindo, el gabinete, el contralor general de la república y los donantes de los premios más importantes.
Los diarios de la época muestran varias fotografías en las que aparece el presidente departiendo con los padres de Cándido, quienes lucen como temerosos ante la pomposidad de un mundo para ellos desconocido. El mismo presidente, aparece en otra foto cargando incómodamente al bebé en momentos en que no era costumbre que los hombres manejaran los asuntos domésticos.
Sin embargo, Ernesto de la Guardia debió haber agradecido la ocasión como una forma de distraer a la población panameña de las graves tensiones políticas y sociales que se vivían, en esa época de turbulencia.
Ante la prensa presente, De la Guardia prometió que el futuro de Cándido estaba asegurado. El Estado se encargaría de todos los gastos de salud, educación y vivienda hasta que llegara a la edad adulta. La ley 51 del 9 de diciembre de ese año formalizó la donación de 50 acres de tierra, y la construcción de una casa para la familia.
El país estaba conmovido. Nada parecía suficiente para Cándido.
‘Candido Aizprúa Guevara simboliza todas las ansias de redención del campesinado panameño que anhela una era de paz y trabajo para que los bienes de la República se extiendan a todos los rincones de la patria su mano bienhechora', decía el artículo "Reflexión sobre Cándido", publicado en La Estrella de Panamá el 20 de octubre, firmado por la enfermera Eugenia Aguilar. ‘Como Jesús, modelo de humildad, vino al mundo en un rancho, con mucho de pesebre y en un sitio que hasta por símbolo lleva un nombre tan encantador', continuaba el escrito.
Hasta la profesora y futura política Doris Vargas de Rosas se inspiró y escribió una poesía en su honor: ‘El Cholito de Las Flores' publicada también en las páginas de La Decana:
Naciste en humilde cuna… pero eres grande en tu Patria/ Cándido niño querido. El niño del Rancho de Paja /en donde vibró tu llanto a las tres de la mañana / un día cuatro de septiembre por la tierra interiorana
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Tú el Cholito de las Flores, a tu patria le darás /triunfos, glorias y esperanzas… tú serás un gran patriota /nacido en humilde cuna, Cándido Aizprua, triunfarás.
Hoy, Cándido Aizprúa, Niño Millón, reside todavía en Ocú, donde a lo largo de los años se ha desempeñado como policía y transportista. Está casado con la educadora Ángela Torres y tiene cuatro hijos, Anaica, Ámbar, Pier y Cándido.
En el año 2006, después de cuarenta y siete años de luchas, consiguió que se hiciera efectiva la ley 51 que le otorgaba la propiedad de un globo de terreno en los campos de Ocú.
Fuente La Estrella de Panamá