23 Sep
23Sep

BENJAMIN QUINTERO

Nació este destacado hombre público en La Restinga, isla de Taboga, el día 18 de Enero del año 1864. Fueron sus padres don Evaristo Quintero y doña Manuela Alvarez de Quintero. Cursó su niñez y su adolescencia en su amada tierruca a la cual defendió en cada ocasión que fue menester con acendrada devoción cívica.

Graduado maestro de enseñanza primaria cuando también lo fueron don Nicolás Pacheco, don Angel María Herrera, don Melchor Lasso de la Vega, don Nicolás Victoria y otros tantos valores de los que produjo entonces la instrucción pública istmeña, se le asignó puesto de maestro en la Escuela Pública de Pesé, de donde era oriundo su meritisimo progenitor; y hacia esa acogedora población se encaminó a los veinte años de edad en compañia de su joven esposa doña Antonina Testa de Quintero.

En Pesé, tanto por las excelentes cualidades de cultura y educación de la joven pareja, cuanto por la generosidad de los lugareños, tuvo ésta el regocijo de ser cordialmente recibida y familarmente tratada. Y allí, en el cultivo de fraterna amistad con las familas sobresalientes del lugar; los Arjonas, Quinteros, Márquez, etc., inició el joven educador esa personalidad política y social de que luego hizo gala en las posteriores actividades de su vida pública, entre las que cuentan la de Juez y Presidente del Concejo de su pueblo nativo, Juez Políticoy Municipal del extinguido Distrito de Gorgona en la antigua Línea del Ferrocarril de Panamá; Secretario del Juzgado del Circuito de Colón; Juez Municipal de Panamá; Secretario de la Prefectura de Panamá; Prefecto de la Provincia de Los Santos cuya cabecera estaba a la sazón en Pesé, lugar donde, como viene dicho, inició él sus actuaciones en el servicio de la Nación en la era departamental.

Fundada nuestra república independiente y soberana, le correspondió al Dr. Quintero Álvarez el honor y el gozo cívico de redactar, a petición de los más destacados caballeros de la ciudad de Natá, el acta de adhesión de ese Municipio al movimiento de independencia; y por igual uánime acuerdo fue el portador de ese histórico documento para ante la Junta de Gobierno. Y fue por esta importante intervención suya en los agitados momentos de la secesión, por lo que el Honorable Concejo natariego, presidido entonces por don Héctor Juan Tejada, acordó reconocimiento de las elevadas virtudes ciudadanas de ese varón ejemplar y dispuso colocar en el Salón de Actos de la aludida Cámara edilcia un retrato suyo, el cual se halla en sitio de honor de dicha sala.

Efectuada la independencia y ya en marcha la administración del nuevo Estado, el doctor Benjamín Quintero Alvarez fue nombrado Fiscal del Juzgado Superior de la República en ese primer grupo de funcionarios del Ministerio Público panameño, el cual integraron: el Dr. Ramón Valdés López como Procurador General de la Nación; el Dr. Benjamin Quintero Alvarez como Fiscal del Juzgado Superior, conforme viene informando; el Dr. Manuel Antonio Herrera Lara como Fiscal del Circuito; y, el Dr. Leopoldo Guillén como Personero Municipal.

El Dr. Quintero ejerció más tarde la Administración de Hacienda de la Provincia de Bocas del Toro, en la que desarrolló fructífera y aplaudida labor; luego la Sub-Secretaria de Instrucción Pública; más tarde Juez Cuarto del Circuito de Panamá; Secretario de la Corte Suprema de Justicia; Director de la Escuela de Artes y Oficios; Registrador General de la Propiedad y, por último, Magistrado de la Corte Suprema de Justicia cuya presidencia desempeñaba cuando lo sorprendió la muerte el 19 de Marzo del año 1929.

"Nunca atacó el Dr. Quintero Alvarez a persona alguna tras los bastidores de la influencia oficial. Jamás trató él de amoldarse a los acomodamientos del logrero, ni le preocupó la riqueza si ésta habría de obtenerla a costa de los sacrosantos intereses del pueblo, de los cuales se estimaba únicamente un administrador consciente de su gran responsabildad.

Por eso se le vió manejar con mente sana y manos pulcras los caudales de la recién nacida república, singularmente en el escabroso cambio del dinero colombiano por el del balboa de nuevo cuño, lo cual ocurría en los días primitivos de organización de la hacienda nacional, cuando la contaduría oficial se hallaba aún en pañales, sin que la placidez de su conciencia sufriera alteración alguna por la extremada pobreza en que vivia y en la que habría de dejar -como ocurrió en efecto- a su viuda y a sus hijos; porque él, igual que lo fueron los otros hombres públicos que le dieron rumbo a la nueva administración estatal del Istmo, hasta les recomendaban a los emanuenses de las oficinas que no echaran al cesto las cubiertas de la correspondencia recibida, sino que las cortaran en forma de hojas e hicieran legajos para utilzarlos en la preparación de borradores para decretos, resoluciones y contratos, etc., a efecto de economizar aún de esa suerte los fondos de la nación, exentos entonces de toda clase de despilfarros. ...

Como liberal fue una de las figuras cimeras del partido desde los azarosos días de la guerra civil de los tres años; y tanto por su valentía cuanto por su cordura miltar y sus acrisoladas dignidad y honradez, logró sobresalir airosamente en todas las pruebas a las cuales lo condujera la campaña.

De ahí que dijara de él el Generalísimo Benjamín Herrera, Jefe Supremo de las Fuerzas del Cauca y Panamá, al referírse a un dificultoso trance de la guerra en Tonosí, lo que sigue:

"____en esos azarosos instantes estuve acompañado por el digno y valiente Coronel Benjamín Quintero Alvarez". Como político detestaba a quienes después de haber agitado al pueblo, de suyo pacífico y bueno pero fácilmente impresionable, escurrían el bulto tras los burladeros de la plaza pública cual toreros medrosos en los difíciles momentos de las responsabildades. Ni más ni menos que a semejanza del celebérrimo escudero de Don Quijote cuando aquél a éste le advertía: "en verdad mi señor que en eso de morir porque otro viva, ahí sí que yo no lo acompaño", Hidalgo y gallardo fue siempre el Dr. Benjamín Quintero Alvarez; tanto, que no habrían podido superarlo en nobleza de procedimientos ni aun los más bizarros caballeros de su época. Estrictamente cuidadoso del haber nacional, era abiertamente espléndido cuanto a su modesta economía. Fue generoso hasta la magnanimidad; de ahí que no reparara en compartir su mesa y su casa con quienes necesitaron colocarse algunas veces bajo el amparo acogedor de su alero hogareño.

Por todo lo que traigo expuesto, estimo justificado mi intento de que ahora, cuando tanto es ello necesario para la consolidación de las fuerzas liberales y de la doctrina democrática se conozcan a esos abnegados paladines escrupulosos del civismo y de la honestidad, entre los que sobresalió el Dr. Benjamín Quintero Alvarez, en cuyas ejecutorias rectilíneas podrán encontrar inspiración y modelo cuantos jóvenes aspiren a laborar en pro de los intereses del pueblo, con honradez, con sinceridad y plenos de patriotismo y de fé en los destinos de nuestra amada patria. * * ..

Con fundamento en la destacada prestancia del Dr. Benjamín Quintero Alvarez, no sólo le rindió merecido homenaje el Municipio que fuera antaña sede del prestigioso Cantón de Natá de los Caballeros al colocar su retrato en la sala principal del Ayuntamiento, sino que también el Gobierno Nacional ordenó colocar su efigie en el Despacho de la Dirección del Registro de la Propiedad, institución que él inauguró y la mantuvo bajo severa vigilancia y metodización durante el prolongado lapso de trece años. Y, por similares razones y merecimientos, el culto y activo tabogano don Rogelio Avila Pinzón logró constiuír un Comité que se ocupara de todo cuanto fuese requerido para la erección de un busto del Dr. Quintero Alvarez en el Parque Amador Guerrero de su pueblo natal, monumento éste que da allí testimonio de los imponderables méritos de ese virtuoso ciudadano que en Chiriquí, en Veraguas, en Bocas del Toro, en Coclé -donde tuvo un modesto comercio en la ciudad de Natá- y por donde quiera que él anduvo en los días de la guerra en defensa del credo liberal, fue dejando huellas de su valentía, de su austeridad y de su hombría de bien.

LA POETISA DOÑA ZORAIDA DIAZ DE SCHTRONN APORTO EL SIGUIENTE PENSAMIENTO:

Después de siete años de haberse separado del Templo en que ofició como Apóstol consagrado del Trabajo, hoy vuelve la figura llena de nobleza y de bondad del Dr. Benjamín Quintero Alvarez a ocupar par su puesto entre nosotros, hijos espirituales de aquel gran corazón que dejó pleno de recuerdos inolvidables este recinto en cuyo ambiente flota todavía el perfume de sus virtudes".

DOÑA MARlA MAGDALENA YCAZA DE BRICEIRO una vez dijo:

"Hombre de costumbres austeras y de ideales preciosos, Benjamin Quintero Alvarez supo granarse el aprecio y distinción de cuanto le tratamos de cerca y gustosos le ofrecemos los miosotis del recuerdo, por haber sido todo un hombre".

EL POETA ELlAS ALAIN LE CANTO dijo:

"Fué todo corazón, toda nobleza
este ilustre varón, doctor Quintero,
que no supo en la vida de bajeza
y amó a su patria con amor sincero.

Como el altivo roble, su cabeza
erguida se mantuvo en gesto austero;
y su alma tuvo siempre la grandeza
del noble amigo y fino caballero.
El pueblo natariego agradecido
de sus grandes servicios, ha querido
en este lienzo perpetuar su gloria;
quede allí como un símbolo sagrado
la augusta efigie del Patricio amado
cuyas virtudes recogió la historia.

Al doctor Quintero Alvarez se le vió también convocando y presidiendo y dándole vida a la JUNTA DE DEFENSA DE TABOGA cuando hubo intento de ocupación militar por fuerzas extranjeras; de un afanoso empeño para impedir que los terrenos municipales de La Tenidera fueran vendidos, pues pensaba él que dándolos en arrendamiento tendría el Municipio una renta permanente, la cual se perdería con la enajenación de ellos. Siempre trató el doctor Quintero de conseguir para su patria chica el mejoramiento de sus escuelas con maestros propiamente tales; y nadie ignora cuál fue su activiciad, aunada a la de otros emprendedores hijos del lugar y buenos amigos de Taboga para alcanzar el gozo de que el acariciado propósito de conseguir para su pueblo el alumbrado eléctrico, fuese ~como lo es ya- una hermosa realidad.

Sabía el doctor Benjamín Quintero Alvarez perdonar a quienes le hubiesen causado algún daño y aún les prestó su valiosa ayuda en algunas circunstancias difíciles. Es que era capaz de ir hasta el sacrificio si era menester para salvar al compatriota y al amigo, tal como aconteciera en el histórico y gravísimo incidente surgido en las filas revolucionarias entre el Jefe Supremo del Liberalismo en el Cauca y Panamá, General Benjamín Herrera y el bizarro General Belisario Porras, en el que el Coronel Quintero estuvo al lado de este último en razón de su panameñidad. De ahí que el General Porras le dedicara un retrato suyo con las siguientes expresiones: "A mi querido compadre y admirable miltar y amigo, en testimonio de recuerdo y gratitud por su valiente comportamiento en el memorable suceso en que puso a prueba su leal amistad".


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