Alcantarillado y agua potable
Testimonios periodísticos de la época hablan de que en Colón,
las casas estaban montadas sobre una ciénaga llena de aguas fétidas; no había cañerías ni alcantarillado. El caso de Panamá no era mejor.
El tratado Hay-Bunau Varilla de 1903 autorizó a los estadounidenses a intervenir en el sistema de salud panameño; en el acápite VII del tratado, Panamá cedía a Estados Unidos el control sanitario no solo en la franja de cinco millas a ambos lados del Canal, sino también en las ciudades de Panamá y Colón. Por ello podemos decir que el sistema de agua potable y el alcantarillado en Panamá y Colón fueron consecuencia directa del tratado Hay-Bunau Varilla.
En ese entonces el agua para consumo humano se obtenía de la lluvia o de riachuelos y se guardaba en tinajas o en barriles destapados. No había una forma correcta para eliminar desperdicios orgánicos, que iban a parar o a los patios traseros de las casas o a los pantanos cercanos.
Esta situación era propicia para la proliferación de los mosquitos transmisores del paludismo y la fiebre amarilla, amén del riesgo de infecciones como el cólera y la fiebre tifoidea.
El plan de saneamiento encabezado por el Dr. William Gorgas incluyó la pavimentación de las calles de Panamá y Colón, la instalación de desagües sanitarios y pluviales cubiertos y el suministro de agua limpia a través de tuberías.
A finales de 1906 el primer acueducto comenzó a prestar servicio a la ciudad de Panamá; este consistía en una tubería de hierro fundido de 16 pulgadas de diámetro y 16 kilómetros de longitud, que llevaba agua desde el reservorio del río Grande, cerca de Culebra, hasta la ciudad de Panamá y comunidades aledañas. En Colón, el reservorio estaba en Brazos Brooks y desde allí se suministraba agua a Monte Esperanza y Colón mediante una tubería de 20 pulgadas de diámetro. Aun cuando se utilizaban químicos para limpiar las tuberías, estas tenían un alto contenido de algas y hierro que hacían que el agua tuviera un color y olor desagradable. esta deuda habría sido condonada.
Los panameños amortizaron en casi su totalidad el costo de estas obras con el pago de la cuota para el uso del agua, cuyo estimado fue de 4.1 millones de dólares, según el Reporte Anual del Canal, en 1946.
La última parte de Plantas potabilizadoras
La necesidad de tener fuentes permanentes de agua potable llevó a la construcción de la planta potabilizadora de Agua Clara, que comenzó operaciones el 29 de diciembre de 1911 y abastecía a la comunidad de Gatún. Esta planta era pequeña y su producción era de apenas 9.5 millones de
litros de agua por día. Esto motivó a que se decidiera la construcción de una nueva planta potabilizadora en Monte Esperanza, que fue inaugurada el 24 de febrero de 1913. Ese mismo año el ingeniero jefe, general George Goethals, nombró una comisión para el diseño de una planta de agua que abasteciera de forma permanente el sector Pacífico del Canal. Fue así como el 14 de marzo de 1915 fue inaugurada la planta potabilizadora de Miraflores. Ambas plantas fueron las primeras de su clase en América Latina; su diseño es similar y potabilizan el agua mediante un proceso de aeración, floculación, sedimentación y filtración.
La capacidad original de producción de Monte Esperanza era de 39 millones de litros por día, mientras que la de Miraflores era de 58 millones.
Hasta mediados del siglo XX el sistema de agua potable de la ciudad de Panamá dependía directamente de la planta potabilizadora de Miraflores. En 1942, Estados Unidos accedió a entregar a Panamá las redes de distribución, estaciones de bombeo y válvulas ubicadas en Panamá y Colón. Sin embargo, mantuvo bajo su control las plantas potabilizadoras de Miraflores y Monte Esperanza.
A mediados de la década de 1950 se creó una comisión en el Gobierno Nacional cuya responsabilidad era desarrollar sistemas de aguas servidas en el área suburbana. Pero no fue hasta 1961 cuando se estableció el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), que se encargaría del progreso ordenado del sistema.