El bon está ampliamente asociado con la Provincia de Colón, donde ha sido popular desde siempre para los lugareños. Con una población predominantemente descendiente de afro-antillanos, Colón tiene una cocina propia. Durante la Semana Santa, los panameños en todo el país (muchos de ellos de ascendencia afroantillana) demandan el pan bon de los panaderos locales.
Se dice que los panes circulares de Bon representan el pan que Jesús rompió en la última cena. Están hechos con frutos secos, pasas, queso local y cortezas de naranja. La masa oscura cubierta con melaza es a menudo coronada con un poco de masa más ligera en forma de corona o cruz, como símbolo de la vida y las tribulaciones de Jesucristo. Se tarda horas en preparar el bon, debido a que la masa se trabaja y se deja subir varias veces.