01 Dec
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Diane Burn dejó su vida de éxito por Taboga...

La reconocida diseñadora de interiores estadounidense Diane Burn, cuyos trabajos han protagonizado varias portadas de la revista Architectural Digest, cambió su bulliciosa vida de éxito por la tranquila y pintoresca Isla de las Flores.
Diane Burn en una de sus amplias suites de su boutique hotel con una brisa serena y una vista de película. Es realmente inspirador y emocionante pensar que este paraíso terrenal se encuentra a menos de una hora de la ciudad capital, en la isla de Taboga.

“La mayoría de los muebles y antigüedades han sido traídos de Europa”, cuenta Diane acerca de sus paneles de madera, sillones y columnas, los cuales han transformado lo que era una pequeña y abandonada casa tabogana en un romántico y fantasioso hotel boutique desde donde se puede apreciar de cerca tanto la llegada de imponentes barcos al Canal, como divisar la paz que emanan los esbeltos rascacielos que resguardan el ajetreo de la capital, un ajetreo como el que Diane vivió por muchos años y el cual dejó atrás luego de llevar una glamurosa vida en Francia, Italia y Estados Unidos, rodeada de celebridades, artistas y castillos.

Cortés, sencilla, pero con ese aire de elegancia sin esfuerzo, esta diseñadora estadounidense habla de su emocionante pasado profesional, sobre su nuevo desafío y por qué escogió Panamá para llevarlo adelante.

Diseñando para grandes nombres

Grandes nombres como Arianna Huffington, cofundadora y copropietaria de The Huffington Post; Donatella Girombelli, de la empresa de modas Genny Group, adquirida por la marca Prada en 2001, y Jessica McClintock, diseñadora de modas americana quien tras comprar la casa del director de cine Francis Ford Coppola contrató a Diane para que la decorara, han sido algunos de los que han caído bajo su encanto creativo.

Prueba fehaciente de no haberse equivocado ha sido el hecho de que los trabajos realizados por Diane para ellas fueron publicados en las portadas de Architectural Digest (AD), la revista más respetada en cuanto a arquitectura y diseño de interiores se refiere.

“La primera portada que me sacaron fue en 1978. Llevaba seis años trabajando y John Loring” –en ese entonces jefe de oficina de AD y luego director de diseño de Tiffany & Co. por 28 años, con quien la decoradora aún mantiene una estrecha amistad– “fue a mi casa de San Francisco. La había comprado y renovado yo misma. Era una hermosa mansión blanca de estilo italiano, ubicada en una colina y construida en 1864 por Henry Casebolt” (cuya compañía puso los cables de acero para el teleférico de San Francisco).

Mientras muestra las fotos de sus interiores, la diseñadora cuenta que estos inmediatamente captaron la atención de Loring, a quien Diane conoció por casualidad en una fiesta en honor al famoso artista ruso-francés ERTÉ. “Luego de la fiesta, mi esposo y yo lo invitamos a unos drinks a la casa. Cuando John entró, dijo que era la mejor casa de Estados Unidos. Así que llamó a la editora de AD y en cuestión de unos cuantos días ella se presentó ahí con su equipo. Por dos semanas estuvieron tomándole fotos”, añade.

Este fue su “big break”. De ahí hasta el 2009 los trabajos de Diane engalanaron en veinticuatro ocasiones las páginas de esta autoridad en diseño, incluyendo la AD edición italiana, la AD100, la AD At Large y la publicación Best Designers’ Own Homes por el exquisito interiorismo de su casa de Roma. Sus trabajos también forman parte de algunos libros de diseño.

Al otro lado del Atlántico

Hoy día, Diane lleva 44 años creando, transformando y renovando. El diseño es parte de ella, aunque nunca lo estudió formalmente. “Me gradué de trabajo social psiquiátrico y educación especial, pero desde pequeña fui muy creativa y decoraba”, cuenta.

Junto con su primer esposo, se lanzó a renovar apartamentos e incluso hicieron un restaurante en San Francisco mientras aún se desempeñaba como trabajadora social, profesión que dejó de lado para dedicarse a su verdadera pasión.

El estilo italiano lo ha llevado siempre en su corazón. “Creo que viví en Italia en una vida pasada”, comenta entre risas mientras me sigue mostrando fotos de sus trabajos desde su acogedora habitación francesa, ambientada con muebles europeos del siglo XVIII que provocan un insólito contraste con las aguas canaleras que nos rodean.

Luego de sus triunfos en Estados Unidos, dos matrimonios y una hija de tres años, Diane se mudó a Italia en donde diseñó la casa de Donatella Girombelli, en Ancona, y las suyas propias de Roma y Porto Ercole, en la Toscana.

Allá conoció a su tercer esposo, un desarrollador italiano que construyó un hermoso resort en la isla de Argentario, así como a su grupo de amigos y familiares. “Fue divertido alojarse en un palacio en el Lago de Garda o en Florencia y en todo este tipo de lugares fabulosos. El primo de mi esposo era un príncipe y tenía un castillo enorme en el sur de Francia y allí me quedaba. Así que de ahí saqué bastante inspiración”, afirma.

Después de 13 años en Italia, y dos y medio en Francia, Diane volvió a su país natal en donde realizó varios proyectos y se reconectó con su amigo John Loring, quien se había mudado a West Palm Beach. Este la entusiasma para comprar, renovar y vender dos villas españolas de 1920, pero para sorpresa de Diane llegó la crisis, así que resolvió alquilarlas y tomarse unas vacaciones que le cambiarían completamente el rumbo de su vida.

Destino final: Taboga

Pese a todo este bagaje profesional, quizás para muchos panameños el nombre de esta enamorada de Taboga no es familiar, pero para los lugareños de la Isla de las Flores, Diane es una más de ellos.

A este colorido pedacito de Panamá vino de vacaciones hace nueve años con unos amigos de John, sin imaginarse que iba a echar raíces. Pero lo cierto es que Taboga la enamoró y la retó a empezar de nuevo.

Quizás dejándose llevar por ese espíritu temerario que la caracteriza, Diane decidió aplicar allí lo que más le gusta: comprar, diseñar, transformar y renovar, dando origen a Villa Caprichosa, un hotel boutique de cuatro niveles, estilo italiano asomado tímidamente desde una pequeña colina, rodeado de palmeras y arropado por su floreada y densa vegetación local.

Tras adquirir reconocimiento mundial, vivir en dos continentes y tres culturas, parler un poco el francés y parlare el italiano, contar con aristócratas y celebridades entre sus grandes amistades y recorrer el mundo, nos preguntamos: ¿Qué fue lo que la cautivó de Taboga, al punto de escoger la isla como su hogar?

“¡Mira esta vista!”, exclama. “Tuve una pareja de franceses alojados aquí que me dijeron: ´Sabes Diane, esta es una de las mejores vistas del mundo´”. Es que con todos estos botes gigantes el panorama cambia diariamente; además, el viaje de aquí a Panamá es bien corto”, explica desde uno de los amplios ventanales del cuarto nivel.

Para Diane, Taboga es una joya escondida que transmite serenidad y paz, y Villa Caprichosa, su refugio ideal. Tanto así que dice no extrañar el revuelo de las grandes ciudades y, pese a tener un penthouse en el Casco Antiguo, confiesa que prefiere vivir en la tranquilidad de la pequeña isla. “Soy verdaderamente feliz aquí y tengo muy buenos amigos tanto en la isla como en Panamá. Además, estoy tan ocupada con el hotel que simplemente no tengo tiempo de salir. Prefiero que mis amigos de la ciudad me visiten”.

Villa Caprichosa: la Cerdeña de Taboga

Villa Caprichosa está hecha con mucho amor. Diane diseñó todo su interior compuesto por una villa, una master pool suite y cuatro habitaciones de camas dobles, baño, cocineta y terraza con una vista de ensueño.

La master pool suite está ubicada en el tercer nivel. Su enorme sala de mobiliario europeo descansa sobre piedra coralina y se encuentra refugiada en paredes de tonos marfil y beige bambú con acabados rústicos.

Este romántico ambiente es el preludio para pasar a la piscina en donde, con un gran sombrero y unas enormes gafas de sol almejor estilo de Cerdeña, se puede disfrutar de un refrescante Bellini.“Escogí el nombre de Caprichosa ya que de alguna manera es caprichoso estar aquí en Taboga. El hotel recopila el siglo XVIII francés e italiano, con su interiorismo y arquitectura europea. Muchos me preguntan cómo lo he hecho. Yo ni siquiera lo sé”, admite. “Este es mi little milagro” y resalta la excelente labor de Armando López y Lelo (q.e.p.d.), los dos constructores taboganos encargados de materializar sus diseños dentro de esta hermosa obra de arte. “Armando ordena los materiales y la mayoría del mobiliario ha llegado a la playa en panguita”, dice Diane con agrado.

Villa Caprichosa ha tenido mucha acogida por parte de una gran mezcla, tanto de huéspedes extranjeros como de panameños. Por esto, continúa ampliándose. Su restaurante, que servirá hasta 22 personas, está siendo terminado y pronto se empezará la construcción de una nueva piscina.

Por ahora, Diane no tiene planes de moverse del istmo. Su trabajo la mantiene constantemente ocupada, tal como le gusta. “Amo lo que tengo aquí y me encanta el negocio. Conozco a gente de todas partes del mundo; nunca he tenido problemas con ningún huésped y he recibido buenas críticas, así que es bastante gratificante. Es muy rico empezar a reinventarme a mi edad como hotelera. Nunca pensé en que haría esto y es muy divertido”, concluye quien, casi sin quererlo, se ha convertido en una excelente promotora de nuestro país en el extranjero.




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