El alcohol se considera un depresor porque se dirige al químico GABA, que es el principal neurotransmisor en nuestro cerebro. Cuando esto se ve afectado, altera nuestro estado de ánimo, el comportamiento, la excitación y el funcionamiento neuropsicológico.
Aunque hay beneficios para la tecnología, el uso constante de teléfonos celulares y tabletas por parte de los niños puede tener un impacto perjudicial en su crecimiento, desarrollo y bienestar.