Los desafíos del artesano panameño
Arturo Rengifo (59) lleva más de dos décadas en el Mercado de Buhonerías y Artesanías 5 de mayo, y más de cuatro viviendo de la artesanía, trabajando sobre madera. ‘Más de 40 años respirando polvo. No sé si tengo un pulmón lleno y uno vacío, pero seguimos adelante porque todavía tenemos la energía’, dice.
Al igual que él, existen aproximadamente 200 mil personas dedicadas a la labor artesanal. No obstante, en la Dirección Nacional de Artesanías, órgano que responde al Ministerio de Comercio e Industrias (MICI), solamente hay nueve mil registrados.
Feria Nacional de Artesanìas
El maestro artesano denuncia que esta burocracia del MICI está privando al artesano nacional de participar en esta feria. ‘Eso le prepara el camino a los grandes comerciantes que compran y venden artesanías, ellos sí tienen catálogos y tienen toda la tecnología moderna; cosa que no tenemos nosotros los artesanos. Esa medida va a perjudicar sobre todo a la gente del campo, a las etnias, a los indígenas’.
El MICI , aseguró, que es necesario seleccionar a los mejores dentro de cada rama artesanal. A su vez, afirmó que en los casos de artesanos que no cuentan con acceso a tecnologías, el ministerio se acercaría para documentar las creaciones. ‘Lo que queremos es que los artesanos vayan entrando en la tecnología porque a nivel internacional los artesanos comercializan sus productos por esta vía’.
Rengifo declaró además que en la feria mencionada anteriormente hay muchos productos que vienen de afuera y los hacen pasar como productos hechos en Panamá, ‘lesionando’ los intereses del artesano panameño y eludiendo cualquier tipo de sanción. ‘Hay compañeros que se prestan para eso pero la feria debe ser solamente, como se ha hecho tradicionalmente, para artesanos productores’
En las calles, la competencia es parecida. ‘La artesanía es una profesión digna, prueba de ello es la gran cantidad de extranjeros que venden artesanías acá. No estoy en contra de que ellos se ganen el pan dignamente, pero yo he ido a otros lugares y yo como panameño no puedo ir a Nicaragua o Costa Rica a poner una mesa y vender artesanías porque enseguida me cae la ley’.
FALTA DE DIÁLOGO
Lo que viene sucediendo con la Feria Nacional de Artesanías es un reflejo del trato entre la institución gubernamental y este sector.
De hecho, luego de una lucha de años —de la que el maestro artesano Rengifo admite haber formado parte—, el 26 de enero de 2011, se aprobó en tercer debate la Ley General de Artesanías. Se establecieron puntos como la creación de un carné que certifique a los auténticos artesanos, exoneración de impuestos para comprar materiales y participación en ferias.
La falta de consenso es lo que ha provocado que hoy en día la ley esté archivada. ‘Esa ley la engavetaron sin consulta de nosotros. Cuando debería ser lo contrario, se le debería de dar más cabida al artesano’, asevera Rengifo.
UN GREMIO DISPERSO
En Panamá hay una Asociación de Artesanos de Panamá, que tiene como encargada a Betty Martínez. Ulises Urrutia, quien ha sido dirigente por más de 12 años de este gremio, confiesa que están separados debido a que no han recibido ningún tipo de incentivo o respuesta por parte del gobierno. Este maestro artesano, que comercializa sus creaciones en el Mercado de Artesanías de Panamá Viejo —único de los mercados de la ciudad que es potestad del MICI— añade que cada comerciante paga 50 dólares mensuales por alquiler, pero que el ministerio no cumple del todo con sus obligaciones. ‘Solamente van a darle mantenimiento una vez al día. No tienen en cuenta la cantidad de turistas que van’.
‘Con la invasión quetenemos de productos de afuera, estamos casi desapareciendo’, comenta Rengifo, recalcando que una de las vías para hacerle frente a estos desafíos es volver a unir el gremio, aprovechando la entrada de un nuevo gobierno.
El Instituto para la Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH), el Ministerio de Educación (MEDUCA), el Instituto Nacional de Cultura (INAC), la Autoridad Nacional de Turismo (ATP) y la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM), son algunas de las otras instituciones —además del MICI— que según la Ley Artesanal deben proteger los intereses de este sector muchas veces olvidado. Pero la normativa aún espera en la gaveta. ‘El pequeño productor siempre va a estar pobre. El que compra y monopoliza es el que está rico’, dice Rengifo, evidenciando la falta de protección al productor nacional de arte popular.