13 Feb
13Feb

Tratados Torrijos-Carter: la piedra que reemplazó a la daga

Hace 40 años Omar Torrijos lo tuvo claro: para recuperar el Canal, Panamá debía poner su soberanía bajo el paraguas del Pentágono

La noche del 7 de septiembre de 1977, antes de que en los salones de la Casa Blanca sonara la música de Isaac Stern y André Previn, y de que 26 jefes de Estado tomaran sus puestos en el banquete festivo, el general Omar Torrijos Herrera empuñó la pluma con decisión, como si más que poner su firma sobre los tratados del Canal fuese a sacarse una daga del corazón. Era el corazón de un pueblo lastimado profundamente en su soberanía. La herida canalera debía sanarse, tras 74 años de dolorosa coexistencia con el enclave zoneíta.

Si al firmar los tratados que llevaban su nombre y el del presidente James Earl ‘Jimmy' Carter le confería a Estados Unidos el derecho de intervenir militarmente si la neutralidad de la vía interoceánica se veía amenazada, ya les tocaría a todos los panameños aprender a andar durante los próximos 23 años -tiempo establecido para traspasar el Canal a las autoridades locales- con esa ‘piedrecita en el zapato'.

‘En una negociación hay que tener la flexibilidad necesaria para conseguir lo que más le conviene a todos', reflexiona el político Samuel Lewis Navarro, hijo de Gabriel Lewis Galindo, que, en su cargo de embajador panameño en Washington durante la década de los setenta fue uno de los artífices de los Tratados Torrijos-Carter.

Ese 7 de septiembre de 1977 Carter también sintió todo el peso de la histórica cita, y más aún de la opinión pública estadounidense, que estaba en contra de cederle el control del Canal a los panameños, después de haber financiado su construcción. En Washington el lobby para lograr el consenso necesario había sido intenso.

A pesar de todo, Carter estaba convencido de que ‘era lo correcto'. Si bien era el hombre más poderoso del planeta, su sentido de justicia fue tal que, de acuerdo con Lewis Navarro, le llevó a devolverle a los panameños la soberanía sobre el Canal.

‘Carter es una persona inmensamente humana. Durante su presidencia abordó varios temas de justicia social, como el racismo, por ejemplo. El hecho de firmar los tratados embonó con su sentido de responsabilidad histórica', argumenta.

EL GIGANTE CEDE...

Desde 1973, cuando Torrijos no solo logró que el Consejo de Seguridad de la ONU se reuniera en Panamá sino que se dictara una resolución respecto al tema del Canal, la posición de Estados Unidos se venía debilitando. Hasta Gran Bretaña, su aliada incondicional al otro lado del Atlántico, había tomado distancia, salvando su voto en el Consejo de Seguridad, dejando sola a la comitiva estadounidense en su negativa.

Carter estaba dispuesto a ceder en su esfuerzo por encontrar una salida al conflicto entre panameños y estadounidenses, que había encontrado su punto más álgido el 9 de enero de 1964, cuando un grupo de estudiantes del Instituto Nacional ingresó en la Zona del Canal para izar la bandera panameña, originando disturbios que se extendieron durante tres días en las ciudades de Panamá y Colón.

Pero tampoco podía ceder demasiado. Así se lo hizo saber al equipo de negociadores panameños liderados por el embajador Gabriel Lewis Galindo.

— Por favor, sean generosos con nosotros —, pidió.

La frase de Carter acompañó a los negociadores panameños durante las próximas semanas. ¿Les estaba solicitando que no pidieran demasiado? Tal vez se trataba de la primera maniobra del presidente norteño de cara a un proceso de ratificación que se anunciaba como complejo. Y efectivamente lo fue. La constitución de Estados Unidos establecía que los tratados deberían ser aprobados por dos terceras partes del Senado.

El rol que jugó Lewis Galindo en esta estratagema fue fundamental. Gozaba de acceso a la Casa Blanca, gracias a la ‘química' que había surgido entre Carter y él desde el momento en que el embajador panameño presentó sus credenciales en Washington en abril de 1977.

Lewis Navarro lo recuerda bien. Lo que el protocolo dictaba que debía ser un acto meramente formal terminó en ‘una reunión de trabajo con representantes de la seguridad nacional y relaciones exteriores' para continuar con las negociaciones, que culminarían meses después. Sería una jugada que le saldría cara a Carter, que terminaría perdiendo las elecciones de 1980.

LA LUCHA EN CASA

Torrijos tampoco lo tuvo fácil. Una vez firmados los tratados y concluidos los agasajos en Washington, en los que, según Lewis Navarro, participaron todos los jefes de gobierno de la región, el general se enfrentó a grupos locales como la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP) y la Central Nacional de Trabajadores, que se oponían al plebiscito que estaba programado para el 23 de octubre de 1977.

En la calle había choques de consignas: ‘panameño si votas sí estarás traicionando a la patria, a la lucha histórica de tu pueblo, a tus mártires y a la esperanza de tus hijos' ó ‘panameño, si votas no será no al paraguas del Pentágono, no al derecho de intervención, no al canal norteamericano'.

‘Torrijos reconoció en un discurso que habíamos quedado bajo el paraguas del Pentágono. Pero fue una forma de evitar que todo se prolongara, lo que posiblemente habría desencadenado en confrontaciones como la de 1964', sugiere el ex canciller, 38 años después de la histórica firma.

A pesar de las posiciones encontradas, los tratados fueron ratificados tras un plebiscito popular, tal como lo disponía la constitución de 1972. La ratificación también se dio en el Senado estadounidense en 1978.

El legado de Torrijos y Carter quedaría así consolidado para la posteridad. Lewis Navarro considera que es necesario ‘hacer más docencia en este tema', para que las nuevas generaciones ‘no den por sentada' la soberanía que tanto costó.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO