PEDOFILIA EN LA ÉPOCA DE LA CONQUISTA ( III PARTE)
Se produjeron violaciones, tanto de adultas como de niñas indígenas, sin que por ello fuese penado el infractor. Como se demostró a lo largo del proceso, excesos con los indios y hasta violaciones se cometieron por doquier en la conquista y casi nadie fue procesado por ello. Otra cosa era rescatar esmeraldas al margen de la legalidad y sin pagar el quinto real. Eso sí que era merecedor de una condena ejemplar.
Como en el caso del Capitàn Lázaro Fonte, nació en Cádiz en torno a 1508, Lázaro Fonte es un ejemplo típico de algunos de esos conquistadores con doble personalidad, capaces de lo mejor y de lo peor. Él se consideraba a sí mismo una persona cristiana, temerosa de Dios, un leal servidor de la Corona y, sobre todo, un marido y un padre ejemplar. Pero al llegar a las Américas, tomaba las niñas indigenas, las amarraba y las violaba al punto de hacerlas sangrar, no servian los gritos ni llantos de las niñas par teminar esta desgarradora tortura, era siempre ávido de poseer gran cantidad de niñas de la edad inferior a 8 años. A pesar de los inumerables testimonios presente que veían éste acto como normal administración, nuca fue justiciado por ésto, muy a lo contrario se le juzgó porque quiso engañar a la Corona española por poseer piedras preciosas robadas a los indios y nunca haberlo reportado a los Reyes de España. Pero nos centraremos en analizar las una violación de las que se presentaron pruebas contundentes. Fue a la hija del cacique Bogotá que tenía siete u ocho años. Sobre este caso los testigos apuntan datos sobrecogedores sobre su forma de actuar. Simón Díaz fue testigo presencial y aunque su cita es algo larga me permito transcribirla entera por su interés:
“Que vio como el dicho Lázaro Fonte echó en su cama una muchacha de Bogotá, de edad de siete u ocho años, y allí la tuvo y la corrompió porque este testigo la oyó llorar y dar gritos aquella noche. Y otro día vio este testigo en la cama del dicho Lázaro Fonte la sangre que le había caído a la dicha niña y dijo a Juan de Güemez y a otros compañeros, mirad que gran bellaquería que ha hecho Lázaro Fonte en haber corrompido esta niña que era tan chiquita que la traían en brazos por no poder andar los indios. Y que era india que no sabe si era cristiana porque si lo fuera él lo supiera. Y este testigo, diciendo y afeándole al dicho Lázaro Fonte como era mal hecho echarse con niñas tan chiquitas le dijo, espera, veréis, y se quitó una caperuza montera que traía puesta y la tiró a la niña y le dio con ella y dijo pues no cae del golpe bien me puedo echar con ella. Y que ésta es la verdad y lo que sabe so cargo del juramento que hecho había…”
En plena vorágine conquistadora, donde millones de indios perecieron de forma directa o indirecta, es obligatorio plantearse ¿por qué se juzgó este caso?. Hubo miles de asesinatos, miles de violaciones y miles de saqueos injustificados. Los españoles durante algunos años se convirtieron incluso en huaqueros es decir en saqueadores de tumbas.
CONCLUSIÓN
Creo que los ejemplos tratados son más que suficientes para acercarnos al drama de la conquista. En América se cometieron todo tipo de abusos y creo que esto es digno reconocerlo. Desde la aparición de la civilización hasta el mismísimo siglo XX se consideró normal que los pueblos civilizados sometieran y “civilizaran” a los pueblos supuestamente bárbaros. El caso de Lázaro Fonte es muy especial. No sólo por sus rasgos psicopáticos sino porque su procesamiento nos proporciona bastante información sobre las actitudes ante las matanzas de indios y, sobre todo, ante hechos tan repugnantes para la sociedad actual como la pedofilía. Ni una cosa ni otra eran vistas en su momento con la repulsa con la que se ven en nuestros días. Tanto las matanzas de indios como la política de terror –amputaciones, ajusticiamientos públicos, aperreamientos, etcétera- eran consideradas como males necesarios para someter a la numerosísima población indígena. Y ello era así porque el fin último era positivo a los ojos de Dios, es decir, su sometimiento y su conversión al cristianismo. Aun así, no conocemos ni un solo caso de ejecución de una condena a muerte dictada contra un español por haber asesinado o violado nativos. Sí las hubo por traición a la Corona, cierta o no, como le ocurrió a Vasco Núñez de Balboa, a Gonzalo Pizarro o a Francisco Hernández Girón, pero no por haber cometido delitos contra los aborígenes que hoy consideraríamos de lesa humanidad.
En definitiva, queda bien claro algo que los valores fundamentales de la sociedad del siglo XVI no eran los mismos que los actuales. Pero, obviamente, eso no significa que cinco siglos después, sin perder de vista la sincronía histórica, no podamos juzgar críticamente y censurar esas actitudes del pasado.
**Al contar ésta historia no queremos ocasionar ningún tipo de rebelión, simplemente damos a conocer la realidad de los hechos. **