Marcos Antonio Gelabert Damián

Marcos Antonio Gelabert Damián (1908-1952). Pionero de la aviación panameña, hombre valiente y altamente apreciado por sus coetáneos.

Los padres del piloto de aviación Marcos A. Gelabert eran españoles: Antonio Gelabert, mallorquín, y María Damián, gandesiana, personas muy ricas de espíritu, pero a la vez muy llanas, según relata el escritor panameño Justo Arroyo, quien escribió su biografía novelada.

Llegó esta pareja a Panamá durante la época próspera de la construcción del canal, y fundaron una fonda de comida española, “La Flor Española”, en el histórico y popular barrio de Santa Ana. Marcos Antonio, el hijo mayor, nació el 25 de enero de 1908. Le siguieron Juan y Teresa, y los tres recibieron del hogar una vida feliz, con sentido estricto y respeto por la humanidad. Marcos Gelabert hizo su escuela secundaria en el Balboa High School, en la Zona del Canal. Desde sus años escolares mostró un interés particular por la aviación, aunque sus padres se opusieron a su interés por esta carrera. En 1925 inició sus estudios en Kansas City. Los amplió en la Escuela de Aviación de Columbia, en La Habana. Regresó a Panamá graduado de Piloto y de Segundo Teniente y, junto a su compañero Julio El Cholo Estrada, recibió honores de parte de la población. Regresaba con el propósito de desarrollar la aviación de la República, y establecer la plena soberanía aérea panameña en un momento en que era imprescindible dejarla muy claramente establecida. En 1929, durante el gobierno de Florencio Harmodio Arosemena, fue construido el aeropuerto de Paitilla. En 1931, tras el golpe de Estado del 2 de enero auspiciado por Acción Comunal, el Secretario de Gobierno y Justicia, don Francisco Arias Paredes, ordenó la compra de los tres primeros aviones de la fuerza aérea panameña. Marcos Antonio Gelabert, con el rango de capitán de la Policía Nacional, completó un total de 750 horas de vuelo en estas naves aéreas. Tras los movimientos político-sociales de esos años, y disipadas las dudas con respecto a la tranquilidad del orden público, terminó comprando estos aviones para el servicio aéreo de correos a David, provincias centrales y Bocas del Toro. En 1932, bajo la presidencia de Ricardo J. Alfaro, el gobierno nacional presentó el primer reglamento aeronáutico, que resultó una traducción del reglamento estadounidense. No obstante, fue la base para normalizar la aviación civil panameña. Entonces se creó la Comisión Nacional de Aviación, origen de la dirección de aeronáutica que vendría después, aunque las primeras comisiones de aviación revelan el dominio que mantenían los Estados Unidos sobre la República de Panamá. La mayoría de los comisionados eran norteamericanos, incluido el cargo de Asesor Técnico, con funciones semejantes a las del actual Director de Aeronáutica Civil de Panamá. En 1933, junto a Enrique Malek, otro de los zapadores de la aviación panameña, Gelabert puso en marcha una sociedad comercial, Aerovías Nacionales, S. A., que fracasaría cierto tiempo después, pero que significó la voluntad de los panameños por tomar en sus manos la industria aérea.

En ese período y con el fin de darle forma a la empresa, viajó Gelabert a Estados Unidos para traer al Istmo un avión marca Waco, el más moderno de la época. Sin embargo, un accidente ocurrido en un pueblo mexicano durante el viaje tuvo como triste consecuencia la decapitación de un pobre hombre ciego y sordo que se interpuso en el camino del avión que levantaba vuelo, y, finalmente, el incendio del aparato. Una serie de editoriales y comentarios a favor de Gelabert fueron publicados en Panamá, y recibió ayuda de amigos norteamericanos aunque tuvo que cumplir un tiempo de prisión en una cárcel mexicana. Una vez libre, Gelabert regresó a los Estados Unidos a comprar otro avión: un Stinson Reliant, con el cual se iniciaron los vuelos Panamá-David-Panamá. El capitán se crecía ante las adversidades, y de regreso al Istmo, prometía que la empresa aérea comunicaría a todos los aeropuertos de Panamá que fueron inaugurados uno a uno. En realidad, estos aeropuertos eran potreros cercados en cuyo centro había un círculo pintado para que los vecinos tendieran sábanas blancas como guías para el aterrizaje. Aunque para el alto comando de aviación de la Zona del Canal era imposible aterrizar en pistas que no tuvieran condiciones óptimas, Gelabert iba tendiendo redes de comunicación y de entusiasmo entre los pueblos panameños: Panamá, Santa Fe, San Francisco, y de allí, a Santiago de Veraguas. Los estadounidenses en ese período solamente confiaban en el aeropuerto de David, Chiriquí, sujeto a un sospechoso contrato de arrendamiento originado en una ocupación armada del área. Transformaron una base de barracas en aeropuerto. Allí, finalmente, se establecería el aeropuerto que hoy es internacional, y que lleva el nombre de Enrique Malek. Fueron los atrevidos puntos de vista de los promotores de la aviación en Panamá como Gelabert, los que despertaron el interés del pueblo y el gobierno panameño por la aviación. Gelabert procuró con insistencia asegurar el desarrollo ordenado de la aviación nacional.

El 27 de enero de 1934, después de un largo período de noviazgo, contrajeron matrimonio en Panamá Ida Alemán y Marcos A. Gelabert.

En 1935, terminada la asociación con Enrique Malek, fundó la Compañía de Transporte Aéreo, que contaba con un avión Hamilton de siete pasajeros. Más tarde vino un avión Fokker de doce pasajeros que ofrecía servicios de transporte de pasajeros, de carga y de correo. Este servicio lo ofreció más tarde sin costo alguno para el Estado. Pronto cambió el nombre de la compañía por Transportes Aéreos Gelabert. A la par fundó una Academia Nacional de Aviación, que llenó un vacío en el adiestramiento de pilotos, que no tuvieron necesariamente que formarse en el extranjero. Mientras tanto, su esposa Ida se convirtió en gerente y despachadora de la compañía.

En esta época, la Pan-American Airways, compañía de aviación estadounidense, quiso hacer vuelos internos en Panamá. Gelabert dirigió un memorial al Ministerio de Relaciones Exteriores, oponiéndose a las actividades en el interior panameño de esta compañía transnacional, si no se ajustaba a las leyes del país.

En 1937 sufrió la pérdida de uno de sus aviones nuevos, recién comprado, en un incendio en un aeropuerto de Miami. Ese año, sin embargo, el Gobierno Nacional le proporcionó un subsidio como reconocimiento de la creciente importancia de la aviación. En ese mismo año representó a Panamá como Delegado ante la Conferencia Técnica Interamericana de Aviación en Perú, en donde defendió la soberanía de los cielos de los países latinoamericanos, que estaban en desventaja con las empresas transnacionales. Con su intervención Panamá se aseguró un sitio permanente en las futuras reuniones de la aviación internacional. En 1938, su avión la Bellanca se estrelló poco después de salir del aeropuerto de Paitilla. Cayó sobre unos peñascos en Punta Paitilla, bajo la jurisdicción de los norteamericanos, y Gelabert tuvo que pasar por la amargura de que los soldados estadounidenses no le dieran paso para revisar de inmediato el aparato recién estrellado. Hubo una muerte en esta ocasión. En 1939, el presidente Juan Demóstenes Arosemena nombró como Asesor Técnico de aviación a un ciudadano panameño. Este cargo lo ocuparía más adelante, Marcos A. Gelabert. En 1940, específicamente el 7 de diciembre, cuando la compañía de aviación de Gelabert se solidificaba y su Gerente General recibía varias distinciones y medallas, la II Guerra significó el trauma del fin de la aviación comercial y la pérdida de más de 20 años de esfuerzos para consolidarla. Ningún avión que no fuese militar estadounidense pudo volar sobre la Zona del Canal. La familia Gelabert se trasladó entonces a San José, Costa Rica, en donde Marcos A. trabajó como piloto del avión privado de la compañía bananera. En ese período nació su hija Ivonne Marie. Fundó en aquel país la Compañía de Transporte Aéreo Costarricense, en asocio del mecánico tico de aviación, Clarence Ross. En 1944, regresó a Panamá la familia, y Gelabert fundó Actividades Aéreas S. A., para el transporte de pasajeros y la formación de pilotos. A mediados de 1946 fue nombrado Inspector Técnico de Aviación en el Departamento de Policía, Aviación y Defensa Nacional del Ministerio de Gobierno y Justicia. En 1947, fueron fundadas la Compañía Panameña de Aviación, S. A., COPA, Aeroperlas y Chitreana de Aviación, lo que representó el sueño cumplido de Marcos A. Gelabert: una aviación nacional dirigida por panameños, con claras leyes que les dieran cabida a todos los extranjeros de buena fe. Sin embargo, para ello, fue necesario que continuara su lucha por lograr un organismo regulador de la aviación panameña. En ese mismo año hubo un debate nacional sobre el Convenio Filós-Hines, que refrendaba la permanencia de una base militar aérea en Río Hato, en Coclé, lo que fue rechazado por los panameños. El 1º. de noviembre de ese mismo año de 1947 fue nombrado Director Administrativo del aeropuerto de Tocumen. En 1948, el Presidente Enrique A. Jiménez firmó el Decreto Ley No. 5 de 18 de agosto, por el cual se creó la dirección de Aeronáutica civil y la Junta de Aeronáutica Civil. En ese mismo año se inauguró el Aeropuerto Enrique Malek, de David. Gelabert fue nombrado Director de Aeronáutica Civil, cargo al cual renunció, para ser nombrado Administrador General del Aeropuerto de Tocumen. Defendió con patriotismo el Convenio de Aviación entre los Estados Unidos y Panamá en el gran debate público que constituyó la noticia de una posible aprobación de ese convenio, y que sirvió, según Gelabert, para formar conciencia acerca de la presencia de los Estados Unidos en Panamá. Gelabert fue condecorado con la Orden Vasco Núñez de Balboa.

En los cielos veragüenses murió el 2 de mayo de 1952 en un accidente aéreo provocado por un rayo, a los 44 años de edad. Su visión de la aviación panameña y su propio papel dentro de ella fueron muy claros, y cada paso suyo lo dio cuidadosamente, con una actitud que demostraba una clara comprensión del momento histórico en que vivía.