MAMA CHI
En la década del sesenta, una mujer joven, de solo veintidós años generó una revolución en el pueblo ngäbe-buglé que trasciende a nuestros días.
Procedente de la población de San Lorenzo, en la provincia de Chiriquí, aseguró haber tenido una visión que le obligaba a anunciar un cambio radical en la sociedad ngäbe.
En aquellos tiempos los latinos acostumbraban llevarse a los niños y niñas ngöbes con la escusa de que iban a “criarlos”, pero en cambio era una forma de explotación infantil, donde se les obligaba a trabajar en las labores domésticas y agrícolas a cambio de la comida y el techo.
Delia Bejarano de Atencio junto con su esposo, habían vivido la explotación de las bananeras en el área de Bocas del Toro, la explotación salvaje de la Chiquita Banana, las huelgas y finalmente el despido de todos los jornaleros indígenas de las bananeras.
La pareja se trasladó a San Lorenzo, cerca de Horconcitos, donde esta joven indígena de pequeña de estatura, proclamó su revolución. Los caciques por supuesto no vieron en principio de muy buen grado el carisma de la joven, pero tuvieron que aceptarlo ante lo masivo de su movimiento, de su mística. El movimiento se denominó Mama Tata y a Delia Bejarano se le conoció como Mama Chi o mamá chiquita.
Para los ngöbe esta pitonisa era la madre en la tierra, enviada por la madre en el cielo con la objetivo de reivindicar a la tribu. Un escrito de Rafael Murgas citado por Carlos Changmarín describe a Mama Chi: “Se presentó la “Mama Chi”, acompañada de un séquito numeroso, vestida con una túnica larga, color acua, con adornos amarillos; lucía en su cuello una gran cantidad de collares de chaquiras de múltiples colores. Tenía un porte atractivo, cabellera larga, ojos expresivos, boca bien formada y dientes blancos y afilados. Sonreía constantemente y hablaba con suavidad. Nunca antes había visto una india con tan singular belleza."
Mama Chi proclamó la prohibición de la balsería, por haber degenerado en una práctica bárbara. La balsería históricamente era una reunión en la cual se congregaban los diferentes pueblos, en donde había poesía, cantos, bailes, enfrentamientos deportivos, en donde se prestaba para las relaciones amorosas entre los jóvenes. Esta actividad había degenerado en un enfrentamiento con maderos redondos de balsa que terminaban muchas veces en la muerte del vencido en medio de un bacanal de bebidas fermentadas.
Mama Chi conminó a la población ngäbe a evitar la chichería, o toma de chicha fuerte, una bebida fermentada de maíz, y a evitar el aguardiente traído por los zulias o latinos. Llamó a los hombres a no pegarles a sus mujeres y prohibió tener más de una esposa.
Toda esta revolución era vista con mofa por los latinos, hasta que Mama Chi, en una de sus grandes concentraciones, afirmó que el lugar de los niños es con sus padres. Ordenó que todos aquellos que hubiesen entregado a sus hijos para ser criados por los latinos y en donde eran esclavizados en trabajos domésticos, debieran bajar a los pueblos y recuperar a sus crías.
Esto no fue bien visto por la conservadora sociedad chiricana, que llegó a la conclusión que este era un movimiento de comunistas, presionaron al gobierno para que persiguiera y reprimiera a esta sacerdotisa y a sus seguidores, que le habían arrebatado de sus casas a los niños y niñas criadas.
Efectivamente, el gobierno de Rodolfo F Chiari, al percatarse de que se desarrollaba una multitudinaria concentración indígena en el área de Soloy, actual región nedrini de la comarca ngöbe-buglé, envió una tropa de cien policías fuertemente armados dirigidos por el mayor Omar Torrijos Herrera. El mayor, al llegar a la concentración indígena, no encuentra a un ejército comunista armado para la guerra sino un extraordinario grupo de indios enarbolando cantos de paz y tolerancia.
El mayor Torrijos da la orden de descanso a la tropa, que estaba en posición de combarte, y se dirige hacia Mama Chi, donde conversa por un tiempo con ella. Luego se retira de la montaña y regresa junto con su tropa a su cuartel de Veraguas.
Delia Bejarano Atencio no vivió mucho. A los 26 años, apenas cuatro de la creación de su arrollador movimiento, muere misteriosamente de una fiebre el 14 de septiembre de 1964.
Torrijos, aun siendo mayor, afirmó en ese momento “A Mama Chi no la mató la fiebre, la mató la persecución de las autoridades”. Luego ya como general y mandatario del país afirma que su encuentro con Mama Chi, esa pequeña mujer de increíble personalidad, le marcó una gran influencia en su vida, sin embargo, un escrito de Carlos Changmarín habla de que el general Torrijos nunca la conoció personalmente.
Se asegura que el entierro de Mama Chi en el año 1964 ha sido el mayor testimonio de tristeza popular que se ha vivido en la comarca. De todos los caseríos salieron los indios para estar presentes en su entierro.
Cuarenta y cinco años después, una mujer ha sido electa cacica general del pueblo ngöbe buglé y es quien dirige la lucha por preservar su tierra. A pesar de la ignorancia y de los insultos del gobierno, Silvia Carrera, cacica general ngäbe-buglé, con toda la dignidad de su pueblo en sus espaldas, responde que si usted tiene pueblo yo también tengo pueblo y continua impasible dirigiendo la nueva revolución que inició Mama Chi hace casi cinco décadas.