LOS INDIGENAS DORACES DE CHIRIQUI (pueblo extinto)
Según la antropóloga Chiricana Olga Linares Tribaldos, algunos de los artículos de cerámica encontrados en el territorio Boqueteño corresponden a los años 300 a.C. al 300 d.C (Fase Burica). Estas cerámicas muestran imágenes de tigres, ranas, lagartos, monos, armados y seres humanos. Tales vestigios materiales evidencian la temprana presencia del hombre en la región que actualmente se conoce como Boquete.
La tradición oral y algunos documentos del periodo colonial indican que a la llegada de los españoles al suelo istmeño, la tribu de los DORACES poblaba los valles de Boquete y Caldera, así como las llanuras de Dolega y algunas regiones de Bocas del Toro y Costa Rica. Se cree que este grupo procedía del tronco indígena de Talamanca.
En su obra Panamá indígena Reina Torres de Araúz, señala que la referencia escrita mas antigua que se tiene de este grupo se remonta a 1622 y fue anotada por el religioso dominico Adrián de Santo Tomas, quien en una carta dirigida al rey de España estableció las incidencias de su contacto con los guaymíes y la estrategia que él consideraba adecuada para conquistar a éstos y a sus vecinos, los DORACES.
Precisamente fueron los religiosos quienes lograron el primer contacto con los palenques de los belicosos DORACES y poco a poco fueron ganándolos a su fe.
Los hombres y mujeres de esta etnia eran de piel cobriza y se consideraban superiores a los guaymíes por su ascendencia, lenguaje y costumbres. Practicaban una agricultura rudimentaria: sembraban maíz, yuca, plátano y consumían en abundancia el pixbae.
Los DORACES complementaban su alimentación con la caza, la pesca y la recolección. Obtenían la sal para preparar sus alimentos con métodos primitivos de cocinar, el agua era tomada de las costas y los esteros. Sabían hilar y en rudimentarios telares confeccionaban telas que adornaban con dibujos coloreados, muy parecidos a los que se encuentran en las obras encontradas en las huacas.
Empleaban la miel que extraían de panales silvestres para endulzar la chicha y el agua. La bebida favorita de los DORACES era el guarapo. Trituraban el coco y las nueces de otras palmas para extraer aceite; para ello utilizaban las tumbas o piedras de moler, instrumentos que todavía suelen verse en algunas residencias Boqueteñas, especialmente en Caldera, donde se utiliza para la preparación de la famosa chicha de corozo.
Como todos los grupos humanos, los DORACES, disponían de armas de combate: flechas, hachas de piedra, hondas y cerbatanas; estas ultimas elaboradas con caña brava y palma silvestres. Para protegerse, utilizaban una especie de escudo hecho con cuero de macho de monte y para la pesca usaban anzuelos confeccionados a base de espinas de plantas y huesos de animales.
Los DORACES, tenían su propio lenguaje y algunas de estas voces quedaron recogidas en un pueblo visto a través de su lenguaje, obra escrita por la Dolegueña Beatriz Miranda de Cabal, quien también plasmo los más importantes cuentos que se tejieron en el seno de esta población indígena.
Remotas leyendas hacen referencia a dos acontecimientos que diezmaron a la TRIBU DORAZ. La primera relata que una inundación llenó el valle de Boquete; la otra, cuenta de una invasión de serpientes que descendieron de las montañas con las crecientes del río Changuinola y obligaron a los indios supervivientes a buscar las llanuras de lo que hoy es Dolega y Caldera.
Eusebio A. Morales establece que los DORACES jamás se sometieron a las autoridades españolas, siempre estuvieron en franca rebeldía contra la dominación extranjera y en muchas ocasiones destruyeron totalmente los establecimientos coloniales. Sin embargo, debido a los ataques de los indios mosquitos, procedentes de Nicaragua, los DORACES se vieron obligados a buscar el amparo de los españoles para evitar su completa aniquilación. Se inició así el largo proceso de aculturación entre estos dos grupos humanos diferentes, el indígena y el europeo.
Aunque ya no exista sobre la faz de la tierra el pueblo Doraz, éste no ha desaparecido totalmente… La sangre de estos valerosos indígenas, al mezclarse con la española, todavía circula por las venas de los hombres y mujeres que habitan las tierras Chiricanas.
Fuente: Cooperative de Ahorro y Crédito Doraces, R.L.