05 Jul
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LOS DERECHOS HUMANOS, “ES UN PROYECTO DE PANAMÁ Y NO DE ESTADOS UNIDOS”

El tema de los derechos humanos no estaba en la agenda delineada en Dumbarton Oaks, 1944, por las grandes potencias, pero el panameño Ricardo J. Alfaro cambió la historia al proponer la adopción de una declaración de derechos y libertades universales del hombre en 1945

Acercándose el 70 aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1948, todavía hay quienes asignan a Eleanor Roosevelt el mérito por la redacción de este documento que probablemente constituya lo más digno y noble de la civilización humana, y no es así, el proyecto fue de un panameño.

La ex primera dama estadounidense fue la primera presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la organización de las Naciones Unidas (1947), pero ella no se ocupó de componer esta declaración. Su labor fue más bien política y promocional.

En realidad, quien le dio forma a la Declaración de los Derechos Humanos, aprobada en 1948, fue otro miembro de la comisión, el jurista canadiense John Humphrey, que laboró arduamente a lo largo de 1947 y 1948, leyendo la abundancia de propuestas enviadas al organismo para rescatar entre todos los materiales lo más valioso y significativo.

Curiosamente, como detallara Humprhey en sus memorias, publicadas en 1984, casi el 80% del documento finalmente aprobado provino “del mejor de los textos” llegados a la Comisión de Derechos Humanos entre 1945 y 1948, la propuesta presentada en 1945 por la delegación de Panamá y defendida durante tres años en infinidad de foros internacionales por el abogado panameño Ricardo J. Alfaro.

Era un proyecto que la misma Eleonor Roosevelt había intentado en múltiples ocasiones de hacer ver que fue ella quién lo realizó, pero no es así, de acuerdo con la investigación realizada por Rafael Pérez Jaramillo y plasmada en el libro “Idealismo Universal” (2014).

RUMBO A LA CONFERENCIA

Un recorte de periódico de abril de 1945 da muestra del entusiasmo que embargaba a 13 diplomáticos latinoamericanos que desembarcaban en San Francisco, California, en un vuelo de American Airlines, para participar en la reunión de un grupo de 46 naciones independientes que sentarían las bases de una nueva organización internacional a la que se le había dado el nombre de “Naciones Unidas”.

Escoltados por el subsecretario de estado norteamericano Nelson Rockefeller, y con una clara conciencia de los horrores de la guerra que finalizaba, la mayoría de los delegados latinoamericanos sentía el encuentro como un momento emocionante.

“Llegamos a San Francisco con la esperanza de que este nuevo organismo sirva a los propósitos de la paz, no solo del hemisferio occidental, sino del mundo entero”, declaró uno de los delegados.

Detrás, observaba sonriendo y asintiendo con la cabeza, el embajador panameño Ricardo J. Alfaro, preparado y dispuesto a escribir la historia del siglo XX.

RICARDO J. ALFARO

En donde estuviera, ya fuera caminando en las calles de la pequeña ciudad de Panamá, o en encumbradas reuniones en Washington, o París, Alfaro era centro de atención (Ver número 317 de la revista Lotería dedicado a la vida de Ricardo J. Alfaro).

El consagrado abogado de 60 años había sido presidente de la República (1931-1934), embajador de Panamá en Estados Unidos (1922-1930 y 1934-1939), negociador de los tratados del Canal, redactor del borrador de la Constitución panameña de 1946.

En los años siguientes, culminaría su larga y exitosa carrera como magistrado en la Corte Internacional de la Haya (1959 – 1964).

Su éxito no radicaba solo en sus vastos conocimientos jurídicos, sino en su exquisito don de gentes, refinado intelecto, tacto, y una innata alegría de vivir que la granjeaban el respeto y la admiración de quienes lo conocían. Además, cultivaba múltiples aficiones que lo hacían un hombre fascinante: la relojería, la mecánica, la orfebrería, el baile, el teatro… también preparaba los más deliciosos cocteles, que obsequiaba a sus invitados… sabía de vinos, era restaurador.

Pero el tema que estaba más cerca de su corazón era el de los derechos humanos. A su estudio había dedicado larguísimas horas hasta alcanzar un dominio que probablemente ningún otro delegado de la conferencia tenía.

DERECHOS HUMANOS

Entre 1942 y 1944, mientras residía en la ciudad de Washington, Alfaro había formado parte de una comisión de 24 juristas internacionales llamados a elaborar una recopilación de “derechos y libertades esenciales al hombre” aplicable a todas las culturas del mundo.

El proyecto era una iniciativa del doctor William Draper Lewis, decano de la Facultad de Leyes de la Universidad de Pensilvania y presidente del American Law Institute, inspirada en las antiguas tradiciones del derecho anglosajón y francés: la Carta Magna (Inglaterra, 1215), la Carta de Derechos de la Revolución Gloriosa (Inglaterra, 1689), la Carta de Derechos de la Constitución de Estados Unidos (1791) y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia, 1789).

Pero lo que quería hacer el llamado “Comité de Filadelfia” era “universalizar” estos derechos, por lo que se había llamado a jurista procedentes de una amplia variedad de áreas geográficas y formas de vida. El doctor Alfaro era representante de la “cultura hispánica”, junto con el español Julio Álvarez del Vayo.

Durante dos años, el comité se enfrascó en la tarea, hasta producir un importante trabajo de recopilación y síntesis de 18 derechos “esenciales” fácilmente aplicables en todas partes del mundo.

Pese a la profundidad del documento, se le consideró más bien un ejercicio intelectual y copias de este se depositaron en la biblioteca del American Law Institute y otras colecciones privadas, sin que constituyera motivo de acción práctica adicional.

Pero Alfaro no se había olvidado del proyecto. Cuando las grandes potencias del mundo- Estados Unidos, el Reino Unido, la Unión Soviética y China se reunieron en Dumbarton Oaks, en octubre de 1944, y llamaron a crear una organización internacional dedicada a mantener la paz y la seguridad, Alfaro vio la oportunidad.

PREPARÁNDOSE PARA LA TAREA

En los meses antes de la primera reunión de San Francisco, Alfaro mantuvo conversaciones con colegas latinoamericanos, especialmente los delegados de Cuba, Guillermo Belt; de Chile, Marcial Moral; y de México, Ezequiel Padilla; hasta convencerlos de la necesidad de que la carta constitutiva del organismo incluyera una declaración de “derechos humanos”.

Los diplomáticos latinoamericanos acogieron la idea de Alfaro con entusiasmo y aceptaron acuerpar la propuesta ante los más de 850 delegados de 46 naciones que habían aceptado la cita.

El 9 de junio se inició la conferencia, en un ambiente impregnado de idealismo y esperanza, pero no carente de tensiones entre las grandes potencias y los países más pequeños.

Mientras los chicos presionaban por hacerse sentir, los grandes movían todos sus recursos para asegurarse el control del organismo y manejar la agenda.

Cuando Alfaro se puso de pie ante el pleno de la Asamblea General para hacer su propuesta, esta fue aplaudida con entusiasmo por los delegados presentes.

Sin embargo, como muchos sospechaban, apremiaban otros intereses, por lo que no se abrió espacio para su discusión, aunque se hizo el compromiso de que sería revisada y analizada en la próxima reunión general del organismo, que se realizaría en enero de 1946 en Londres.

“Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos a … reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas…”

El 26 de junio de 1945 culminó la conferencia inaugural en San Francisco en una emocionante ceremonia en la que, uno a uno, los 46 delegados participantes firmaron la Carta de las Naciones Unidas, que daría origen al organismo en el que se cimentaban las más nobles aspiraciones de la humanidad.

Esa carta constitutiva, diría Ricardo J. Alfaro en múltiples ocasiones, “mencionaba siete veces los principios respectivos a los derechos del hombre….” y la “voluntad de la comunidad internacional por que estos derechos fueran respetados”, pero … no se sabía “cuáles eran estos derechos a los que se refería”.

EL PROYECTO DE PANAMÁ

Cuando la comisión de Derechos Humanos comenzó a funcionar, a mediados de 1946, ya contaba con el proyecto presentado por el canciller panameño Ricardo J. Alfaro en la conferencia de San Francisco (1945) y explicado en detalle en la de Londres (1946).

El documento en realidad había sido elaborado por el llamado “Comité de Filadelfia”, integrado por un grupo de juristas de diferentes culturas, convocados por el American Law Institute. En este documento, la participación de Alfaro había sido destacada por lo que aparecía en segundo lugar entre los 23 autores, solo después de su presidente William Draper Lewis.

La declaración de Derechos Esenciales del Comité de Filadelfia tenía un enfoque progresista, que superaba la tradicional visión del pensamiento liberal, enfocada en los derechos civiles, representado en el Bill of Rights de Estados Unidos (1791) y la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano (Francia, 1789).

En adición a estos derechos clásicos, el documento presentado por Panamá incluía un grupo de los llamados “derechos sociales” (protección del Estado a los más débiles) y de los nuevos “derechos económicos” que el Comité de Filadelfia consideró básicos para el sostenimiento de todas las demás libertades.

DISCUTIR EL PROYECTO DE PANAMÁ

Alfaro había invertido larguísimas horas en la elaboración del proyecto y su defensa, por lo que se sentía comprometido con su suerte, pero su condición de ministro de Relaciones Exteriores le impedía participar en las reuniones de debate que se realizaban en Nueva York.

Por ello, nombró al diplomático Germán Gil Guardia Jaén para que actuara como miembro sustituto en la comisión y lo instruyó para que solicitara a los demás delegados una revisión profunda de su “declaración de derechos esenciales”, esperando que a partir de este ejercicio la comisión pudiera avanzar rápidamente en la formulación del proyecto encomendado.

Sin embargo, el delegado Guardia Jaén se encontró con serias dificultades para alcanzar este objetivo. Su principal obstáculo era la presidenta de la comisión, Eleonor Roosevelt.

En innumerables cartas y reportes enviadas al Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá, y recogidos por Rafael Pérez Jaramillo en su libro “Idealismo Universal“, Guardia relata cómo Roosevelt imponía todo tipo de trabas para que la comisión ahondara en el proyecto panameño.

“Goza de gran simpatía. … nos agasajó en su residencia en esta ciudad y diariamente almuerza con algunos delegados en forma rotativa, pero dentro del mayor respeto y aprecio se le critica ´gentilmente´ por la forma de conducir los debates”, comentaba Guardia Jaén en un informe enviado al Ministerio de Relaciones Exteriores en 1946.

“Para la sesión de la mañana del 31 de enero (cuando Guardia había acordado la discusión del proyecto panameño con otros delegados) apareció en el escritorio de cada uno de ellos un proyecto de la delegación norteamericana que la presidente Eleanor Roosevelt sometió a discusión al abrir la sesión… “, decía otro informe rendido por Guardia.

Como la presidenta era “muy sensible … a la suerte de su moción”, continuaba el diplomático, los delegados (que favorecían el documento panameño) prefirieron dar excusas para no tener que rechazarlo y pidieron que se debatiera “en otra ocasión”.

“Estados Unidos, valiéndose de la maquinaria administrativa de la que dispone, procura la adopción de un texto de 10 artículos, sin obligaciones ni compromiso alguno y sugerido por el Departamento de Estado”, proseguía otro informe, esta vez de Miguel Amado, que coincidía con Guardia en sus apreciaciones.

“Me es incómodo decirlo por carta, pero creo que su proyecto hubiera sido la columna vertebral de todo trabajo o declaración, si no hubiera sido por el egocentrismo…la vanidad femenina y el orgullo nacional…. el largo periodo de mando – recordar que el esposo de Eleonor, Franklin Delano Roosevelt, había ocupado la presidencia de Estados durante 12 años- ha producido en ella ese sentimiento de infalibilidad”, decía otra carta de Guardia Jaén, fechada el 19 de marzo de 1947.

SE NOMBRA A JOHN HUMPHREY

La redacción de la declaración de derechos resultaba una tarea más complicada que lo que se hubiera pensado. Para salvar los obstáculos, se decidió que el jurista canadiense, miembro del comité, John Humphrey, conocido por su enfoque práctico, redactaría un borrador que después sería discutido por la comisión.

Para entonces, numerosos proyectos e ideas sobre declaraciones de derechos humanos habían llegado a la Secretaría de las Naciones Unidas, enviadas para su estudio por particulares, instituciones, asociaciones de carácter religioso, colegios de abogados e institutos de todas partes del mundo.

“Estos anteproyectos pasaron de 25, y con satisfacción informo que los comentarios y juicios de la mayoría (de los delegados) señala al proyecto de Panamá como el mejor trabajo presentado y el más apropiado como base de discusión”, informaba Guardia.

Uno de estos delegados debió haber sido John Humphrey, quien, en sus memorias reconoció que el de Panamá era “el mejor de los (proyectos) presentados a la comisión”.

DOCUMENTO FINAL

Finalmente, después de 15 meses de trabajo, el borrador de Humphrey, mejorado por el francés René Cassin, que le dio coherencia estructural y le añadió el preámbulo, estuvo listo para ser discutido en la sesión plenaria del 12 de diciembre de 1947, en Ginebra.

Si algunos pensaron que ya el tema estaba resuelto y que la Asamblea General lo aprobaría rápidamente, se equivocaron. Se necesitaron 81 reuniones adicionales para discutirlo. Los records históricos reflejan las innumerables aportes hechos por diplomáticos de muchas naciones a lo largo del año 1948 para construir un consenso internacional y compromiso para expandir y asegurar los derechos del individuo en los cinco continentes, asegura la especialista Susan Waltz, en su artículo “¿Quién escribió la declaración de Derechos Humanos? (2008).

Finalmente, en la madrugada del 10 de diciembre, fue aprobada la Declaración Internacional de Derechos Humanos, con 48 votos a favor y 8 abstenciones.

Se abstuvieron además de la Unión Soviética, sus países satélites Checolovaquia, Bielorrusia, Ucrania, Checoslovaquia, Polonia y Yugoslavia, lo mismo que Sudáfrica, en defensa de su sistema de apartheid ,y Arabia Saudí por no estar de acuerdo con las limitaciones a sus tradiciones religiosas y familiares.

El consenso de la organización dictaminó que por primera vez en la historia se reconociera una visión universal de valores fundamentales y principios, ‘un estándar común de logro para todas las gentes y naciones’ del mundo, basado en la igualdad y el respeto a la dignidad humana.

Aunque la declaración dejó por fuera algunos de los derechos económicos incluidos en el proyecto presentado por Panamá – tales como el derecho al trabajo en buenas condiciones y el derecho a la seguridad social-, estos posteriormente fueron incluidos en una nueva generación de derechos, firmados en 1966.

Como vemos, la posición de Alfaro y del grupo de abogados del Comité de Filadelfia era avanzada para su tiempo y así lo comprendió nuestro canciller, quien fue tenido en alta estima entre los diplomáticos que participaron en las reuniciones iniciales de las Naciones Unidas, como “uno de los delegados más constructivos y conciliadores”.

La posición personal del ex presidente, canciller y negociador, cuyo nombre se escribe con letras de oro en la historia del país, quedó plasmada en el Informe de Cancillería de 1948, cuando dijo: “Panamá no fue a las Naciones Unidas a ser mero espectador en el gran drama de la transformacion jurídica y política que sobrevino después de la última conflagración mundial, sino con el propósito de hacerse sentir, no obstante su pequeñez, como vocero de añejas y elevadas aspiraciones humanas”.

Fuente:Ricardo J. Alfaro y la Declaración Universal de Derechos Humanos de la Defensoría del Pueblo.
Eleanor Roosevelt y los derechos Humanos
Artículo escrito por Eleanor Roosevelt sobre su experiencia en la declaración de derechos

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