En la planta baja de la Casa Roja funciona un partido político de izquierda. Arriba hay oficinas, y en la parte trasera un bar.
Con 80 años, José Manuel Flores vigila una casa. No usa uniforme sino que viste guayabera, pantalones de tela y mocasines marrones. Usa lentes, y pasa la mayor parte del día sentado frente al televisor.
Flores milita en el Partido del Pueblo de Panamá (PPP), fundado por Cristóbal Segundo en 1930, como el Partido Comunista, y al que 13 años después le cambiaron de nombre por el actual. Su trabajo consiste en cuidar la Casa Roja, en Calidonia, donde opera la base principal del partido desde las 7:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche.
Él no es el único encargado de la seguridad del lugar. En esa tarea lo acompaña Jorge Peña. Viste pantalones de tela, zapatillas y camiseta. Tiene 74 años.
Además de vigilar la peculiar casa, Peña y Flores reciben a los curiosos y les dan una breve reseña sobre el PPP. Al cerrar las puertas, siguen viendo televisión. Ambos viven allí.
OLOR A REVOLUCIÓN
La Casa Roja pasa desapercibida entre los edificios de Perejil. Construido hace cerca de 80 años, el edificio tiene dos pisos, está pintado de crema con rojo y al fondo hay una empresa de serigrafía. En la planta de arriba hay varias oficinas alquiladas. Y abajo se vive la revolución.
La oficina del PPP, al contrario de lo que se puede suponer, no está pintada de rojo. La parte superior de la pared es amarilla, la inferior, verde. El piso tiene mosaicos rojo cobrizo en cuyo centro hay una estrella amarilla. Huele a humedad.
El mural más grande tiene fotos de Hugo Chávez, Simón Bolívar y Evo Morales. A los costados, entre escritorios viejos y pilas de cartapacios gordos, aparece la foto de Manuel López Obrador y las de los cinco cubanos presos en Estados Unidos por espionaje.
El PPP no tiene reconocimiento de partido político, aunque eso no le impide que actúe casi como tal: cuenta con alrededor de 400 miembros, hace actividades y movilizaciones en todo el país, participa en protestas, y apoya la candidatura presidencial del independiente Juan Jované. No pide votos ni regala bolsas con comida.
La situación de este partido no es algo nuevo. Desde su fundación, el PPP solo ha presentado un candidato propio en unas elecciones presidenciales: Carlos del Cid, en 1984.
El octogenario Rubén Sousa preside el partido, pero por su edad avanzada es Ivanor Ruiz el responsable de llevar las riendas. Rubén Sousa Diez, hijo del presidente, se encarga de las finanzas.
“Hacemos cenas, venta de comidas, obras de teatro, y otras cosas”, explica Sousa Diez sobre cómo obtienen los fondos del partido. Estudió agroquímica en la Unión Soviética, y, años después, ecofisiología en República Checa. Se emociona al hablar del movimiento estudiantil.
Sousa Diez es catedrático universitario, así que llega a la Casa Roja cuando el sol va cayendo. Allí siguen sus camaradas Flores y Peña. Conversan de la actualidad nacional, en una dialéctica cíclica, diaria. Ahora les dicen de izquierda, o de tendencia. Ellos mismos se llaman comunistas. Son los herederos de Karl Marx que viven en Calidonia, a unos pasos de la Panamá de los rascacielos y el capitalismo consumado.
La Casa Azul, la casa amiga
A varios kilómetros de Calidonia, en San Francisco, está la Casa Azul, propiedad del intelectual panameño Carlos Wong.
Por esa residencia desfilaron grandes personajes de la historia latinoamericana, según cuenta Rubén Sousa Diez, del Partido del Pueblo de Panamá.
Ernesto Che Guevara, Gabriel García Márquez, Rigoberta Menchú, y Hugo Chávez fueron algunas de las figuras que dejaron su huella en la Casa Azul. Hasta Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua, visitó esta icónica residencia de la ciudad.
También por allí pasó el general Omar Torrijos, quien incluso organizó allí la brigada Victoriano Lorenzo – en la que participó Martín Torrijos– que viajó a Nicaragua en 1979 para luchar contra Anastasio Somoza.
“Es una casa aliada”, responde Sousa Diez sobre los nexos entre la Casa Roja y la Casa Azul.