Lo que hace a un buen panameño
Dentro de la cultura popular, Panamá es un pueblo alegre, parrandero y pacífico. Son elementos que a lo largo de la historia han forjado la identidad del panameño, lo han diferenciado y, a pesar de que son términos populares, algunos intelectuales reconocidos de nuestro país profundizan acerca de dónde viene la identidad panameña.
¿Por qué los panameños nos comportamos como nos comportamos? ¿Por qué somos alegres, gritones, parranderos, pacíficos? ¿Por qué no somos ni centroamericanos ni sudamericanos sino diferentes? Lo que nos identifica como panameños no se puede reducir a una frase ni descripción; sin embargo, la diversidad es algo que nos caracteriza. Ana Elena Porras, antropóloga cultural y catedrática de Historia de la Universidad de Panamá, Marco A. Gandásegui hijo, sociólogo panameño, profesor en la Universidad de Panamá e investigador asociado en el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA), y Rebeca Yanis, socióloga, nos ayudan a descubrir un poco más sobre quién es el panameño, cómo se ha forjado su cultura y los rasgos que lo caracterizan.
Panameños únicos y diferentes
Ni del Sur ni del Centro ni del Norte. Así lo explica Rebeca Yanis, quien comentó que ser panameño es un caso tan diferente a lo común en las diferentes regiones de las Américas, empezando porque nuestras coordenadas son diferentes: “Durante la Colonia española, éramos un puerto de llegada y partida, un sitio para ferias comerciales. Luego, un Canal que, no sólo nos partió en dos países –el canalero y el resto–, sino que nos separó del norte y del sur planetario, y creó un norte y un sur conveniente bordeando nuestro Istmo –el norte para el Caribe y el sur para el Pacífico–. Es decir, somos diferentes porque, aun cuando sabemos que los Estados Unidos están al Norte y Argentina al Sur, nuestras coordenadas geográficas no parten del eje planetario, sino del Canal de Panamá”.
En cuanto a la identidad nacional, por más que en algunos países de nuestra región sea muy fuerte y basada en los valores indígenas, como es el caso de México y Perú, Ana Elena Porras nos explicó qué es lo que pasa en Panamá con la identidad cuando se compara con otros países cercanos.
Sus conclusiones las obtuvo de los estudios que realizó para su tesis doctoral en la Universidad de Princeton, Estados Unidos, cuyo tema precisamente se basó en la cultura de los panameños: “En Panamá, los resultados fueron diferentes con respecto al resto de América Latina, es interesante porque en la Colonia no tuvimos un Virreinato y aún no descubrimos nuestro pasado indígena. Lo estamos recién encontrando, pues Panamá no es una nación reciente. Contrario a lo que piensan sobre el mito de que Panamá es un país donde la gente viene y se va. Para nada, Panamá tiene culturas de antes del tiempo de la Colonia”, asegura, y añade que: “En el imaginario colectivo panameño hay tres componentes destacables que son protagonistas en la construcción de la identidad nacional”.
En sus conclusiones, la Dra. Porras menciona a la cultura indígena, al interior –que reúne todas las provincias del interior del país con sus modalidades y pequeñas diferencias– y a las comunidades de la interoceanidad, Panamá y Colón, donde se ha producido una cultura que le da valor al comercio.
Así que con un pasado indígena medio disperso, nos preguntamos cuáles son los rasgos culturales que identifican al panameño. Lo cierto es que hay varios, no sólo reconocidos por los intelectuales, sino por todos los que visitan o deciden quedarse en Panamá. Entre los más valiosos están la paz, la tolerancia, la alegría y el regionalismo.
El valor de ser pacíficos y alegres
El sólo hecho de convivir desde hace siglos con diferentes culturas ha hecho que el panameño sea tolerante. Las protestas son protestas, pero suelen ser a lo largo de la historia, pacíficas.
No hay una historia de guerras en el país, como la de los vecinos del Norte y del Sur. Sin ánimo de comparación, pero quizás lo que popularmente llaman “Crisol de razas”, ha logrado que esta nación esté plagada de ese espíritu pacífico y tolerante.
Suena a cliché, pero muchos destacan la importancia de la posición geográfica del país, la relevancia que tiene para el comercio mundial y la manera como hemos sabido potenciarlo. Claro que de la mano de la seriedad que requiere el tema comercial para el país, está la alegría de la gente, que se manifiesta en todas las fiestas populares, como los carnavales, el festival de congos, en Colón, y todas las fiestas regionales a lo largo de la geografía del país. En definitiva, algunos pueden concluir que el panameño es un ciudadano parrandero y eso no tiene nada de malo, porque hasta en las alegrías de las celebraciones se va formando la identidad panameña.
“Todos los pueblos son alegres. Unos son más gritones que otros. En la escala de parranderos estamos cerca de la cumbre –diría “Top 20”–. No se podría decir que los panameños somos más fiesteros que otros pueblos. La diversidad de nuestra población y su origen étnico rico en matices le da un toque especial o diferente a nuestras costumbres y formas de festejar. Somos un país alegre y tenemos ciertas características que le dan un “color” muy especial. Somos tropicales y nuestra población vive en las sabanas: No existe esa temporada de invierno sombrío, gris y frío de los países europeos. Ellos no pueden celebrar todo el año. Lo único que nos impide a nosotros hacer fiesta es la lluvia y las crecidas de los ríos”, profundizó Gandásegui en cuanto a la naturaleza alegre y parrandera de los panameños.
Un pueblo tolerante
Otra visión interesante es la que destaca el concepto de cultura de la interoceanidad, concepto acuñado por Ana Elena Porras, en referencia como mencionamos a los panameños de Panamá y Colón, y su carácter pacífico: “El panameño de la interoceanidad es cosmopolita, le da mayor valor a la negociación que a la confrontación. Es tolerante a la diversidad. Por eso ves judíos y árabes socios en la Zona Libre de Colón. Eso es la cultura de la interoceanidad. Panamá tiene tolerancia a la diversidad racial y cultural, una convivencia pacífica y hasta fructífera, que no la tienen otros países del mundo, donde sí hay crímenes raciales. Tanto es así que el panameño de la interoceanidad intenta integrar la cultura de los congos, de los indígenas, para que se le vea la riqueza de su pluralismo cultural en todo su esplendor. A todos se les da una participación como a la Comunidad China; no se considera la diversidad un peligro, sino un valor”, explicó Ana Elena Porras.
A su vez, el ser tolerante permite un amplio espacio para valorar otros elementos de la cultura como son el folclore y con ansia se intenta integrar a las demás culturas, dentro del marco de la identidad nacional. En este tema de reconocer lo autóctono, tanto como lo extranjero, surge el regionalismo. Muy relacionado con el panameño del interior del país y de quien se destacan algunos personajes, reflejo de lo que es ser panameño. “Hay grupos que pueden asumir ser la síntesis de lo panameño. Por un lado, están los santeños. Su presencia física en toda la geografía del país y su cultivo de lo que aceptamos como nuestro folclore los hace muy panameños. Por el otro, el típico panameño urbano con sus costumbres muy reconocidas. Quizás por estas razones, Roberto ‘‘Mano de Piedra’ Durán es tan querido por todos los panameños, sin distinción alguna. Además de ser el mejor boxeador de la historia de ese deporte, es hijo de una santeña de Guararé, criado en el barrio de El Chorrillo, de la capital”, explicó Gandásegui cuando le preguntamos del tema.
Con algunos de estos ejemplos podemos ver que, en efecto, es cierto que el panameño es alegre, regionalista, tolerante y pacífico. Pareciera que unos valores no pueden existir sin los otros. Es tan sólo muestra de que la convivencia de múltiples culturas ha permitido una mayor riqueza en muchos sentidos, a la hora de forjar la identidad nacional e incluso, en permitir que el país desarrolle su potencial como centro comercial para el mundo y central de servicios para las Américas.