La marcha del hambre y la desesperación (1959).
Larga caminata para expresar la disconformidad popular, y que puso en acción un método de lucha que desencadenaría la protesta de los trabajadores, desempleados, campesinos y estudiantes para conseguir que les fueran reconocidos algunos derechos fundamentales.
Se conoce con el nombre de La Marcha del Hambre y la Desesperación a una de las jornadas populares de Colón que, por su trascendencia, ha ido ganando dimensiones historiográficas a través de los años. Trabajadores, desempleados, campesinos, estudiantes, mujeres y niños de la provincia de Colón emprendieron una marcha que se dirigía a la capital desde la ciudad portuaria de Colón el 4 de octubre de 1959.
Esta jornada de 1959 se dio en periodo de grave crisis económica que venía sacudiendo a Panamá por casi una década. La crisis se sintió con toda su fuerza en la ciudad de Colón y sus alrededores, y afectó fundamentalmente a los sectores populares y a los trabajadores asalariados en general. A esto hay que agregar el aumento de los desocupados y subempleados, cuyas entradas no bastaban para cumplir sus necesidades básicas. Como consecuencia de la crisis económica, se produjeran lanzamientos frecuentes de inquilinos morosos, lo que agravó aún más la ya deteriorada situación social para las masas desposeídas y decepcionadas por el abandono e indiferencia de los políticos tradicionalistas y electoreros.
Aproximadamente, seis meses antes de producirse la Marcha del hambre en Colón, se iniciaron trabajos de desmantelamiento de edificios en Coco Solo (Zona del Canal, sector Atlántico). Allí asistieron trabajadores colonenses desocupados en busca de trabajo, y cuando se enteraron de que el contratista de las obras no pagaba el salario básico, o sea, un balboa la hora, de acuerdo con lo convenido con las autoridades del Canal, se negaron a trabajar por los treinta centésimos ofrecidos por el contratista. Consideraron que este era intransigente y despótico, de modo que los obreros decidieron boicotear la continuación de las faenas. El contratista, haciendo caso omiso a las demandas de los trabajadores colonenses, decidió traer obreros de la ciudad capital y sus alrededores, en su mayoría ignorantes de sus derechos, a trabajar por los treinta centésimos la hora. Dicha actitud de parte del empleador Achurra produjo un descontento entre las masas populares de Colón, especialmente, entre los desocupados, que inmediatamente iniciaron agitaciones y protestas, y organizaron reuniones al aire libre, donde denunciaron al empleador por aprovecharse del hambre de los obreros.
Con el propósito de agrupar y aglutinar a todos los trabajadores de Colón, se organizó la Unión de Sindicatos de Trabajadores de Oficios Mixtos, presidida por el joven sindicalista Andrés Galván, que junto con Eugenio Barrera y otros, constituyeron la directiva y el primer núcleo de activistas de esta organización que, en pocos meses, se convirtió en una gran fuerza que atrajo a obreros, campesinos, amas de casa y grupos juveniles de estudiantes.
Andrés Galván y Eugenio Barrera fueron conducidos esposados y fuertemente custodiados al Cuartel Central de la Policía. Allí permanecieron varios días incomunicados en una de las celdas, en la cual se les informó por escrito que habían sido sancionados a 90 días de arresto inconmutables por orden del diputado Pablo Othon, Presidente de la Asamblea. Posteriormente, los detenidos fueron trasladados a la cárcel Modelo.
Por considerar sus detenciones injustas, ambos se declararon en huelga de hambre. Gracias a las movilizaciones de las fuerzas populares, los simpatizantes de la Marcha se reagruparon nuevamente para lograr la libertad de sus dirigentes detenidos. Luego de diecisiete días de arresto, de los cuales estuvieron casi dos semanas en huelga de hambre, los dirigentes Galván y Barrera fueron puestos en libertad. El Gobierno Nacional, presidido por Ernesto de la Guardia, que provenía de poderosos sectores económicos, aceptó discutir las demandas de los manifestantes colonenses.
La marcha del hambre y la desesperación inauguró un periodo de flujo del movimiento popular a nivel de todo el país. El impacto de la marcha del hambre y la desesperación sobre el movimiento obrero y popular y las reivindicaciones sociales fue positivo y tangible para el desarrollo social de los panameños