LA HISTORIA OCULTA DE LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN PARA JAPONESES EN ESTADOS UNIDOS Y PANAMÀ FUE COMPLICE
El 19 de febrero de 1942, el presidente Franklin Roosevelt firmó la orden ejecutiva Nº 9066, autorizando al Departamento de Guerra para que creara áreas militares donde la permanencia de las personas civiles sería decidida por el Secretario de Guerra Henry Stimson. Las zonas serían en lugares desérticos de la costa del Pacífico, Washington, Oregón, Arizona y California; unos 120.000 japoneses o sus descendientes serían internados en campos de concentración. Stimson le aclaró al teniente general John L. De Witt, comandante general de la defensa del oeste de los Estados Unidos, que los descendientes de italianos no deberían ser molestados, y que solamente algunos inmigrantes alemanes debían recibir ser considerados.
Existieron unos campos de concentración hace 73 años de los que se habla muy poco, creados por un decreto presidencial. Esta es la historia oculta de esta injusticia.
Luego de la orden emanada por F. D. Roosevelt, el 19 de febrero, el FBI comenzó a detener a todos los líderes japoneses por ser "sospechosos". Ninguno estuvo jamás acusado por crimen alguno. Casi todos eran simples miembros de la comunidad japonesa: sacerdotes sintoístas o budistas, periodistas, profesores de idioma japonés o sindicalistas. Los líderes de la colonia japonesa fueron liquidados así en una rápida operación.
Los hombres fueron deportados sin avisar. La mayoría de las familias no sabían por qué habían desaparecido, adónde habían sido llevados o cuándo serían excarcelados. La mayoría de ellos fueron transportados secretamente a campos de internamiento por todo el país. Muchas familias supieron sólo más tarde lo que había ocurrido con sus familiares. La operación incluyó también la congelación de cuentas bancarias, la incautación de bienes, drásticas limitaciones en los viajes y los desplazamientos, toques de queda y otras medidas restrictivas. Sin embargo, esta operación del FBI apenas anunciaba la siguiente etapa, de la evacuación en masa.
A fines de 1941 vivían en los Estados Unidos 280.000 personas de origen japonés, 150 mil en Hawái y 130 mil en el continente. En los inicios de marzo de 1942 el US Army (ejército de los Estados Unidos) preparó la evacuación de casi 77.000 norteamericanos de origen japonés (los Nisei) y de 43.000 japoneses (Isei) de los Estados de California, Washington, Oregón y Arizona. A lo largo de toda la costa oeste aparecieron carteles con la orden de presentarse en los puntos de evacuación: "Instrucciones para todas las personas de ascendencia japonesa" - se podía ver en grandes caracteres, en el encabezamiento - El texto decía: "Todos los japoneses, extranjeros o no, serán evacuados en los puntos arriba citados el martes siete de abril a las 12 horas del mediodía." Se advirtió a los evacuados para que acarrearan sus propios colchones y para que llevaran, como mucho, el equipaje que pudieran en una mano (un informe de posguerra señalaba que el 80% de los bienes almacenados pertenecientes a japoneses internados fueron "saqueados, robados o vendidos durante su ausencia).
Una apelación presentada por organismos de defensa de los derechos humanos intentó impugnar el derecho del gobierno a encerrar personas por razones étnicas, pero la Suprema Corte de los Estados Unidos rechazó la petición.
El 2 de marzo de 1942, el comandante general de la defensa del oeste de los Estados Unidos, DeWitt estableció el Área de Exclusión Militar 1, que ocupaba el oeste de Washington, Oregón, California y la mitad sur de Arizona. El Área de Exclusión militar 2 ocupaba el resto de los estados mencionados. DeWitt no pudo iniciar de inmediato la evacuación porque se percató que no era considerado un crimen que un civil se negase a cumplir una orden militar. Stimson solucionó el problema creando una ley que condenaba a todo civil que desobedezca a un militar en un área militar a un año de prisión y a una multa de 5 mil dólares.
Luego de la Orden Nº 9.066, un mes más tarde el Presidente Roosevelt firmó la Orden Nº 9.102 estableciendo la "Autoridad Militar de períodos de guerra" que operaba en los campos de internamiento. Roosevelt nombró a Milton Eisenhower, hermano del futuro presidente, para aplicar y dirigir esta ley excepcional.
l 9 de marzo, el proyecto de la ley fue presentada ante el Congreso, solamente un senador republicano se opuso, y nadie votó en contra de la ley. El 21 de marzo la ley fue firmada por Roosevelt y DeWitt finalmente obtuvo la luz verde para iniciar la evacuación forzosa de los Nissei e Issei.
El 31 de marzo de 1942 la Zona 1 se declaró fuera de límites para cualquier persona de ascendencia japonesa. De inmediato se ordenó que aquellos japoneses o descendientes de japoneses residentes que se preparasen para partir, sin especificarse su destino final y limitándose su equipaje a un bolso de mano. Aunque 7 de cada 10 étnicos japoneses afectados por la medida habían nacido en los Estados Unidos, la orden no hacía distinción sobre nativos o extranjeros.
También se pensó en internar a los extranjeros alemanes e italianos, pero se generaron tantas protestas que el gobierno estadounidense desistió de la idea, argumentando que la estructura económica de los Estados Unidos se vería afectada y que la moral de los ciudadanos descendientes de alemanes e italianos decaería.
La evacuación, establecida teóricamente contra sabotajes y espías, alcanzó e incluyó a bebés huérfanos, niños adoptados y aún a ancianos e impedidos. Los niños mestizos, si procedían de internados, también eran internados. El coronel Karl Bendetsen, que dirigía la operación, declaró: "Si tienen una sola gota de sangre japonesa irán a los campos de concentración. Esa es mi determinación".
El ensañamiento contra los japoneses fue tal que en pocos meses se abrieron otros campos en Colorado, Wyoming, Idaho, Utah, Arkansas y Texas. Hasta se creó un campo de concentración en Panamá en la Zona del Canal. Inicialmente se pensó en obligar a los japoneses étnicos a vivir en unas áreas seleccionadas en el interior del país, pero luego se decidió internar a los prisioneros en campos especialmente creados para este fin.
Los campos de “reubicación” (así fueron bautizados)
Los campos de concentración de Estados Unidos utilizaron el nombre oficial de "Relocation Camps" o Campos de Reubicación. Para los efectos prácticos, el uso fue el mismo que los campos rusos, alemanes o ingleses. Aparte de los más grandes, hubo decenas de centros de detención más pequeños en otros estados.
Los japoneses étnicos, unos 110 a 120 mil, fueron obligados a mal vender sus viviendas y negocios en ocho días, aunque en algunas partes este tiempo se rebajó a cuatro días o se elevó a dos semanas. Al enterarse de esta medida, aparecieron compradores hostiles, que compraron las posesiones japonesas a precios muy bajos. En aquellos días, los japoneses étnicos poseían un 0.02% de la tierra cultivable de la Costa Oeste, pero el valor de sus tierras, en promedio, era siete veces superior al del promedio regional. Cuando a un afectado por la medida se le negaron unos días adicionales para recolectar su cosecha, la destruyó. Inmediatamente fue arrestado acusado de sabotaje, este fue el mayor caso de sabotaje japonés reportado en Estados Unidos durante la guerra.
uchos japoneses colocaron sus posesiones en depósitos, esperando reclamarlas después de la guerra, pero mientras tanto fueron saqueados y robados. Algunos las arrendaron, pero los ocupantes luego se rehusaron a pagar el alquiler. Algunos dueños de plantaciones descubrieron después de la guerra que sus trabajadores habían vendido los terrenos a terceros. Muchos que decidieron no vender sus propiedades, descubrieron después de la guerra que sus casas habían sido invadidas o que el Estado las había expropiado por no haber pagado impuestos.
Una vez finalizado el tiempo para la preparación, los japoneses étnicos fueron llevados a centros de reunión en trenes o autobuses, vigilados por guardias armados. En la mayoría de los casos, estos centros eran hipódromos, y los evacuados tenían que dormir en los establos.
Al final de mayo de 1942, los evacuados fueron instalados en campos rodeados por alambrado de púas. Dichos campos fueron llamados "centros de reubicación", pero las condiciones de vida allí eran ligeramente mejores que las de los campos de concentración.
En los campos, a cada familia se le entregaron placas con un número grabado para cada miembro, que fueron utilizadas para identificarse. Un campo de internamiento fue el de Crystal city en Texas, donde se albergó entre otros a japoneses, japoneses-latinos y alemanes (en total fueron internados en distintos lugares 11.000 inmigrantes alemanes). En dicho campo los internados recibieron un trato agradable por parte de las autoridades estadounidenses. Por otro lado el campo de Tule Lake estuvo bajo un régimen más severo; se reservó para los descendientes de japoneses y sus familias que eran sospechosos de espionaje, traición o deslealtad, así como para líderes comunitarios, como sacerdotes o maestros. Otras familias fueron llevadas a Tule Lake al solicitar ser repatriadas a Japón.
La razón esgrimida para encerrar a los japoneses fue la del "interés militar". Pero esta argumentación se mostró inconsistente por el hecho de que los japoneses residentes en Hawái no fueron internados en masa. Y eso que Hawái estaba en un peligro de invasión mucho mayor que la costa oeste americana. La población de la isla de Hawái estaba constituida en un 38% por japoneses, en comparación con el 1% que suponían de toda la población de California. Con la excepción de un pequeño número de hawaianos japoneses, todos permanecieron en libertad para mantener el funcionamiento económico de la isla.
Obligan a países de América a capturar japoneses:
Los 23.000 japoneses que vivían en la costa oeste del Canadá, de los cuales tres cuartas partes eran ciudadanos canadienses, fueron perseguidos también. Canadá implementó 40 campos de concentración en todo el país donde vivieron 35.000 personas. En unos había inmigrantes alemanes, en otros italianos fascistas, en otros comunistas (a pesar que la URSS era aliada de Canadá). No se les permitió a los japoneses volver a la Columbia británica hasta marzo de 1949, siete largos años después de la evacuación y tres y medio después del fin de la guerra.
Hubo muchas presiones de parte de Estados Unidos para casi todos los países de Latinoamérica obligándolos a expulsar a algunos de sus respectivos ciudadanos de origen japonés y enviarlos detenidos a los campos de Estados Unidos y Panamá o aplicasen su propio programa de internamiento. Algunas de estas personas sólo eran descendientes de japoneses y nunca habían estado en Japón. En total 2.264 japoneses del Perú fueron enviados a los campos de concentración de los Estados y Panamá. También 1.800 japoneses y descendientes de Bolivia, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela.
De este modo, el Departamento de Estado obligó a los países de la América Latina para que acorralaran a "sus" japoneses. De estos “japoneses latinos”, unos 860 fueron enviados desde los campos de concentración hacia Japón, como parte de un intercambio de prisioneros. Al finalizar la guerra, 900 fueron deportados al Japón, 360 fueron objeto de órdenes condicionales de deportación, 300 permanecieron en los Estados Unidos, 200 regresaron a países de América Latina, y solo unos 79 recibieron autorización para regresar al Perú.
Brasil, Uruguay y Paraguay establecieron sus propios campos de internamiento para sus ciudadanos japoneses. La República Argentina y Chile, dicho sea en su honor, manifestaron el ejercicio de su soberanía nacional y como países neutrales en la Segunda Guerra Mundial se opusieron a esta medida arbitraria contra gente inocente y no acataron las órdenes de los Estados Unidos. Ningún japonés ni descendiente fue ni detenido ni internado. Se calcula que durante la Segunda Guerra Mundial residían en la Argentina 5.400 japoneses, en Chile 538 y en Brasil la mayor cantidad, 188.935.
Disolución
A inicios de 1943, DeWitt ya no contaba con credibilidad en el Departamento de Guerra, y fue relevado del mando en el Comando Oeste. En su reporte final, DeWitt aseguró que la evacuación forzosa de los japoneses hacia campos había sido necesaria, ya que aseguró haber recibido cientos de reportes sobre apariciones de luces en la costa y transmisiones de radio de origen desconocido. Hoover se mofó de la División de Inteligencia Militar de DeWitt, ya que mostraba "histeria y falta de juicio".
El fotógrafo Ansel Adams (1902-1984), publicó en 1944 un libro titulado Nacidos libres e iguales (Born Free and Equal), denunciando los campos de concentración para ciudadanos de origen japonés. Su iniciativa para dar a conocer la injusticia acabó mal, ya que la mayor parte de la prensa y los medios de comunicación lo atacaron y alentaron la violencia contra su libro. Se realizaron redadas en librerías y bibliotecas buscando su libro, celebrándose en las calles de las ciudades estadounidenses quemas públicas de su obra que se arrojaba sobre grandes piras mientras la gente gritaba para quemar también al fotógrafo.
Sin embargo, no fue hasta la primavera de 1944 que el Departamento de Guerra recomendó la disolución de los campos al Presidente Roosevelt. Sin embargo, debido a que ese año Roosevelt buscaba la reelección, la decisión fue aplazada.
De esta manera, en la primera reunión de gabinete después de la reelección de Roosevelt, se decidió soltar a todos los evacuados que habían demostrado ser leales. Pero esta decisión tardó un año en llevarse a cabo completamente. A la salida, a fines de 1945, los evacuados recibieron un boleto de tren y 25 dólares. El último japonés en ser liberado fue en diciembre de 1946.
Luego de la guerra
l gobierno estadounidense prometió que ofrecería compensaciones a las víctimas a partir de 1951, pero se disculparía sólo en 1988, afirmando que la concentración de prisioneros se debió a "los prejuicios raciales, la histeria bélica y la deficiencia del liderazgo político". El Presidente Ronald Reagan firmó además un acta, donde ofrecía 20 mil dólares a las víctimas sobrevivientes.
Durante la guerra, muchos estadounidenses descendientes de japoneses perdieron todas sus posesiones ya que sus ahorros fueron confiscados por el gobierno al ser considerados "propiedad enemiga". Se estima que se perdieron unos 400 millones de dólares de esta manera, pero después de la guerra, el gobierno solamente devolvió 40 millones de dólares. Sin embargo, estas devoluciones ocurrieron muchos años después del ataque a Pearl Harbor. En el caso de los clientes del Yokohama Specie Bank, banco estadounidense de origen nipón, los depositantes no recibieron sus ahorros sino hasta 1969, cuando la Corte Suprema falló a su favor, especificando que la devolución debía realizarse sin intereses y al cambio pre-guerra.
Japoneses mueren por Estados Unidos
Al aumentar el número de bajas aliadas durante la guerra se decidió llevar a la guerra a todos los jóvenes japoneses recluidos en los campos de concentración. Pero en vez de enviarlos a luchar al Pacífico, se decidió que fueran destinados a la guerra en Europa. Se los envió a misiones prácticamente suicidas o casi irrealizables.
Una de las unidades más condecoradas durante la Segunda Guerra Mundial fue el 442º Equipo de Regimiento de Infantería, integrado por japoneses-estadounidenses o nisei. Fueron tratados como soldados de segunda clase y sus familiares recluidos en los campos no tuvieron ningún privilegio.
Cuando fueron a la guerra eran 1432 hombres bajo el mando del coronel Farrant L. Turner, todos sus oficiales eran descendientes de japoneses. Entraron en combate en Salerno, Italia, el 27 de setiembre de 1943, donde habían desembarcado un día antes. Luego participaron en las batallas del cruce de Volturno y Montecassino. El 26 de marzo de 1944 estuvieron en la cabeza de playa en la batalla de Anzio. Los nisei avanzaron hacia la capital italiana y combatieron entre Lanuvia y La Torretto, luego de fieros combates que duraron 36 horas quebraron la línea alemana y avanzaron triunfantes hacia Roma pero recibieron la orden del general Mark Wayne Clark de detenerse 11 kilómetros antes de ingresar a la ciudad porque el Alto Mando no quería que los italianos y el mundo vieran a japoneses como libertadores de Roma. Luego fueron enviados a Los Vosgos en Francia.
En total el Regimiento 442 recibió 18.143 condecoraciones siendo el regimiento con más medallas de toda la historia de los Estados Unidos. Entre las condecoraciones se pueden citar 8 Citaciones Presidenciales de la Unidad, 21 Medallas de Honor, 52 Cruces por Servicio Distinguido, 560 Estrellas de Plata, 4000 Estrellas de Bronce y más de 9.486 Corazones Púrpura. Sin embargo, a pesar de su heroísmo, sus familias estaban prisioneras en los campos de concentración estadounidenses. Y los héroes no podían entrar a ningún bar porque tenían carteles que decían: "No se admiten japos".
Se anuló el poderío económico de los inmigrantes japoneses
Antes del ataque de Pearl Harbor, los japoneses establecidos en los Estados Unidos eran muy apreciados. Desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial se extendió el mito que hoy no es tal sino una realidad, ya que los inmigrantes japoneses perdieron todos sus bienes en pocos días, de que fueron poderosos grupos antijaponeses de cierta colectividad minoritaria que todos ya conocen, los que planearon la evacuación forzada para anular su poderío económico. La realidad demostró que el poderío del ciudadano japonés residente en Estados Unidos, sus ahorros, terrenos, casas, fueron arrasados en pocos días por una orden presidencial.
El Gobierno norteamericano manifestó que los centros de detención no tenían nada que ver con los horribles campos de concentración de sus enemigos en Europa. La agencia de relaciones públicas del Ejército se refería constantemente a ellos como "Campos de reasentamiento" y "asilos para refugiados". El Departamento de Estado negaba que los centros fueran campos de concentración: "por el contrario, las zonas donde estas comunidades están establecidas permiten a los japoneses el poder organizarse social y económicamente con la protección de las autoridades centrales de los Estados Unidos". En un artículo publicado por la oficina de relaciones públicas del Ejército, en septiembre de 1942, un oficial se dirigía a los norteamericanos en términos similares y añadía que "a la larga los japoneses sacarán provecho de esta terrible y dolorosa experiencia".
Lo cierto es que eran muy parecidos a los de los de los alemanes.