10 Nov
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¿Sabía usted que el poema "La flor del Espíritu Santo" de Tomás Martín Feuillet fue inspirado en una mujer?

Tomás Martín Feuillet (La Chorrera, Panamá, 18 de septiembre de 1832 - Piendamó, febrero de 1862) fue un poeta, escritor romántico y militar panameño.

Biografía

Su vida fue el tema típico de un folletín romántico: niño nacido fuera del matrimonio en 1832. Fue hijo de Leandra Morales, una humilde mujer que lo entregó a don José Martín y doña Juliana Feuillet de Martín en la ciudad de Panamá, quienes lo adoptaron como su hijo bajo el nombre de Tomás Martín Feuillet.

Realiza algunos estudios en Panamá. A los diecisiete años prosigue sus estudios de Literatura Española en Bogotá, pero no los termina debido a que contrajo fiebres tifoideas, que lo dejaron lisiado de una pierna de por vida. Posteriormente va a Jamaica para estudiar inglés.

La muerte de su madre adoptiva le obliga a regresar a Panamá y, posteriormente, también morirá su padre adoptivo. Fue después de la muerte de sus padres adoptivos cuando descubre su verdadero origen; todo esto fue el origen de la melancolía, pesimismos y tristeza que plasmó en sus poemas, y es así que se inspira en el poema "La flor del Espíritu Santo". En sus poemas quedó la marca amarga que le dejó no conocer la identidad de sus padres, y de su propia suerte, que intuía amenazada por la fatalidad, como lo expresó en sus versos.

Otros poemas que escribió destacados fueron «Mi retrato», «A la cruz de San José», «Recuerdo», «¿Cuánto tienes?», «A María», «La maldición», «Los caracoles», «Fe, esperanza y caridad», «El ángel y el niño».

Como escritor fue colaborador de los periódicos El Panameño y El Centinela.

Posteriormente se trasladó a Perú, donde fue secretario particular del general Julio Arboleda. Debido a su comportamiento militar en las batallas fue ascendido a sargento mayor. En enero de 1862 las fuerzas de Arboleda sufrieron una derrota. Entre los numerosos desaparecidos se contaba el oficial Miguel Arboleda, pariente cercano del general Arboleda. Días después ―en febrero de 1862―, Feuillet acompañó a Manuel Antonio Arboleda, padre del prisionero, para establecer negociaciones de canje. Sin embargo descubrieron que no quedaba ningún sobreviviente. Cuando emprendieron el regreso, pernoctaron en una casa del camino en la villa de Piendamó (en la actual Colombia), y fueron asaltados y asesinados por una partida de indios pijaos.

Poema "La flor del Espíritu Santo"

De nuestros bosques en lo más recóndito
bajo altísimos techos de verdor,
erguida crece entre peñascos áridos
una preciosa, peregrina flor.

Oculta siempre a las miradas, tímida,
entre la espesa selva en que se ve,
por miedo acaso de que airado el ábrego,
con su flexible tallo en tierra dé.

Ella no obstenta ni brillante púrpura,
ni matices de gualda y de carmín;
mas son de nieve sus hermosos pétalos,
más blanco que azucena, que jazmín.

La flor es esa que del Santo Espirítu
he escuchado llamar desde que nací,
y en cuyo cáliz el perfecto símbolo
de esa imagen divina siempre vi.
Ah! yo recuerdo que en mi infancia plácida
con respeto a esas flores me acerqué,
porque juzgaba en mi inociencia cándida
que eran emblema de piadosa fe.

Y me han contado que querubes y ángeles
las vienen en la noche a custodiar,
para impedir que de sus tallos débiles
las arranquen los vientos al pasar.

[...]

De nuestra patria las hermosas sílfides
orlan con ella su hechicera sien,
para que unidas a sus rizos de ébano,
aun más encanto en sus encantos den.

Y allí resalta su hermosura nítida,
y luce más su virginal color
como del cielo en la azulada bóveda
luce de las estrellas el fulgor.

Y en esa flor encantandora , mística,
de nuestros climas, exclusivo don;
nuestros campos adorna con su mérito,
pero nunca se ve en otra región.

Y por eso el viajero del Atlántico,
que bellas flores en Europa vio,
quedan admirado ante la flor de América,
que sin cultivo y riego aquí nació.

[...]

Sí, vos, señora, que escuchais mi cántico,
ejemplo sois de que no miento yo,
porque aún del Sena en las floridas márgenes
vuestra belleza, sin rival brilló.
Y cuando vieron vuestra faz angélica,
os admiraron dignamente allá,
como a la hermosa perla del Pacífico
y a la más bella flor de Panamá!

........................................................

Ah! cuando a fuerza de tormentos hórridos
cese de palpitar mi corazón;
cuando deje esta vida triste y mísera,
para dormir tranquilo en el Panteón.

Yó sé que nadie verterá una lágrima,
y ojalá que siquiera por favor,
alguien coloque en mi enlutado féretro
del Espíritu Santo alguna flor!

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