22 Nov
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La conexión de la muerte de J.F.K. con la Gesta del 9 de enero de 1964

En junio de 1962, el presidente panameño Nino Chiari fue recibido con honores en la Casa Blanca. Los panameños exigían la reivindicación de sus derechos sobre la Zona del Canal.
La mañana del lunes 11 de junio de 1962, cientos de panameños se congregaron en el viejo aeropuerto de Tocumen, en las afueras de la ciudad de Panamá, para manifestar su apoyo a la aventura que el presidente Roberto (Nino) Chiari estaba a punto de emprender.

Mientras el mandatario subía las escaleras portátiles del avión de la línea VIP, la multitud, apretada en la enorme terraza del terminal aéreo, agitaba banderas y pañuelitos blancos y coreaba a gritos “Viva Panamá”.

La escena podía resumirse perfectamente en un aviso de página entera pagado por la línea aérea y publicado al día siguiente en La Estrella de Panamá: “Don Nino, 1,075, 541 de panameños le desea que su gestión ante el presidente Kennedy sea coronada con el mayor de los éxitos “.

En el anuncio aparecía la foto de Chiari y la de cada uno de los miembros de la comitiva, cuidadosamente seleccionada para acompañarle en el viaje: el ministro de Relaciones Exteriores Galileo Solís; el ministro de Hacienda, Gilberto Arias; el director de Planificación, David Samudio; el empresario Fernando Eleta; el economista Chinchorro Carles, ex ministros de Hacienda; el expresidente de la república Ricardo Arias, y Octavio Fábrega, abogado y diplomático.

En Washington, los esperaba el embajador de Estados Unidos en Panamá, Joseph Farland, gestor de la cita en la Casa Blanca, a instancias de un Chiari decidido a negociar un nuevo tratado del Canal, en reemplazo del Hay- Bunau Varilla, que tantos sinsabores había causado a los panameños desde su firma en 1903.

¿Qué mejor momento para negociar un nuevo convenio canalero que bajo la presidencia del carismático John F. Kennedy, quien desde su discurso inaugural, en enero de 1961, había colocado al entonces cuasi feudal continente como centro de su política exterior?

UNA VISITA AL SALÓN OVAL

En la apretada agenda de Chiari, el momento clave del viaje sería la reunión en el Salón Oval de la Casa Blanca, el martes 12 de junio, a las 4:45 pm. Allí llegaría acompañado de Octavio Fábrega, Galileo Solís y el embajador Farland.

Se había acordado que en la cita con Kennedy, los panameños podrían presentar cualquier tema, de manera que una vez instalados en la magnífica oficina presidencial, mirando hacia el Jardín de las Rosas, el presidente Chiari puso sobre el tapete su punto de interés: Panamá necesitaba un nuevo tratado.

Kennedy, sentado en su silla mecedora de madera, lo escuchó atentamente por unos minutos, tras lo cual, según el relato ofrecido por Farland en una entrevista del Programa de Historia Oral de la Asociación de Estudios Diplomáticos, lo cortó para expresarse con una sinceridad y claridad desarmantes.

“Yo soy consciente de que el Tratado Hay-Bunau Varilla fue como un matrimonio consumado a punta de pistola… pero no creo que sea el momento adecuado para negociar un nuevo tratado. Tendríamos que convencer a más de 66 senadores de que es favorable a los intereses de Estados Unidos y no vamos a lograrlo, porque la opinión pública de este país cree que el tratado actual nos favorece”, dijo el presidente estadounidense… “Tal vez podríamos renegociarlo en 5 o 10 años, cuando el público tenga mejor comprensión del problema”, añadió.

“Usted está hablando de un problema político y nosotros lo entendemos porque también lo tenemos. En Panamá hay una nueva generación de jóvenes que exigen sus derechos”, intervino Fábrega, según el recuento de la reunión.
“¿Qué tipo de derechos son esos?”, preguntó, a su vez, Kennedy.

Según la versión de Farland, ya era claro que la fuerte personalidad de Kennedy se imponía sobre un Chiari menos extrovertido que, según el relato de la Casa Blanca, asumía un tono defensivo y, por momentos, emocional.

“Que sea reconocida nuestra soberanía y que se establezca una fecha de retiro de la Zona del Canal“, intervino el jefe de gobierno istmeño.

“Pero ya Estados Unidos reconoció durante el gobierno de Eisenhower que Panamá es soberana en la Zona del Canal… Solo estamos allí para operar, mantener y defender el canal“, ripostó Kennedy, en una declaración que, según Farland, “le habría ocasionado un ataque al corazón” a algunos de los congresistas radicales que mantenían la tesis de que la Zona del Canal era un territorio norteamericano.

“Podemos ondear mil banderas y eso no indica que Panamá tenga la jurisdicción sobre la Zona del Canal. Necesitamos que la soberanía sea reconocida de manera correcta: ondear más banderas panameñas, usar estampillas postales nuestras y que Panamá obtenga más beneficios económicos de la operación del canal”, añadió el presidente panameño.

El ambiente se estaba poniendo tenso....

“Yo entiendo estos problemas, sin embargo, hay que tener en cuenta algo importante”, apuntó el anfitrión, sacando el as que guardaba bajo la manga: el tráfico marítimo estaba creciendo y se proyectaba que para 1980 el Canal no podrá manejar la demanda.

“Ustedes saben que estamos explorando la posibilidad de construir un canal a nivel que permita el paso de buques de mayor calado, dijo Kennedy, dando una explicación sobre los estudios preliminares que evaluaban diferentes rutas y la viabilidad de construir el nuevo canal con energía nuclear.

“El estudio tardará unos cinco años. Al final de ese periodo, si fuera favorable, necesitaremos un tratado completamente nuevo. ¿Para qué vamos a pasar por ese proceso tan desgastante dos veces?”, dijo el mandatario estadounidense

“Nosotros estamos familiarizados con el tema del canal a nivel, sin embargo, la Compañía del Canal de Panamá está invirtiendo mucho dinero en ensanchar el Corte Culebra y mejorar las esclusas. Esto hace pensar que la intención de construir el canal a nivel no es seria y que al final lo que va es un tercer juego de esclusas”, respondió el jefe de gobierno panameño.

“Además, nosotros no podemos pensar en un canal a nivel que sería construido en el año 2000 y que tal vez ni sea construido en Panamá”, continuó Chiari, quien veía como refutaban vez tras vez sus argumentos.

“Entiendo los sentimientos de los panameños, pero nosotros no queremos dar la impresión de que estamos comprometidos a un proceso de revisión de los tratados. Podemos..”, empezó Kennedy, antes de ser interrumpido por Chiari.

“También podemos hablar de la anualidad”, se apresuró a decir. “Panamá no ha obtenido una parte justa de las ganancias del Canal. La anualidad que recibimos es una tontería al lado de la contribución que hace el Canal. Y no podemos negar que tenemos un destino común. Si alguien decidiera bombardear las esclusas, destruiría la ciudad de Panamá también. Nuestra situación económica es precaria y debemos explotar nuestros recursos. Uno de esos recursos es el Canal”, continuó.

La reunión demoraba casi dos horas, pero no se llegaba a ninguna conclusión. Finalmente, Kennedy propuso instalar una comisión presidencial que evaluara cómo mejorar las relaciones entre los dos países “dentro del marco de los tratados vigentes”.

La idea fue aceptada. Se propuso que la comisión estaría integrada por funcionarios del más alto nivel: el mismo Farland, el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, Octavio Fábrega y Galileo Solís.

Al terminar el encuentro, el anfitrión, seguido del Servicio Secreto y miembros de la prensa, escoltó a Chiari hasta la salida de la Casa Blanca, caminando con él a lo largo de la Avenida Pensilvania hasta el Blair House, alojamiento que le había asignado la Casa Blanca para su estadía en Washington.

Era la primera vez que el jefe de gobierno estadounidense tenía un gesto de este tipo con un visitante extranjero, destacaron los corresponsales de prensa durante los días siguientes.

RESUMEN DEL VIAJE

De acuerdo con la versión del embajador Farland en la mencionada entrevista, para Chiari, el viaje fue un éxito personal. Su estancia en Blair House, la casa de huéspedes de la Casa Blanca, era un honor que no se daba a todos los dignatarios extranjeros. Además, había dado un discurso en las Naciones Unidas y reunido con el secretario general sustituto U-Thant; presidió el Hispanic Parade, bajo una lluvia de confeti y gritos de “Viva Chiari” por la comunidad latina; el alcalde de Nueva York, Robert Wagner, le ofreció la medalla de la ciudad; almorzó con David Rockefeller, presidente del First National City Bank, en el complejo de la familia en Tarrytown.

A su regreso a Panamá, el 17 de junio, quedaba atrás el fausto y las experiencias placenteras. En su país al presidente panameño lo esperaba un mundo distinto, plagado de problemas como la crisis económica y las demandas sociales, que en ese momento parecían insuperables.

A casi dos años de gestión, Chiari, uno de los hombres más ricos del país, se sentía presionado y obligado a mostrar logros concretos de ese viaje, en momentos en que perdía el control de la coalición política que lo había llevado al poder y la ciudadanía lo llamaba el “presidente que no hace nada“ (do nothing president), según un reporte de la Embajada de Estados Unidos en Panamá a la Casa Blanca, que advertía, asimismo, que si persistía la imagen de indecisión, el descontento podía dar origen a un levantamiento popular.

Aunque el Palacio de las Garzas hizo ver a la opinión pública panameña que el viaje había sido un éxito y que la comisión presidencial ofrecía grandes esperanzas, cuando uno de los periodistas le preguntó al presidente Chiari si se sentía completamente satisfecho con las conversaciones, este le respondió “completamente satisfecho no. Satisfecho sí”.

En realidad, estaba desilusionado, reveló Farland al programa de Historia Oral.

Chiari había aceptado la propuesta de Kennedy de crear una comisión presidencial para buscar espacios de oportunidad para Panamá en el marco de los tratados de 1903, pero lo que él realmente quería y la opinión pública panameña exigía era abolir la cláusula del tratado Hay Buneau Varilla que imponía la presencia estadounidense en Panamá “a perpetuidad”.

“Los planes para la construcción del canal a nivel detuvieron todas las negociaciones de un nuevo tratado”, reflexionó el diplomático estadounidense, miembro de la comisión, que se instaló en julio de ese mismo año.

“Me gustaría que esa comisión vea resultados dentro de los próximos doce meses”, había manifestado Kennedy en la reunión del Salón Oval.
“Hay que evitar que el asunto nos explote en la cara”, acordaron todos los presentes, como si tuvieran una premonición.

Cuando Kennedy fue asesinado...

Muchos pensarán que este acontecimiento trágico no afectó a Panamá, pero lastimosamente el tiempo probó que sí. Te preguntarás, ¿en qué forma afectó su muerte a nuestro país?

Llegó el 22 de noviembre, Kennedy sería asesinado y el vicepresidente Lyndon B. Johnson asume el cargo de presidente. Johnson, en vez de darle cumplimiento al acuerdo entre Kennedy y Chiari, le dio poca importancia al asunto y archivó la orden.

El 30 de diciembre de 1963, el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, anunció que desde el 1 de enero de 1964, la bandera panameña sería izada junto con la estadounidense en algunos sitios de la Zona. No obstante, el mandato fue ignorado por los estudiantes del Colegio Superior de Balboa y parte del personal de la policía de la Zona.

Esto originó las protestas de los estudiantes del Instituto Nacional, y por lo que decidieron marchar hacia la escuela de Balboa para izar la bandera el 9 de enero. El resto de la historia es lo que conocemos como los hechos sangrientos del Día de los Mártires.

Si el presidente Kennedy no lo hubieran asesinado, habría ocurrido los sucesos del 9 de nero de 1964?, quizás si, quizás no...

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