HISTORIA DE AMOR Y DEVOCIÓN - ELYDIA ESPINOSA
La enfermería, profesión sin tiempo
Era un día más de rondas para la joven enfermera Elydia Espinosa. En la Sala de Cuidados Críticos del Hospital del Niño, el turno transcurría revisando pacientes e insumos, ordenando, programando y saludando a los colegas. Pero cuando Espinosa abrió las puertas de una de las salas y vio a su antiguo paciente, Raúl, entendió que ese día terminaría casi sin oxígeno.
El pequeño de nueve años estaba sentado en una camilla de cara a la puerta. Estaba más tranquilo que los médicos torácicos y enfermeras que intentaban curar las quemaduras por descarga eléctrica que le había causado el teléfono de su casa. El corazón le había quedado al descubierto y el pecho, destrozado.
Con los ojos abiertos, sin poder hablar mientras las lágrimas corrían por su mejilla, el chico vio entrar a la mujer de blanco que había sido su bálsamo cuando lo atendía por su diabetes en el viejo nosocomio.
Elydia tomó la mano de Raúl y se la acarició: ‘¿Tienes miedo?', le preguntó.
_Sí, alcanzó a decir Raúl con voz baja.
Raúl era consciente de lo que le pasaba y ella sabía que él la necesitaba, no para llorar o inyectarlo, sino para calmarlo.
‘Tranquilo, Raúl. Estoy aquí, todo va a estar bien', dijo Elydia, suministrando la dosis necesaria de calma ante un cuadro que podía ser mortal.
Elydia estuvo cuidando del niño y sus heridas hasta que fue trasladado a Estados Unidos, donde fue atendido y curado. Al regresar, Raúl y su madre volvieron al Hospital del Niño agradecidos.
Hoy Raúl tiene treinta años y todavía pasa a saludar a la enfermera, ya no tan joven, que aquellos días lo cuidó y animó.
EL RIESGO DE CUIDAR
Elydia Espinosa ya tiene 38 años de servicio en salud pública y reconoce que una anécdota como esa también la tiene cada una de sus colegas, desde las jubiladas hasta las nuevas.
De estatura media, blanca, de cabello corto, anteojos, aretes pequeños, un reloj discreto, nada de prendas, solo dos broches en su chaqueta blanca, uno del Consejo Internacional de Enfermería y otro de la Asociación Nacional de Enfermeras de Panamá (ANEP), organización que lidera desde 2012.
Espinosa defiende desde allí, con trabajo y disciplina, el gremio que agrupa a 6,750 enfermeros, del cual solo 2% son hombres.
Mujeres u hombres que busquen ejercer la enfermería en Panamá deben ser miembro activo de forma obligatoria de la Asociación Nacional de Enfermeras de Panamá, según dicta la Ley 24 de 1982.
Sus responsabilidades con el gremio Espinosa las cumple de 3:00 a 6:00 a.m. A las 7:00 a.m., comienzan sus tareas como jefa de Enfermería del Hospital del Niño, su lugar de trabajo desde 1979, cuando se puso su uniforme, su cofia, medias y zapatillas de blanco impecable.
‘Yo descubrí mi vocación mientras estudiaba. No pude estudiar medicina, porque no podía costearme esa carrera', cuenta sentada en su escritorio con un formal acento tableño.
Nació y creció en el campo interiorano, en El Guayabo de El Carate, en Las Tablas, provincia de Los Santos.
‘Soy una campesina orgullosa. Crecí con muchas limitaciones que me forjaron en valentía para ejercer la enfermería', describe Espinosa, quien muestra la seguridad propia que debe tener toda enfermera.
Entre sus grandes maestras, a las que recuerda con admiración, están Nylsa Elena Prados, una carismática y elegante mujer que recorría el Hospital del Niño saludando por su nombre a todos, desde el director hasta a la persona de mantenimiento.
También aprendió mucho de Elena González, Dolores Espinosa y Mirtha Medina. Todas mujeres con un gran sentido de responsabilidad hacia la profesión, disciplinadas y estrictas.
Espinosa también fue docente en la Universidad de Panamá de la Escuela de Enfermería, con un largo listado de logros académicos. Recuerda que cada una tiene cualidades especiales y que a cada una se le entrena para enfrentar el dolor y a la vez para cuidar con empatía al paciente y a sus familiares.
‘La persona consagrada en esta senda se cuida y cuida a los demás. Es una tarea difícil, ya que muchas tenemos familia o somos madres. Se sufre el dolor de los demás sin poder llorar todo el tiempo', declara la enfermera, quien cuidó de miles de niños durante sus casi cuatro décadas de servicio y crió a dos propios. La mayor es médico.
LOS RIESGOS DE ‘CUIDAR'
La enfermería está lejos de ser una tarea en la que solo se le toma la temperatura a los pacientes. El personal de enfermería constituye un importante grupo laboral que representa aproximadamente el 60% del recurso humano vinculado a las instituciones hospitalarias. Es la columna vertebral de los servicios asistenciales y por su exigencia en carga horaria, (cada enfermera trbaja entre 8 y 10 horas en turnos rotativos) presión emocional y contacto con fluidos y brotes de enfermermedades, es considerada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) una práctica de riesgo.
La OIT expidió en 1977 el Convenio 149, sobre empleo, condiciones de vida y de trabajo del personal de enfermería y la Organización Mundial de la Salud, en su Asamblea Mundial de mayo de 1992, recomienda a los países desarrollar estrategias para el fortalecimiento de la profesión.
Para los años 90 en Panamá, una enfermera con estudios de licenciatura y especialidades devengaba un salario de $550. Las luchas salariales también han sido un aspecto para ‘cuidar' por parte de los llamados ‘ángeles blancos'.
Según las estadísticas nacionales, en los años 50, las enfermeras ganaban $125 mensuales, para 1967 subió a $200 al mes y para 1982 se aumentó a $550 al mes y ahí se estancó. No fue hasta la década del 2000 que se dieron aumentos escalonados.
En 2009, se logró una escala salarial de $750 al mes.
Una enfermera que había estudiado en promedio unos quince años, entre licenciatura, especialidades y cursos, ganaba solo $30 más que un técnico de enfermería.
Al asumir su cargo al frente de la Asociación Nacional de Enfermeras de Panamá en 2012, Espinosa decidió enfrentar la mediocridad salarial a la que habían sometido a su sector, ‘Es ahora o nunca', dijo, y después de una huelga de cuatro días y una marcha que cubrió de blanco la ciudad de Panamá, lograron que se les aumentara a $849 mensuales como salario base de cada enfermera.
Espinosa tuvo que resistir ataques a su honor de parte del entonces presidente Ricardo Martinelli, quien le ofrecía $5 de aumento salarial y la imposición de la Ley 611, que permitía la entrada de médicos, enfermeras y técnicos de enfermería extranjeros al país, por encima de la Ley 1, que establece que si el Comité Nacional de Enfermería percibe falta de enfermeras, se encargará de establecer los mecanismos para solicitar el ingreso de servicio extranjero.
Las negociaciones continuaron, con menos conflictos, con la actual gestión del presidente Juan Carlos Varela, y lograron que el salario base quedara en $1,225.
‘Supongo que el presidente Martinelli se sintió intimidado. Yo no tenía por qué dudar, porque he caminado por el camino correcto y no tengo nada que temer', analiza cinco años después la enfermera que camina hoy tranquila por las calles de Panamá, por los pasillos de su ‘amado y saturado' Hospital del Niño, mientras que Martinelli enfrenta acusaciones por supuestos casos de corrupción desde hace dos años.
HACIA DÓNDE CAMINAR
Elydia Espinosa habla con pasión de la profesión, pero reconoce que hay problemas en el sector que se deben corregir y para ello la enfermera o el enfermero es un eslabón fundamental.
‘Se necesitaría unas mil enfermeras más para el sector, trabajar más con las comunidades desde los centros de salud y crear las condiciones de seguridad para que personal de salud ingrese a las áreas rojas del país o viva en el campo', apunta.
‘Hay que educar a la gente en prevención. Los hospitales llenos son la prueba de que hay que reforzar la atención primaria', insiste.
Optimista, se entusiasma porque son más hombres los que se interesan por la enfermería. En Panamá los hombres comenzaron a estudiar enfermería en la década de los años 40.
Siempre al frente, Elydia Espinosa no desiste en su labor en el Hospital del Niño y en su gremio, para el que trabaja de madrugada y los sábados a favor de la profesión que no duerme, donde se gana poco y quedan secuelas. Actualmente la aqueja un problema cervical por sus años de trabajo en Cuidados Intensivos, pero no duda y sigue en sus rondas desde las siete de la mañana, hasta que un niño o niña la necesite.
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SALARIO
La enfermeras han esperado más de medio siglo para tener un salario digno
$125 era el salario mensual de una enfermera en la década del 50, la mayoría mujeres.
$1,225 es el salario base actual de una persona que ejerce la enfermería. Según las cifras de la ANEP, hay 6,750 profesionales de la enfermería, de los cuales unos 600 son varones. Los números del Instituto de Estadísticas y Censo (INEC) registran 5,700 enfermeras y enfermeros.