FUE UN MÉDICO CUBANO CARLOS FINLAY, QUIEN SALVÓ VIDAS Y NO UN ESTADOUNIDENSE DE NOMBRE WILLIAM GORGAS
El doctor Carlos Juan Finlay de Barrés tenía desde 1881 el instinto y las pruebas experimentales de que el mosquito transmitía la fiebre amarilla, y eso era ya ganar la paz. La epidemia que azotó durante siglos el territorio de “Indias” fue muchísimo peor que la actual plaga de ébola. Decenas de miles de soldados españoles, esclavos y ladinos perdieron su vida a causa del “vómito negro”, como también se le conocía, debido al sangramiento digestivo que producía. En Panamá, las obras del canal estuvieron a punto de sucumbir a los enjambres de fallecidos.
El hoy centenario brazo transoceánico era un criadero perfecto para el mosquito transmisor de la enfermedad. Próximo a la selva, húmedo, caliente y poblado de trabajadores que amanecían y anochecían a merced de las picadas, el surco de agua era un lugar muy probable para perecer. Se estima que durante las dos fases de construcción del Canal de Panamá, la francesa y la americana, los obreros perecían como moscas a causa del mosquito. Se dice que las autoridades francesas minimizaron la epidemia para reclutar más empleados; pero el mosquito, tras picar a un enfermo, era capaz de pasar el virus a varios hombres sanos y eso costó más de 30,000 vidas.
El mosquito era ignorado y el flavivirus poco o nada conocido. Sólo se hablaba de partículas virales en las salas hospitalarias y las asépticas academias de antaño. Su forma de pegarse, su estructura molecular y cómo escapar de él era un misterio, tan difícil entonces como el propio nombre del género, arboviridae.
Pero si algo hizo a Finlay grande fue su persistencia en el éxito. Una y otra vez expuso su teoría, sus hallazgos, la lógica imaginativa y la realidad convincente de sus experimentos. Su talento y su gracia científica fue más allá de las palabras y la envidia. Según la Universidad de Virginia, Finlay usó su experiencia de otra epidemia para sus estudios en la fiebre amarilla. Dedujo que el cólera que sacudió a La Habana en 1867, era una enfermedad transmitida por el agua contaminada, pero las autoridades sanitarias de la colonia simplemente no lo publicaron. Así y todo el doctor Finlay continuó y su amor en mitigar el dolor ajeno fue tan fuerte que llegó a la iglesia para hacer nueva fe. Cuentan que existe una placa en la catedral de Nuestra Señora del Carmen, en la capital cubana, para perpetuar la memoria de catorce Carmelitas Descalzos que se prestaron para los experimentos clínicos.
La visita del doctor Walter Reed a la Habana en 1900, como parte de la Comisión de Fiebre Amarilla del Ejército de Estados Unidos, dirigida a comprobar los trabajos de Finlay, trajo una cadena de éxitos y conflictos éticos impredecibles. No faltó quien quisiera la gloria del médico caribeño...
El doctor Finlay había descrito hasta los más íntimos detalles sobre los ciclos de vida, alimentación, reproducción y distribución geográfica de los mosquitos. Sabía como evitarlos y que hacer para evadir el mal que había convertido a La Habana, Veracruz, Panamá y Río de Janeiro en un eje epidémico que flagelaba sin compasión. Pronto las autoridades de salud de la Marina de Estados Unidos notificaron a la alta nomenclatura de la nación americana sobre los importantes hallazgos del galeno criollo. El doctor William Crawford Gorgas quien aplicó una campaña de higienización en el itsmo escribió sobre Finlay: “Su razonamiento para seleccionar la Stegomyia (el mosquito) como agente transmisor de la fiebre amarilla es la mejor pieza clínica que se puede encontrar en Medicina en cualquier parte”. Finlay había descrito el “contagion” o vector, el agente transmisor de la enfermedad.
El doctor Crawford Gorgas implementó casi de inmediato el uso de mosquiteros entre los obreros, la fumigación de los edificios, la irrigación con petróleo de los estanques y la eliminación de residuales de agua dulce que podían gestar larvas de Culex y Aedes Aegypti. Como epidemiólogo clínico, Finlay había publicado en su isla natal cómo ponerle fin a la miasma que hizo pagar más que un diezmo a la bella de los mares.
El 15 de agosto de 1914 se abrieron al tráfico las compuertas de las Américas y en su umbral eL Doctor Gorgas recibió TODOS los honores de la República de Panamá mientras que el doctor Carlos J. Finlay fue consagrado, con un SIMPLE busto hecho por el Hospital de Santo Tomás.
LA DOCTRINA CUBANA
Lo mejor del método finlayista ensayado en el Canal fue su simplicidad y su carácter duradero. Más de un siglo después, los procedimientos establecidos para la contención de epidemias de dengue hemorrágico, la fiebre del Nilo y la malaria, entre otras, siguen siendo las propuestas por el médico camagüeyano. En el libro Finlay: El Hombre y la Verdad Científica publicado en 1987; el doctor José López Sánchez cita que su método de erradicación es conocido mundialmente como la “doctrina cubana”.
El profesor H. Bergstrand, del Comité del Nobel de Medicina del Instituto Carolina, de Estocolmo, dijo en el año 1951 durante la inauguración de la ceremonia anual de los premios: “En 1881, el doctor Carlos Finlay, de la Habana, escribió un tratado en el cual se aseveraba que la fiebre amarilla era transmitida por mosquitos, pero su aseveración atrajo muy poca atención... Este descubrimiento (refiriéndose al Aedes aegypti como agente transmisor) hizo posible combatir la enfermedad aislando a los pacientes de los mosquitos. Se obtuvieron resultados extraordinarios por este simple método. Uno de ellos fue la exterminación de la fiebre amarilla de la zona del Canal de Panamá, una premisa para poder concluir su construcción”.
Mucho antes, el profesor y médico, Ronald Ross, ganador del Nobel de Medicina de 1902 por sus trabajos en malaria, le había escrito al venerable Finlay: “Me han impresionado profundamente sus trabajos sobre la fiebre amarilla, y durante mi visita a Panamá tuve la ocasión de departir con muchos médicos que le conocen y de justificar así mi impresión personal sobre su obra. Me sería por consiguiente, muy grato presentar su nombre al Comité de Medicina del Premio Nobel, para someterlo a su decisión para el año 1905...”
Hasta el día de hoy, médicos de toda América esperamos, si no es mucho pedir, un título Nobel, en memoria del VERDADERO descubridor de la epidemia de la fiebre amarilla, que se le devuelva la gloria arrebatada al doctor Finlay de Barrés. Todavía hay tiempo. No es necesario el dinero, ni la hermosa medalla de oro. El Canal nos lo recuerda. Sabemos bien que el Dr. Gorgas hizo grandes avances en la erradicación del mosquito con su masiva limpieza del area, pero sin los conocimientos del doctor Carlos Juan Finlay de Barrés, no lo hubiera logrado.
UN PREMIO NOBEL QUE NUNCA SE LE OTORGÓ:
Finlay fue propuesto en varias oportunidades para el Premio Nobel de Medicina. La primera vez fue en 1905, por iniciativa del científico inglés Ronald Ross, quien había obtenido el galardón en 1902 por haber sentado las bases para prevenir el paludismo. Fue también propuesto para el premio de 1906, conjuntamente con el doctor Henry Rose Carter, por el Coronel médico John W. Ross, jefe de sanidad de la Armada de los Estados Unidos de América. El doctor Carl Sundberg, miembro del comité del Premio Nobel, reiteró la propuesta de Finlay y Carter para 1907. Asimismo fue propuesto para el premio de 1912 por el profesor Braut Paes Lewe, de la Facultad de Medicina de Rio de Janeiro y por el doctor Charles Laveran, quien lo había obtenido en 1907, por su descubrimiento de uno de los hematozoarios del paludismo. Laveran repitió su propuesta de Finlay junto a Arístides Agramonte para los premios de 1913, 1914 y 1915.
En ninguna de las siete ocasiones se le confirió a Finlay el Premio Nobel. En 1905 lo obtuvo el bacteriólogo alemán Robert Koch, por su descubrimiento del bacilo de la tuberculosis; en 1906 se le otorgó a los histólogos Santiago Ramón y Cajal de España y Camilo Golgi de Italia, por sus aportes al conocimiento de la estructura del sistema nervioso. En 1907 fue galardonado el doctor Laveran, el mismo que hizo la propuesta de Finlay desde 1912 hasta 1915. Entre 1912 y 1914 se llevaron el lauro el fisiólogo y cirujano francés Alexis Carrell, por sus estudios sobre injertos de tejidos; el fisiólogo francés Charles Richet, por sus estudios sobre anafilaxia; y el otólogo y patólogo austriaco Robert Bárany, por sus aportes en el estudio del aparato vestibular. El premio de 1915 quedó desierto a causa de la Primera Guerra Mundial.
En 1951, Max Theiler, de la Fundación Rockefeller, recibió el Premio Nobel de Medicina por su descubrimiento de una vacuna efectiva contra la fiebre amarilla.
Finlay falleció en La Habana el 19 de agosto de 1915 a los 82 años de edad de una hemorragia cerebral.
Su hijo, Carlos Edouard Finlay (1868-1944), fue Profesor de Oftalmología de la Universidad de La Habana en 1907 y más tarde director de Caridades de La Habana, Presidente del Primer Congreso Cubano de Medicina, Decano de la Facultad de Medicina y Director de Salud Pública de Cuba.
Sobre Carlos Finlay y la fiebre amarilla ha existido a través del tiempo bibliografía relativa a la polémica acerca de la primacía de su descubrimiento del agente transmisor de esta enfermedad. La injusta polémica finalizó en el XIV Congreso Internacional Historia Medicina, celebrado en Roma-Salerno en 1954, cuando se aprobó la moción: “Solo Carlos Finlay, de CUBA, es el único y sólo a él corresponde el descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, y a la aplicación de su doctrina el saneamiento del trópico”.. pero aún así, sin el Nobel.
Vemos en las siguientes notas como se le atribuye al Dr. Gorgas un título que NO le corresponde:
“Gorgas llegó a Panamá ya con la fama de haber vencido la fiebre amarilla en la Habana”. (la Estrella de Panamá NACIONAL 15/05/2014 - 5:29 p.m. jueves 15 de mayo de 2014 - William Crawford Gorgas). Y esto es totalmente FALSO, ya que la versión verídica es la siguiente: “”Mientras tanto, el Dr. William Crawford Gorgas, médico militar que había tratado (sin conseguirlo) erradicar la fiebre amarilla en Santiago de Cuba, fue nombrado Jefe Superior de Sanidad en La Habana en diciembre de 1898.””
Gorgas recibió un título de caballero honorario (KCMG) del Rey Jorge V en el Hospital Militar Reina Alexandra en el Reino Unido poco antes de su muerte el 3 de julio de 1920. Se le dio un funeral especial en la catedral de San Pablo.
El hospital Gorgas fue un hospital del Ejército de EE. UU. en Panamá, nombrado por el Dr. Gorgas en 1928. Ahora en manos panameñas, es el hogar del Instituto Oncológico Nacional, Ministerio de Salud en Panamá y la Corte Suprema de Panamá.
En 1953, William C. Gorgas fue incluido en el Salón de la Fama de Alabama.
Además en Panamá la Facultad de Ciencias de la Salud Dr. William C. Gorgas de la Universidad Latina de Panamá, lleva su nombre, debido a sus grandes contribuciones.
...etc...etc...
No creen que el Dr. Finlay merece más que un SIMPLE busto???