ESCANDOLOSO PASADO...
De Raúl Amador, hijo predilecto de Manuel Amador Guerrero
La vida del hijo del segundo presidente constitucional del istmo estuvo llena de escándalos y conflictos
Su padre ha pasado a la historia como el segundo presidente constitucional de la República.
Su madre, como una valiente matrona que, en momentos de desánimo, animó a su marido a ‘levantarse de la hamaca' y continuar con la revolución que había comenzado.
Su hermano Manuel Encarnación Amador Torrentes es conocido como el creador de la bandera panameña y autor de Panamane , un idioma universal.
Pero, Raúl, hijo de Manuel Amador y su esposa María de la Ossa, tuvo también sus quince minutos de fama.
‘Papá, estoy enfermo, ven a verme', decía un telegrama enviado en febrero de 1903 por el apuesto médico graduado de la Universidad de Columbia y residente de Massachusets, dándole a su progenitor la perfecta escusa para viajar a Estados Unidos sin levantar sospechas y buscar allá apoyo para la separación de Colombia.
ESCÁNDALO SOCIAL
Como cónsul general de Panamá en Nueva York, Raúl se convirtió en figura de principal interés el día 3 de octubre de 1906, cuando los diarios norteamericanos, entre ellos el New York Times y el Washington Post , anunciaron su detención.
El día anterior, Raúl o Raoul, como se le llamaba en esas latitudes, se encontraba almorzando en un café en el 32 de Broadway, cuando hicieron su aparición una mujer y dos oficiales de la Policía. Al ver que estos dos últimos trataban de alcanzarlo, Raúl intentó escapar inútilmente.
‘Si tuviera una pistola te habría disparado', le gritó furioso a la mujer, que observaba la escena de cerca.
Ella le respondió: ‘Si tuviera una pistola yo también te habría disparado'.
El cónsul fue conducido ante un juez que le fijó una multa de $300, abonada por su esposa y madre de sus dos hijos pequeños.
BERTHA GRESHAM
La acusadora de Amador era la bella señora Bertha Kennard Gresham, de 32 años, dos veces viuda, conocida en los círculos sociales de Washington y Nueva York desde su juventud, cuando su padre, William Kennard, trabajaba junto al secretario de Estado Henry Clay.
Gresham había conocido al apuesto Raúl en el Palacio Presidencial de Panamá, a donde había acudido como parte de una delegación del Congreso de EE.UU. que inspeccionaba las obras del Canal.
‘Me prestó mucha atención y desarrollamos una agradable amistad. Cuando volví a Nueva York, la reanudamos', explicaría ella posteriormente.
‘Llegué a amarlo con todo mi corazón y mi alma. Me entregué a él de forma absoluta, sin pensarlo y vivimos juntos como marido y mujer… fuimos muy felices.... Pero de ninguna manera sabía que estaba casado. ¿Cómo podía saberlo si no me lo dijo nunca?', comentaría también.
El mismo William Cromwell, prominente abogado de la Compañía del Ferrocarril de Panamá y amigo de la familia Amador, intentó hacerlo entrar en razón, pero él le respondió que ‘no tenía corazón para alejarse de tan encantadora mujer'.
Según Gresham, al quedarse embarazada, Amador le prometió matrimonio, pero este nunca se concretó. Finalmente, se pelearon y separaron en malos términos a principios de 1906.
EL ATAQUE
El 19 de julio de ese año la joven viuda daba una caminata por Riverside Drive, cuando Amador, que conducía su propio coche de caballos, se acercó a saludarla.
Entablaron conversación y él le comentó que parecía enferma, a lo que ella aprovechó para decirle que tenía problemas y que, al menos por el hijo que tenían, debía ayudarla económicamente.
El se negó. Ella lo insultó. ‘Él entró en furia y me pegó con la fusta, primero en la cara, y después en la espalda. Me rompió la camisa y me dejó ensangrentada. Se asustó y se alejó rápidamente'.
Tras recuperarse de las heridas, la señora Gresham se decidió a ponerle dos demandas: una por el ataque y otra por manutención. Las dos acusaciones condujeron a su detención.
RESPUESTA
El 5 de octubre, Raúl daba al diario The World de Nueva York su versión de los hechos: ‘Yo no voy a negar el romance, especialmente si la dama quiere hacerlo público, pero quiero aclarar que ella no es ninguna ingenua'. De hecho, según Amador, era una intrigante y una chantajista.
Como prueba, procedió a contar una historia truculenta que relacionaba a Gresham con otro escándalo de la sociedad ocurrido el año anterior (que contamos, no como bochinche, sino para dar idea de cómo se pensaba en la época): un amigo de la pareja, el embajador de Nicaragua en Estados Unidos, un tal Señor Correa, había estado comprometido con una rica heredera sureña, pero esta rompió su compromiso días antes de la boda, tras recibir una carta anónima en que se le revelaba que su futuro esposo tenía ‘sangre negra en sus venas'.
‘Yo tengo en mi poder muchas pruebas sobre este desafortunado affair. Yo sé quién escribió las cartas y lo voy a revelar', dijo el cónsul.
CAUSA LEGAL Y NEGOCIACIÓN
Mientras tanto, en la corte de Nueva York, los abogados del cónsul alegaban que este gozaba de inmunidad diplomática por lo que el caso no debía llegar a la corte. Entonces procedieron a negociar. Ella pidió $100 mil. El le ofreció $500 y le dio un plazo de seis días. Le reduciría $100 cada día. La señora Gresham aceptó.
Pero el asunto no se quedó así. Todavía molesta, Gresham tomó las cartas que él le había enviado durante sus dos años de noviazgo, y las llevó al World , que las publicó integras.
LAS CARTAS
Las cartas eran candentes y no solo por su interés romántico: revelaban detalles de interés nacional... sobre todo, la exagerada inherencia del abogado William Cromwell en todos los asuntos del Canal en Panamá, lo que supuestamente había ocasionado la renuncia del primer ingeniero a cargo de las obras, John Wallace, y fortalecía la teoría de que Cromwell y Roosevelt habían jugado un papel importante en la elaboración de los planes de separación del país de Colombia.
RENUNCIA
El escándalo llegó a Panamá y los ministros de Amador exigieron al presidente la renuncia de su hijo, que fue efectiva en enero de 1907.
En su lugar, se nombró a su hermano mayor, Manuel Encarnación, que dejó su puesto como embajador de Alemania y Francia para trasladarse a Nueva York.
Pero Raúl no se quedó sin trabajo. Desde Panamá, el exconsul recibió una oferta del Dr. William Gorgas para unirse al proyecto de adecuación del Hospital Santo Tomás, con fondos del proyecto del Canal.
PANAMÁ, 1909
En Estados Unidos, la controversia por la independencia de Panamá llegaba a su clímax en el año 1908, durante la contienda electoral para elegir al sucesor de Roosevelt, sobre todo a partir de que los diarios de Joseph Pulitzer, entre ellos The World , acusaran al todavía presidente de impulsar la independencia de Panamá para lucrarse con la compra de la Nueva Compañía del Canal.
Roosevelt demandó a Pulitzer por libelo. Este envió a su periodista Earl Harding al Istmo a recabar información que permitiera sustentar su tesis.
Al llegar a Panamá, Harding se encontró con que un velo de secreto cubría los acontecimientos ligados a la separación.
Según revelara posteriormente el periodista en su libro La historia no contada de Panamá (1959), entre las familias de los antiguos revolucionarios reinaban ‘los celos, la desconfianza y la amargura'.
‘¿Quién había traicionado a quién? ¿Quién obtuvo qué y cuánto? Nadie podía o quería decir'.
En un principio, Harding no había querido acudir a Raúl, precisamente por la poca credibilidad que tenía este tras el escándalo de 1906. Pero al no conseguir nada, decidió hacerlo.
Tras unos primeros encuentros, cuenta el autor, Raúl se mostraba amable, pero no concluía nada. Finalmente, Harding usó una estratagema.
‘Yo sé que tu padre no confiaba en ti, pues te consideraba un loco', le dijo, calculadamente.
Aparentemente, le dio donde le dolía porque Amador lo condujo a la casa de la familia y le mostró una serie de documentos (entre ellos una carta que se dirigía a él como ‘Mi hijito') que mostraban claramente que el plan para la separación de Panamá había sido concebido por terceras partes.
Según cuenta Harding en su libro, Raúl también le confió que, en 1903, antes de la separación, su padre no había estado dispuesto a seguir adelante con los planes hasta no tener la seguridad de que contaban con el apoyo de los más altos niveles del gobierno de EE.UU.
Por ello, Amador padre había hecho una visita de incógnito a la Casa Blanca para conversar con el mismo presidente. Supuestamente, tras celebrarse la reunión, Roosevelt escoltó a su padre hasta el coche, y poniéndole su mano sobre el hombro, le dijo: ‘Siga adelante, doctor. Nos veremos más adelante'.
El relato de Harding también aduce que a la sociedad panameña no gustó que Raúl le proporcionara la información (la carta de ‘Mi hijito' fue leída en las Audiencias del Congreso que investigaban la participación de Roosevelt en ‘el despojo a Colombia'). Supuestamente, sus pares en Panamá hicieron a Raúl y a su madre María Ossa ‘la vida miserable', a tal punto que estos optaron por dejar el país.
Ambos fijaron su residencia en París, donde Raúl, casado nuevamente con la dama Marthe Lenoir, falleció el 23 de marzo de 1934.
Aunque eventualmente el médico se reconciliaría con la sociedad panameña y llegaría a desempeñar varios cargos como representante del gobierno, incluso embajador, no dejó descendencia en Panamá (tampoco su hermano Manuel, quien se dedicó a la pintura y murió con pocos medios económicos y sin hijos conocidos).
El único hijo varón de Raúl, permaneció viviendo en Estados Unidos y tuvo tres hijas mujeres, por lo que el apellido se perdió.
Sin embargo, a él correspondió el legado familiar. Sus hijas han contado que en su hogar en Estados Unidos mantenían un cuarto al que llamaban ‘la sala de Panamá', en el que guardaban fotografías antiguas y documentos. Entre estos, una carta enviada por Roosevelt para felicitar a Amador, tras su elección como presidente.