EL VÍA CRUCIS DE PANAMÁ OESTE
Cruzar el tramo entre Panamá y La Chorrera se ha convertido en toda una hazaña que supera en paciencia al cruce del estrecho de Gibraltar.
‘Rosa’ sale de su trabajo en la Transístmica a las cuatro de la tarde. Afanada por llegar pronto a su casa toma el primer bus que la lleve a la Gran Terminal. No importa que sea de pie, lo importante para ella es ganar tiempo.
En Albrook, apenas comienzan las vicisitudes. Todos los días se encuentra con interminables filas de usuarios que —al igual que ella— intentan pasar un poco más de tiempo con su familia.
Si Rosa tiene suerte, le toma entre 30 minutos a una hora avanzar en la fila para abordar el autobús que la llevará a su destino. Antes de eso, tuvo que asegurarse de que su tarjeta Rapi Pass tenga al menos cinco centavos que le permita pasar por la máquina registradora. Antes ella depositaba directamente el ‘real’, pero ya la administración de Albrook decidió eliminar el sistema manual y reemplazarlo por la tarjeta magnética. La primera es gratis pero sin fondo y sin ella no se puede pasar al área de abordaje. Como la mayoría, lo importante es llegar. Los usuarios tuvieron que adaptarse e invertir de su presupuesto en una tarjeta prepagada. El usuario está obligado a una inversión adicional.
Superada esta primera parte del viaje, el reloj de Rosa marca casi las 6.00 p.m. Llama a su familia para comunicarles que al menos está en el bus. ¿En cuánto tiempo llegará? No lo sabe. Todo depende de lo que suceda en el camino.
Acalorada y cansada por estar de pie, emprende el viaje hacia el Puente de las Américas. Ya en la mitad de la infraestructura ve a la distancia la Calzada de Amador y de inmediato se percata de que la fila de autos está detenida. Como si estuviera en una procesión, es poco lo que avanza.
Mientras pasa el tiempo, en medio del embotellamiento, que es rutina, el hambre y la desesperación se apoderan de casi todos los pasajeros. Unos prefieren no cogerlo a pecho y optan por ‘descansar la vista’, otros escuchan música y para suerte de algunos, la compañía de un celular les permite olvidarse de la espera y compartir con amigos y familiares las vivencias del día vía chat.
Transcurre el tiempo y el reloj marca más de las 8:00 p.m. y finalmente Rosa llegó a La Chorrera. Aquellos que viven en el centro de la ciudad pronto se estarán ocupando en sus quehaceres domésticos. El resto debe continuar el viaje en un bus de ruta interna. Al día siguiente, Rosa y el resto de los viajeros deben madrugar a las 4:00 a.m. para volver a enfrentarse a la VÍA CRUSIS.
LAS RAZONES???
El Acuerdo Municipal No. 70 del 23 de junio de 1960, que autorizó la extensión de los límites de la ciudad de Panamá sin que se regulara el control de los usos de suelos de las nuevas áreas, dio rienda suelta a la construcción de numerosas urbanizaciones “dormitorio” para BENEFICIO DE LOS BOLSILLOS DE ALGUNOS.
Hasta la década de los sesenta, la ciudad de Panamá era una urbe relativamente tranquila, donde los centros de trabajo estaban cerca de las áreas residenciales y muchos podían ir al mediodía a almorzar a sus casas.
Las ciudades y urbanizaciones “dormitorio” surgen debido a la mala decisión que se tomó al extender los límites de la capital, sin haber hecho una planificación completa sobre el nuevo territorio que determinara qué áreas se utilizarían para viviendas y cuáles para centros de trabajo. Debido a esa decisión improvisada, la ciudad capital se expande de manera casi lineal, del este y al oeste y de forma incontrolable. De esta forma, se van poblando lugares como Arraiján y La Chorrera, del lado oeste, y Pacora, Tocumen y Chepo en la parte este, donde se establecen urbanizaciones y ciudades “dormitorio”.
Otra consecuencia es que las personas viven lejos de las áreas de trabajo y muchos tienen que levantarse desde las tres o cuatro de la mañana para llegar a tiempo a sus centros de trabajo. Lógico porque en la manera que construyeron la ciudad que todos los negocios, oficinas, en fin, los centros de trabajo están la mayoría centralizados en la ciudad.
Estas casas, que humildemente cobijan un pueblo luchador que sin importar la hora, el cansacio y el tranque, y tenemos el descaro de llamar “ciudad dormitorio” ni siquieran los dotan de escuelas, campos de juego. Aumentan los accidentes, la contaminación del ambiente y se hace más visible la marginalidad de una elevada proporción de la población.
La centralización ha traído consigo una secuela de efectos negativos en lo económico, social y moral, además de que limita la participación ciudadana en propuestas de soluciones a sus propios problemas. Aquella posición centrista, justificada por el Canal de Panamá, debió desaparecer con la devolución de ese bien, sus áreas adyacentes, el aumento de la población, su nivel de educación y el mejoramiento de las comunicaciones.
La descentralización administrativa es necesaria para frenar el centralismo, que ha contribuido históricamente al abandono de las actividades agropecuarias y a intensificar la iniquidad social.
En conclusión podemos decir, ya que La Chorrera, capital de la provincia, es la tierra que creció alrededor del caudaloso río Caimito y bañada de chorros, convertida de la finca personal de Juana Bautista De la Coba a distrito un 12 de septiembre de 1855, está sometida a varios problemas sociales y de infraestructura que por años han sido ignorados por los gobernantes de turno, así como a la población de Arraiján.
Viajar del sector oeste hacia la capital puede demorar en hora pico hasta 2 a 3 horas y apenas es un recorrido de 34 kilómetros. Una realidad que viven más de 90 mil panameños que a diario viajan desde Panamá Oeste hacia la ciudad capital y viceversa. Para los habitantes de la llamada “ciudad dormitorio” pasan más días de su vida metidos en un tranque que en sus casas compartiendo con su familia. Así que la frase “ciudad dormitorio” es simplemente una Ofensa para los ciudadanos que viven en ésta área. Evitémolo.