El recuerdo de Al Capone por el Canal de Panamá
‘Isla Morada’, un yate de lujo usado por el mafioso para traficar con licores, es ahora una atracción turística en la vía interoceánica.
A toda velocidad, el buque Isla Morada navegó muchas veces hace más de 85 años por el canal de La Mona —entre República Dominicana y Puerto Rico— y por el Estrecho de La Florida —entre Estados Unidos y Cuba— o por el Paso de Los Vientos —entre Cuba y Haití— en una azarosa misión del crimen organizado. A las órdenes de Al Capone, el más famoso gánster de la época de la ley que rigió en Estados Unidos de 1919 a 1933 y prohibió fabricar, transportar, importar, exportar, vender o comprar licores, la embarcación de madera cumplió peligrosos servicios en el Caribe para la temida e implacable mafia de Chicago. Superando tempestades naturales o persecuciones policiacas, siempre llegó a las costas estadounidenses con cargamentos de rones, whiskys y otros licores contrabandeados por hombres de Capone desde los mercados cubanos y dominicanos.
Pero las misiones del Isla Morada —que toma su nombre de un islote de Florida cercano a Miami que fue base operativa del despiadado capo —cambiaron de escena y objetivo y ahora es un atractivo de la firma panameña Canal&BayTours para recorrer el Canal de Panamá… con el recuerdo de Capone.
La nave quedó en la II Guerra Mundial al servicio del Ejército.
Construido en 1912 en Massachusetts como yate de lujo para magnates y personajes de dudosa o impecable reputación, en la década de los veinte pasó a ser propiedad del jefe mafioso, encarcelado de 1931 a 1939 por evadir impuestos y que, sin el poder que construyó como cabecilla criminal, se retiró a Miami Beach, donde murió en 1947.
Tras ser decomisada por el Gobierno de EE UU a Capone, la nave quedó en la II Guerra Mundial al servicio del Ejército como barreminas por su casco de madera. En 1960, con otro dueño, arribó a aguas panameñas para viajes turísticos fuera del Canal o como hotel anclado en el Pacífico de Panamá.
En el decenio de 1920, en la cúspide de su imperio de prostitución, juego ilegal y tráfico de alcohol, el hijo de emigrantes italianos nacido en 1899 en Nueva York como Alphonse Gabriel y rebautizado como Cara Cortada por las heridas de navaja que sufrió en una pelea de burdel, convirtió al Isla Morada en una fuerza móvil del contrabando y en antro con cinco camarotes de lujo, bares y casino.
Con tres pisos, 96 metros de eslora, 5,79 metros de manga y un peso bruto de 94 toneladas, Isla Morada viaja apacible a su velocidad superior de 12 nudos por hora en unas ocho horas por los 80 kilómetros del Pacífico al Atlántico y viceversa de la vía interoceánica.
Isla Morada alberga bodas y otras fiestas y paseos, con un máximo de 104 pasajeros.
Las recámaras fueron remodeladas y convertidas en restaurante interior, aunque se conservan elementos básicos como el timón, el mecanismo del ancla en la proa, la escalinata del primero al segundo piso, los sanitarios o las variadas partes forradas con planchas de madera.
Por eso, cuando el capitán panameño Eduardo Espinoza se instala en la cabina principal como patrón del navío, disfruta navegando con un barco casi único que es exclusivo en el Canal por su antigüedad, y con el que, a diferencia de los bajeles con modernos accesorios tecnológicos, debe tenerse “especial” control de mando.
Isla Morada alberga bodas y otras fiestas y paseos, con un máximo de 104 pasajeros en un mágico escenario natural… sin los excesos ni desasosiegos de hace unos 98 años atrás.