EL PUENTE DE LAS AMÉRICAS SE IBA A LLAMAR PUENTE THATCHER...
Puente de las Américas sí, Thatcher Ferry Bridge no---
Ni los tonos grises que teñían el cielo sobre la ciudad ese día ni el sofocante calor fueron suficientes para apartar a miles de panameños y zonians de la calle. Todos querían ser parte de la ceremonia de inauguración del nuevo puente sobre el canal.
Desde muy temprano, en la mañana de aquel viernes 12 de octubre de 1962, entre el final de la Avenida de los Poetas y las cercanías de las riberas del canal, se fue congregando una multitud de curiosos que deseaban ser testigos de la singular ceremonia.
Muchos observaban por primera vez y con la boca abierta aquel impresionante puente colgante de acero de 5,425 pies de largo, que se elevaba imponente hasta 384 pies sobre el nivel del mar y del cual colgaban, a la par, las banderas panameña y estadounidense.
El programa de inauguración, como lo describe La Estrella de Panamá en su edición del 11 de octubre de ese año, parecía apoteósico: desde las 9 de la mañana sonarían las bandas de la Policía de la Zona y de la Guardia Nacional. Después, los discursos y el corte de cinta. Finalmente, disparos de cañón, sobrevuelo de aviones y helicópteros y el saludo de las sirenas de las barcos que cruzaban el Canal.
Al concluir las ceremonias, se esperaba que para las 11 a.m., el puente se abriría a todos los que quisieran acercarse, para tocarlo, caminar sobre él o hasta cruzarlo. A las 3:00 p.m. iniciaría la circulación de automóviles. Los actos serían transmitidos, simultáneamente, por los canales 8, de la Zona del Canal, y 2 y 4, de Panamá.
INVITADOS
El día 12, desde las 10 de la mañana, empezró el desfile de los invitados, personalidades locales y extranjeras que tomaban su lugar en las sillas instaladas para la ocasión.
El primero en hacer aparición fue el presidente de la República, Nino Chiari, acompañado de sus dos vicepresidentes, sus ministros de Estado y magistrados de la Corte Suprema. Le siguió el gobernador de la Zona del Canal, Robert Fleming, del brazo de la primera dama, doña Cecilia Orillac de Chiari, y del nonagenario excongresista estadounidense Maurice Thatcher, autor, en 1956, de la legislación que autorizaba el diseño y construcción del puente, al cual los norteamericanos habían dado su nombre.
Los expresidentes Enrique A. Jiménez, Arnulfo Arias, Ernesto de la Guardia, Ricardo Adolfo de la Guardia, Ricardo Arias Espinosa; el presidente de la Asamblea, Jorge Rubén Rosas, y otras figuras nacionales e internacionales también hicieron acto de presencia.
Poco a poco, se fueron congregando unos mil invitados especiales y funcionarios de Panamá, la Zona del Canal y el gobierno de Estados Unidos llegados especialmente para la ocasión.
Mirándolo todo con especial interés desde su puesto privilegiado, el embajador de Estados Unidos en Panamá, Joseph Farland, mostraba inquietud. Como reveló posteriormente, en una entrevista publicada en la colección ‘Oral History’ de la Biblioteca Presidencial John F. Kennedy, Farland temía que algún suceso inesperado desluciera la ceremonia, preparada con meses de anticipación por un equipo conjunto panameño-estadounidense.
El embajador había ofrecido sugerencias a los altos funcionarios llegados desde Washington para evitar herir las susceptibilidades locales, pero en realidad, el espinoso asunto del nombre del puente no estaba solucionado y él personalmente temía que podrían desatarse algunas acciones inesperadas de parte de los grupos nacionalistas más recalcitrantes.
ANTECEDENTES
El puente era un sueño de varias generaciones de panameños, separados desde el mismo comienzo de su historia por esa enorme zanja que era el Canal.
Ahora, por primera vez en 59 años, podrían transitar cómodamente desde la capital hacia el resto del país, sin tener que esperar a los viejos ferry boats que databan de 1931 y a los que tomaba en promedio una hora pasar de un lado al otro.
Para quienes no quisieran tomar el ferry, la otra alternativa era el tampoco cómodo puente de Miraflores, cuya altura era sobrepasada por los barcos que transitaban el canal y que, a medida que aumentaba el tráfico por la vía acuática, debía permanecer más tiempo inhabilitado.
LARGA ESPERA
Los panameños habían solicitado el puente al gobierno estadounidense desde 1925, pero siempre se les había dado largas.
El presidente Arnulfo Arias lo había negociado en su Tratado de los 13 puntos, pero no fue sino hasta el Tratado Remón-Eisenhower, en 1955, cuando finalmente el gobierno norteamericano se comprometió a construirlo.
El trabajo se inició en septiembre de 1959, durante la administración de Ernesto de la Guardia.
Durante los tres años transcurridos desde el inicio de las obras hasta su inauguración, panameños y zonians habían sido testigos de cómo poco a poco la compañía texana John F. Beasly & Company había ido levantando ese andamiaje de acero que adquiría la forma del hermoso y característico diseño arqueado de la firma Sverdrup Parcel y Asociados, de San Luis, Missouri.
El acero para su construcción había sido traído de Alemania. La obra había costado $20 millones.
EL NOMBRE DEL PUENTE
Desde el mismo momento en que se inició la construcción, los panameños, de forma instintiva, lo habían ido llamando ‘puente de las Américas‘, un nombre que parecía lógico, sobre todo en aquel momento en que tomaba auge la construcción de la carretera Panamericana y se hablaba de abrir el tapón de Darién
Pero las autoridades de Washington, que pagaban el puente, habían decidido otra cosa.
Cuando todavía faltaban varios meses para su inauguración, el congresista Daniel Flood, que parecía más un personaje sacado de una serie de Batman, con sus excéntricos bigotes rizados, y sus posturas chauvinistas, anunció públicamente que el nuevo puente recibiría el nombre de ‘Thatcher Ferry Bridge’.
Era un tributo a Maurice Thatcher, cuyo nombre también llevaban los dos ferrys. Thatcher era el único sobreviviente de la Comisión del Canal del Istmo, en la que, en su momento, se había codeado con figuras legendarias como David. D. Gaillard, William C. Gorgas y George W. Goethals. Entre 1910 y 1913, había sido jefe de el Departamento de Administración Civil, encargado de las relaciones con el gobierno de Panamá y había colaborado en multitud de obras a beneficio de los panameños. Se le decía de forma honorífica ‘el primer gobernador de la Zona del Canal’.
ENTRA FARLAND
‘Hagan algo. Paren a Flood. El puente debe llamarse Puente de las Américas. Eso es lo que quieren los panameños. Se va a formar un disturbio‘, escribió Farland al Departamento de Estado tan pronto escuchó la noticia. (Farland había servido como embajador en Panamá durante varios años y temía que la creciente tensión entre ambas naciones desencadenaría en “un gran disturbio”, como efectivamente ocurrió en 1964).
Pero los funcionarios del Departamento de Estado no hicieron nada, reveló Farland en la mencionada entrevista del programa ‘Oral History’.
Preocupado, el embajador se puso en comunicación telefónica directa con el entonces presidente John F. Kennedy, familiarizado con la política de Panamá. Este le propuso a Farland que fuera a visitar a Thatcher para pedirle, en su nombre, que declinara el honor de que el puente llevara su apellido.
Farland fue a verlo a su residencia en Washington. El nonagenario lo había recibido amablemente, pero a su petición había respondido: “Me gustaría favorecer la sugerencia del presidente, pero tengo amigos que no lo comprenderían. Les fallaría si los dejara quitar mi nombre’, recordó posteriormente Farland.
DISGUSTO
En contra de los planes del gobierno estadounidense, la Asamblea Nacional de Panamá decidió tomar cartas en el asunto. El 2 de octubre de 1962, el cuerpo legislativo aprobó una ley que daba a la nueva estructura de forma oficial el nombre de ‘Puente de las Américas’. Según esta, todos los documentos legales deberían nombrarlo de esta manera y así se haría saber a todas las asambleas legislativas de todas partes del mundo.
Pero, mientras que eso sucedía, el gobierno estadounidense se hacía el sordo. Desde la Zona del Canal se emitieron estampillas de 4 centavos conmemorativas a la apertura del nuevo ‘Thatcher Ferry Bridge, reportó La Estrella de Panamá .
LA CEREMONIA
La ceremonia parecía seguir buen curso. El ministro de Obras Públicas de Panamá, Max Delvalle, hizo el discurso inicial, explicando la historia del puente y llamándolo en todo momento ‘Puente de las Américas’.
Después le correspondió hablar a George W. Ball, subsecretario de Estado de Estados Unidos, y miembro de la junta directiva del Canal, quien dio un discurso político de la guerra fría, alabando a los que construían puentes (como USA) y no murallas (como los rusos en Berlín).
Ball evitó en todo momento dar al puente un nombre o el otro y en un juego hábil de palabras decía: ‘el puente que inauguramos hoy, es verdaderamente un puente de las Américas…’.
Ball no terminaba su discurso, cuando un estruendo se escuchó en la zona de ‘vips’.
Un grupo de estudiantes panameños que venían en ruidosa marcha desde El Chorrillo irrumpió en la ceremonia, portando un letrero que decía ‘Puente de las Américas Sí. Thatcher Ferry Bridge No’.
Los estudiantes avanzaron, y, lanzando polvo y piedras a todo el que estuviese en su camiano, lograron cruzar uno de los cordones policiales hasta llegar a 20 pies de los invitados.
Rápidamente, el gobernador Fleming llevó al nonagenario Thatcher a cortar la cinta.
Los invitados fueron desalojados por la policía.
La ceremonia había terminado.
Esa misma tarde, se vandalizaron las placas conmemorativas colocadas a la entrada de ambos lados del puente. Estas decían: ‘Puente Thatcher Ferry, uniendo a las Américas’. Más de 30 mil carros cruzaron el puente ese fin de semana. Del nombre del puente, no se habló más.