04 Apr
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El fallido golpe de estado del 16 de marzo de 1988.

La inesperadas acusaciones que en junio de 1987 formulò el coronel Roberto Dìaz Herrera contra el general Manuel Antonio Noriega propiciaron que, como reacciòn, este ùltimo tratara de presentar a las oficialidad de las Fuerzas de Defensa como cuerpo que le apoyaba monolìticamente.

En aquellos momentos, ya Noriega había consolidado su control interno, al menos aparentemente, en las filas castrenses.

Decidió entonces que toda oficialidad emitiera una declaración de repudio a Dìaz Herrera y los presentò debidamente alineados, en la televisión con el puño en alto, gritando “NI UN PASO ATRÁS”.

Sin embargo, continuaba el descontento en muchos oficiales, sobre todo porque los ascensos y traslados que estuvo efectuando Noriega, desde 1983 en adelante, no seguían el orden de escalafón, ni respetaban las antigüedad de servicios, sino que se hacían para robustecer el control norieguista, ascendiendo a aquellos oficiales que venìan formando su círculo pretoriano e incondicional. En este clima, fue posible que el coronel Leonidas Macìas, miembro del estado mayor y Jefe de Panamá- Policía, lograra organizar una conspiración contra Noriega, en la que estaban comprometidos 15 altos oficiales.

Algunos de ellos de gran capacidad y màs o menos desvinculados de las corrupciones acostumbradas por los del círculo allegados de Noriega. Ya sabemos que esta rebelión se frustò, muy posiblemente porque uno o dos oficiales la traicionaron, informándole a Noriega, quien la dejò desarrollarse hasta el minuto anterior a su ejecución, no sin que se produjeran algunos disparos en el Cuartel Central del Chorrillo en las primeras horas de la mañana de aquel día.

Esos oficiales sufrieron la aplicación de la medida disciplinaria consistente en destituciòn del cargo y un año de arresto, sin referirnos a las torturas, al trato enormemente cruel e inhumano que se les dispensò. Incluso fueron hasta enviado al penal de la Isla Coiba; y cuando creyeron que por lo menos iban a gozar de libertad, cumplido el año de su arresto, el vengativo Narcodictador los puso en órdenes del Procurador General de la Nación el Licenciado Carlos Villalaz a fin de que éste les iniciara un proceso por delito contra la seguridad interna del Estado, con lo que continuarían en prisión, la que tuvo final con la invasión norteamericana en diciembre 1989.

Mas de una vez, públicamente y en seminarios internos de las Fuerzas de Defensa, Noriega afirmò que los próximos conspiradores recibirían la máxima sanción (fusilamiento, según dijo el periodista Daniel Alonso, quien había escuchado esa palabra de los labios de Noriega).

Para debelar esa intentona frustrada, el 16 de marzo de 1988, tuvo principal actuación la Compañía Urraca, jefatura por el capitán Moisès Giroldi Vera, la que tenìa el cargo de seguridad del Cuartel Central, asiento de las principales oficinas de las Fuerzas de Defensa, comenzando por la Comandancia y el Estado Mayor.

Se ha comentado que, en agradecimeinto de su lealtad, Noriega le regalò a Giroldi una casa, un carro y que semanlmente le daba un sobre de 500.00 a 1,000.00 dólares. Habría que determinar la veracidad o falsedad de esa información. Mas de lo que no hay duda es que Giroldi era compadre de Noriega.

Noriega fue padrino del hijo de Giroldi y también fue padrino del matrimonio religioso de Giroldi. Incluso Giroldi asistió al bautizo de la nieta de Noriega, poco antes del 3 de octubre de 1989. En otras palabras, siempre hubo amistad.

Si ello fue asì, que pudo llevar a Giroldi a encabezar una rebeliòn contra Noriega, que resultò sangrienta. La cual iniciò y terminò en el Cuartel Central el dìa 3 de octubre 1989? Donde le costo la vida al coronel Giroldi y de muchos otros jefes y soldados rebeldes que fueron ejecutados despiadadamente después de haberse rendido.

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