27 Apr
27Apr

COLÒN Y SU "TACITA"

La historia de El Canal de Panamá vela por la preservación de los recursos culturales, arqueológicos o paleontológicos, hallados en áreas de la vía acuática.

Los colaboradores son la garantía de que los procedimientos adecuados se cumplan.

El clima y la corriente se portaron bien. El cielo estaba despejado y el agua transparente, condiciones propicias para que la operación de remover los escombros de un naufragio en las aguas del Canal de Panamá fuera un éxito.

Para el equipo de buzos canaleros, las tareas están bien definidas. Cada uno, en su especialidad, baja para ser “los ojos del Canal” en las profundidades.

Los hay mecánicos industriales, soldadores, armadores de buques, electricistas. Ese ejercicio combina experiencia y profesionalismo para dar como resultado un trabajo bien hecho.

Es así como en una mañana de septiembre, Román Jaramillo, Edgar Arango, Camilo Lepelle, José Alvarado, Milciades Lao, Armando Wong, Ernesto Grant Mejía y varios buzos más terminaron convertidos en arqueólogos por un día; una aventura que disfrutaron al máximo.

A cinco kilómetros del rompeolas, en el Atlántico, Arango y sus compañeros se sumergieron unos 60 pies, lo que equivale aproximadamente a la altura de un edificio de seis pisos. “Desde arriba, lo que nunca pasa, se veía algo blanco en el fondo, así es que me fui hasta allá y encontré una tacita”.

En ese momento nada hacía pensar al equipo de buzos que esa pequeña vasija de cerámica a la que creyeron que “le faltaba el mango” para sostenerla, tenía algún valor. Lo mismo ocurrió con una placa de metal; otro de los hallazgos.

Una vez de vuelta a la superficie y a bordo del barco grúa Oceanus, empezó una exhaustiva investigación en internet, que arrojó los primeros indicios del valor histórico de la “tacita”.

“Quedamos siendo arqueólogos e investigador”, cuenta el capitán René Ángulo. De esa forma descubrieron que la taza de cerámica llevaba la inscripción “Canadian Pacific”, en su parte inferior. Canadian Pacific Steamship Company fue el operador del buque Empress of Scotland, que en el año 1926 estableció el primer récord en peaje o pago más alto efectuado por un barco al transitar por el Canal de Panamá. Esta compañía naviera fue comprada en el año 2005 por Hapag Lloyd.

La “tacita” del Atlántico

El “estudio preliminar” de la placa que apareció en un amortiguador cubierto, después de tantos años, por una composición coralina, correspondió a Gabriel Lee, representante de contrato de dragado, quien esperaba ansioso en la cubierta del Oceanus.

En la placa se descifra con claridad “Cleveland Pneumatic Tool Company”, una empresa que entró al mercado en 1899 y que fabricó muchas de las herramientas utilizadas en la construcción de la vía acuática. La compañía cerró sus puertas en el año 2011, después de más de 100 años de servicio. Arqueología y algo más La “tacita” como parece que recordarán en adelante este hallazgo, no es la primera experiencia que algunos de los entrevistados ha tenido con episodios históricos de la ruta acuática. Ya en el año 2009, Horacio García y René Ángulo, oficial y capitán del buque Oceanus, respectivamente, participaron en la operación de rescate de la chimenea de un incinerador centenario descubierto en el lago Gatún, antiguo poblado Mamey, y que reposa actualmente en el Museo Antropológico Reina Torres de Araúz.

Varios trabajadores de las distintas divisiones del Canal unieron fuerza, habilidad y talento para llevar a cabo aquella complicada tarea de trasladar esta chimenea con un peso estimado en más de dos toneladas. Para ambos personajes, y para la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), se trata de una labor “fascinante”, pero además representa el compromiso de la institución con nuestro país y con su historia.

Por ello se sigue un procedimiento riguroso para el manejo de los objetos encontrados en los sitios de trabajo del Programa de Ampliación, que concluye con el envío de un informe a la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura, autoridad competente. Los colaboradores del Canal y los contratistas están al tanto de ello.

Previo al informe, el teléfono de la oficina de Zuleika Mojica, colaboradora de la sección de Manejo y Seguimiento Ambiental de la ampliación ha sonado para notificarle sobre un nuevo hallazgo. A partir de allí, se prepara una inspección al lugar donde se hizo el reporte, en compañía del arqueólogo contratado Tomás Mendizábal.

Ambos han recorrido los recovecos del Canal con el ánimo de rescatar piezas que datan del período precolombino hasta el republicano, pasando por el colonial y el departamental. Esa búsqueda ha permitido encontrar objetos de lo más curiosos. La lista incluye refugios antiaéreos, vagones, motores a vapor, botellas, placas de identificación de empleados de la compañía del ferrocarril, trincheras, una daga del siglo XVI utilizada por los europeos para defensa personal y duelos de esgrima, entre muchos otros.

A Mojica y a Mendizábal les invade el entusiasmo en cada una de esas travesías, y no es para menos. “La etapa que viviò con la vía interoceánica con su ampliación es única e insuperable. La ACP tiene el proyecto de arqueología más grande y abarcador de la historia de Panamá, por todas las épocas y el territorio que encierra.

No he visto nada igual en Panamá”, son las palabras de este experimentado arqueólogo que confirman el valor de los “tesoros históricos” del Canal, y con él coincide Mojica.

Varios poblados, cientos de testimonios

A los que investigan sobre la monumental obra de ingeniería llamada ampliación, les atrae también lo que hasta ahora estuvo sumergido o enterrado en alguna parte del Canal de Panamá y hoy aparece como testigo de una época pasada que se caracterizó por el empeño y la determinación de los trabajadores.

Un ejemplo son las fundaciones de los edificios del poblado Las Cascadas, que fueron encontradas hace poco tiempo.

Luego de la localización mediante Sistemas de Información Geográfica (SIG) por especialistas ambientales de la ampliación, salieron a relucir sus paredes, veredas, tuberías y caminos.

Las Cascadas fue uno de los pueblos construidos por los franceses alrededor del año 1880, en las márgenes del corte Culebra, donde se concentró la actividad de su esfuerzo por echar a andar una ruta interoceánica. Estos poblados, según registros históricos, ofrecían casi todo lo que una ciudad permanente: tiendas, mercados, iglesias, clubes, oficina de correo, estación de bomberos, cuartel de policía, hospitales, clínicas y escuelas.

Hace unos meses y luego de aproximadamente 170 operaciones de buceo, se encontró gran cantidad de maquinaria industrial de la época francesa en un sitio cercano a la bordada Bohío, en el lago Gatún. Bohío Soldado u “Hogar de los Soldados” fue un pueblo próspero de la Zona del Canal. Durante la época francesa, allí se encontraban las oficinas principales desde donde se manejaba la excavación de la vía acuática.

Era la aldea más grande cuando los estadounidenses adquirieron los derechos de la construcción, en 1904. Más tarde, en 1908, el censo reportó un total de 526 habitantes.
Además, en Bohío Soldado vivió don Porfirio Meléndez, prócer de Panamá, y en su momento jefe del movimiento separatista de Colombia.

Cada estructura encontrada, cada objeto por mínimo que parezca, tiene un capítulo propio que el Canal guarda celosamente para el futuro. El mensaje ha sido asumido por todos, como dice el ingeniero Luis Santanach, uno de los administradores del proyecto.

“Descubrir la historia a través de los hallazgos arqueológicos, mientras estás haciendo los trabajos de campo, complementa los escritos de los libros de historia”, menciona.

Para Santanach, todos estos objetos rescatados del fondo nos indican que todavía hay mucho por conocer de nuestro país.

La “tacita” y la placa diminuta del Atlántico despertaron la vena de investigación de los buzos y la tripulación del Oceanus, pero más allá de ello, estas piezas y otras tantas que han sido rescatadas durante el programa de ampliación, ratifican el compromiso del Canal de Panamá de proteger el bien más preciado de una nación: su propia historia.

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