COIBA OCULTA UN GRAN SECRETO
En Coiba hay un cementerio con 140 tumbas, cuyos cadáveres, en su gran mayoría, se desconoce su identidad.
La Comisión de la Verdad, creada por este Gobierno en enero del 2001 para investigar las denuncias acerca de más de un centenar de personas que desaparecieron o murieron durante la pasada dictadura militar, hizo una inspección a este penal en octubre de ese mismo año y pudo comprobar que en el
cementerio El Marañón, ubicado en el campamento central, había 45 cruces, pero ningún registro oficial de quiénes estaban enterrados en ese lugar.
Luego de un trabajo de investigación que llevó a cabo la Oficina de Seguimiento de la Comisión de la Verdad, que se extendió de marzo a septiembre de este año y que contó con forenses criminalísticos y arqueólogos locales y extranjeros, se logró estructurar un plano exacto de las fosas que hay en este
cementerio.
Estas labores fueron encabezadas por el antropólogo colombiano Miguel Cotes, quien señaló que finalmente se han ubicado 140 tumbas, pero no existen en ese penal registros oficiales de quiénes están sepultados en ellas.
Alberto Almanza, director de la Oficina de Seguimiento, dijo que algunos cadáveres que fueron exhumados presentan claras muestras de torturas físicas y muertes violentas. Indicó que en varios cráneos se han encontrado perforaciones que, según forenses, son productos de impactos de balas.
También se han descubierto esqueletos cuyas extremidades superiores están colocadas en posición que indica que fueron enterrados con los brazos amarrados hacia atrás.
Otras osamentas están mutiladas, porque no se encontraron piernas y brazos y en otros casos se han encontrado junto con las osamentas, varios escapularios, figuras de santos de madera o cerámica y monedas que datan de los años 60.
En algunas de las tumbas se han descubiertos hasta tres ataúdes uno encima de otro.
Producto de estos trabajos forenses en Coiba se logró identificar este año los restos del joven Jerónimo Díaz, desaparecido desde 1985, indicó Almanza.
Sobre Díaz pesaba una orden de captura de parte de la Guardia Nacional, por delitos comunes. Su padre, que formaba parte de la institución castrense, prefirió entregarlo para que su vida no corriera peligro, según las investigaciones.
El joven fue llevado a Coiba y lo último que sus familiares conocieron fue que había escapado del penal, a bordo de una balsa, pero nunca más se tuvo noticias de él.
La identificación se hizo mediante métodos antropológicos por la estadounidense Ann H. Ross, quien colabora con la Oficina de Seguimiento. La dentadura, que incluía dos dientes de oro con un diseño de corazón, y el tamaño de los huesos fueron la prueba principal para identificar este cadáver, dijo Almanza.
Algunos reclusos de esta isla penal sirvieron de testigos para señalar que el joven murió como consecuencia de una golpiza propinada por custodios militares.
Otro caso que demuestra que Coiba no solo ha servido como reclusorio de personas condenadas por delitos graves, sino como un panteón para ocultar los asesinatos de los militares, fue el descubrimiento en agosto del 2001 de los restos del sargento de la Guardia Nacional Reinaldo Sánchez Tenas.
Almanza afirmó que exámenes de ADN practicados por los laboratorios estadounidenses Reliagene Technologies Inc. a la muestra ósea exhumada en una tumba en Coiba y a la muestra de saliva de un familiar del desaparecido militar confirmaron la identidad de la víctima.
Sánchez Tenas salió de su casa en la mañana del 24 de mayo de 1975 en busca de un trabajo y nunca más regresó. Su cadáver fue encontrado 27 años después.
El sargento trabajaba en Veraguas, pero el mayor encargado de esa zona militar, Germán Torres, lo trasladó en 1974 a Darién y luego le dio de baja. Seis días después Sánchez Tenas desapareció.
De igual forma, la Oficina de Seguimiento ha encontrado documentos en Coiba de la desaparecida Guardia Nacional, fechados en julio de 1977, donde se revela el ajusticiamiento en este panal del supuesto guerrillero chileno Gerardo Olivares Velásquez.
Olivares Velásquez había sido detenido el 13 de junio de 1972 por agentes de la seguridad de Costa Rica y dos días después fue entregado a los militares panameños que lo buscaban por sus supuestos nexos con grupos armados opuestos al régimen militar panameño.
Fue enviado a Coiba tras ser condenado a 10 años de cárcel por el cargo de mercenario, pero luego desapareció como por arte de magia y ni en este penal ni en ningún otro lado se supo de él y hasta el momento sus restos no han sido encontrados.
Un parte de la Guardia Nacional encontrado en Coiba certificaba que Olivares murió producto de disparos con arma de fuego, dos días después de haber intentado escapar de esta isla penal.
La unidad canina de la Policía de Florida, Estados Unidos, fue traslada a Coiba por parte de la Oficina de Seguimiento para continuar las operaciones de búsqueda de restos humanos sepultados en tumbas clandestinas en este penal.
Los canes pastor alemán Kato, Lobo y Bosca, que colaboran con la Oficina de Seguimiento de la Comisión de la Verdad, estuvieron acompañados en estas faenas por Sharon Scavuzzo, fundadora y directora de operaciones del Equipo de Búsqueda y Rescate de la Florida, además de Kenneth N. Petrillo y Sam Pepenella, estos últimos oficiales de la Policía de la Florida.
Durante esta gira, los perros rastreadores localizaron posibles fosas comunes en los campamentos abandonados conocidos como La Producción o Machete y en Playa Hermosa.
La Producción fue el sitio donde en octubre de 1989 fueron llevados los militares que se alzaron contra Manuel Noriega, rebelión encabezada por el mayor Moisés Giroldi, quien fue ejecutado luego de esta acción junto con otros nueve golpistas.
Mientras que en Playa Hermosa fue el sitio donde, en 1998, cuatro reos fueron decapitados tras una reyerta escenificada entre miembros de las bandas rivales Los Perros y Los Hijos de Dios.
FLOYD BRITTON EN COIBA
Después de permanecer un año en la Cárcel Modelo, fue enviado a la isla penal de Coiba, campo en el que los militares podían mantener más ocultos las sesiones de torturas extremas contra los detenidos políticos. La bienvenida que le dieron a Britton a su llegada a la isla fue una “lluvia de palos” y permanecer descalzo sobre planchas de hierro caliente.
Posteriormente, como se resistía a trabajar en los campos agrícolas lo amarraron a una lancha y lo arrastraron por varios minutos. Federico Britron denunció que su hermano y los otros presos fueron torturados y apaleados. Floyd fue amarrado y arrastrado por un caballo, al punto que sufrió un desprendimeinto de riñones y orinaba sangre. A Floyd lo sacaban de su celda a medianoche y en la madrugada en la espesura del monte lo golpeaban con garrotillos. Cuando lo regresaban a su celda, lo mantenían despierto insultándolo mientras le tiraban cubos de agua fría cada determinado tiempo.
Estos maltratos físicos son sólo algunas de las múltiples martirios que experimentó Floyd Britton antes de ir al encuentro con la muerte. Moisés Carrasquilla recordó que fueron confinados en una berlina a orillas del mar, donde en el día hacía un calor infernal y en las noches un frío que congelaba.
Los militares los despertaban varias veces en la madrugada disparándole agua con una manguera. Los encargados del penal alegaron que habían recibido órdenes de dispensarle un "trato especial" a Britton. Según Federico Britton, Torrijos años más tarde alegó que los subalternos "mal interpretaron esa expresión".
Floyd Britton Morrison murió el 29 de noviembre de 1969. Un informe del Dr. Velarde González señala un infarto al miocardio como la causa de la muerte, pero Jorge Turner denunció que había sido asesinado y, si acaso sufrió un paro cardíaco, había sido a consecuencia de los choques eléctricos a los que lo sometieron sus torturadores. Floyd, un hombre de contextura fuerte, de la noche a la mañana se convierte en cardíaco.
El paradero de los restos de Floyd Britton, sigue siendo un misterio.
Además, en este sitio estaba la base de la Escuela de Comandos durante la época militar y cuyas estructuras también sirvieron para entrenar a los �contra� nicaragüenses en la década de los 80.
Según algunos testimonios obtenidos por la Oficina de Seguimiento, en este penal no solo hay tumbas clandestinas de seres humanos, sino fosas donde fueron ocultas gran cantidad de armas de guerra durante el mandato de Noriega, pero, como señala Almanza, la prioridad es ubicar los restos de los
desaparecidos en este penal; las armas, si es que existen, son responsabilidad de las autoridades competentes localizarlas.